Si hay una situación en la que estamos de acuerdo, independientemente de las licitaciones políticas o religiosas, es que el mundo ya no se usa. Mucho menos si tratamos las condiciones climáticas. Las regiones representadas por células cálidas son cada vez más calientes y bajo la lluvia aprecian los avances y los avances de la sequía. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) insiste en audacia, en sus informes anuales de que los fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático modifican las condiciones de vida de millones de seres humanos y otras especies. Caminamos hacia el mundo con serias restricciones y dificultades en respuesta a los desafíos de los alimentos, el agua, la electricidad, la seguridad y los cambios humanos, al tiempo que consideramos acelerar la destrucción de la biodiversidad.
La celebración de la biodiversidad COP16 en Cali, Colombia, fue un hito importante para hacer la relevancia de vincular estos problemas en la agenda. El cambio climático afecta los ecosistemas marinos, terrestres y de agua dulce, y todos son fundamentales para el apoyo de la vida en nuestro planeta. Otras actividades humanas relacionadas con el uso de la tierra, las actividades extractivas y la violación de la violación transforman los ecosistemas importantes como Amazon Jungle, Maja y Beodni Glaciers. Aumentando la temperatura y la acidificación del océano, además de generar pérdidas irreversibles en los ecosistemas marinos y costeros, tiene consecuencias importantes relacionadas con el desplazamiento de los seres humanos de sus hogares. Las Naciones Unidas se relacionan con esta interconexión como parte de una crisis planetaria triple que rodea el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el progreso de la contaminación.
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