“Como señala el historiador inglés Edward P. Thompson, en realidad la guerra nuclear no sólo es imaginable, sino que se ha imaginado y realizado ya dos veces, contra las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki. Lo inimaginable, dice Thompson, parece ser que eso nos pase a nosotros, pero no que se lo inflinjamos a otros”, Manuel Sacristán, “El peligro de una guerra con armas nucleares”. El País, 16/01/1983

La declaración conjunta de la OTAN, suscrita el 25 de junio en su reunión en La Haya, poco después de la guerra de los 12 días contra Irán, ha venido a confirmar la subordinación de las potencias europeas –con Gran Bretaña, Alemania y Francia a la cabeza– a la estrategia trumpista de remilitarización de Europa en un marco global de competencia interimperialista y de corresponsabilidad del bloque transatlántico con el genocidio que sigue practicando el Estado de Israel contra el pueblo palestino.

Además, la cumbre se ha desarrollado después de la agresión que Israel, primero, y EE UU, después, emprendieron contra Irán, recurriendo al conocido argumentario de la fabricación de armas nucleares por el régimen iraní, como ya ocurrió en 2003 con Iraq. De nuevo, ambos países han llevado a la práctica una guerra ilegítima e ilegal según el derecho internacional que ha contado con el apoyo de sus aliados europeos alegando de nuevo, con su ya clásico lenguaje orwelliano, el “legítimo derecho a la defensa”… de los Estados agresores, ambos poseedores de armas nucleares. En la felicitación por ese ataque ha sobresalido el actual Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, cuyo grado de servilismo y adulación a Trump, comprometiéndose a que “Europa va a pagar a lo GRANDE, como debe ser, y será su victoria”, no parece tener límites 1.

Más allá del discutible triunfalismo del líder estadounidense por los resultados de su ataque a Irán, a la luz de informes incluso oficiales que cuestionan que haya acabado con las instalaciones de enriquecimiento y almacenamiento de uranio iraníes, lo que parece evidente es que la posibilidad de una reanudación de esos ataques en una zona geoestratégicamente clave –también para China– va a seguir siendo una amenaza permanente, sobre todo por parte de Netanyahu, empeñado en imponerse por la fuerza como potencia dominante en la región.

La diferencia con lo ocurrido en 2003 ha sido que si entonces Francia y Alemania se opusieron al trío de las Azores (Bush, Blair y Aznar) en la guerra contra Iraq, ahora sus actuales gobernantes han mostrado una vergonzosa e indignante asunción del papel de vasallos frente a quien les sigue considerando competidores en el plano comercial. Así lo ha tenido que reconocer cínicamente Macron cuando ha constatado que “no podemos, entre aliados, decir que hay que gastar más y hacer una guerra comercial, es una aberración”.

El punto más importante de la declaración de La Haya ha sido sin duda el que acuerda aumentar los gastos totales en un 5 % del PIB, desglosado entre los de defensa en sentido estricto: 3,5 %, y los de infraestructuras críticas, ciberseguridad y otros: 1,5 % para 2035, que serán revisados en 2029. Esto supondrá 510 000 millones de euros adicionales al año para los países europeos, algo que obviamente redundaría en una nueva vuelta de tuerca contra el gasto social en ámbitos esenciales como la sanidad, la educación, las pensiones o la dependencia y, como estamos viendo en casi todos los países, en dejar en el olvido la satisfacción de un derecho fundamental como es el derecho a una vivienda digna.

Sólo Pedro Sánchez ha pretendido desmarcarse del acuerdo apoyándose en la flexibilidad ambiguamente asumida por el Secretario General de la OTAN de que en su caso podría limitarse un 2,1 % del PIB anual 2. Trata así de convencerles de que ese porcentaje será suficiente para cumplir con los objetivos de las capacidades militares que exige la OTAN al Estado español. Con todo, sigue siendo un compromiso de aumento del gasto militar que, pese a la irritación que le ha provocado a Trump, es igualmente criticable y, además, no deja de ser un recurso cosmético de uso interno para neutralizar el malestar de sus socios en el gobierno español 3, ya que su firma de la declaración y su insistencia en que sigue siendo un “socio fiable” en la OTAN confirman que comparte el mismo proyecto militarista que sus aliados 4.

A todo esto hay que añadir la ausencia de crítica alguna por parte del gobierno español ante el uso que EE UU ha podido hacer de las bases de Rota y Morón para su ataque contra Irán. Algo que hace cómplice al Estado español de la guerra ilegítima e ilegal emprendida contra ese país y que viene a recordarnos el fraude que ha representado la promesa de cumplimiento de una de las cláusulas que el gobierno de Felipe González incluyó en el referéndum de 1986 para conseguir el Sí, en la que procedería a la “reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España”. Esta no sólo se ha mantenido, sino que su ampliación en el caso de Rota ha continuado bajo los gobiernos de Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez.

Hacia una mayor militarización y nuclearización del capitalismo a escala global
Sin duda, el gran beneficiario del salto adelante en la militarización de Europa va a ser el complejo militar-industrial estadounidense (al que los Ejércitos europeos compran el 64 % de su armamento), ya que aunque Gran Bretaña y Francia son grandes potencias militares y nucleares, éstas no van a ser suficientes para responder a las necesidades que han de afrontar los países europeos en los próximos años para cubrir los objetivos fijados en esa declaración.

Sin embargo, otros aspectos importantes  de esa declaración han pasado desapercibidos. Quizás el más relevante se encuentra en el punto 1, en el que, como ha observado algún medio de comunicación y pese a lo que suele ser la retórica habitual sobre los valores que pretende defender el bloque occidental, en esta ocasión desaparece la mención a la defensa de los derechos humanos y del Estado de derecho. Una ausencia que no parece casual, ya que es difícil ocultar que de la violación de esos principios no se salva la práctica totalidad de los Estados firmantes, con EE UU, Turquía y Hungría a la cabeza. No puede sorprender, por tanto, que la UE, en su reunión posterior a la cumbre de la OTAN, haya aplazado su decisión sobre la suspensión o no del Acuerdo de Asociación con el Estado de Israel 5.

Otro aspecto controvertido es la referencia al artículo 5 de la OTAN en la declaración. Incluso antes de la reunión hemos visto que este artículo era cuestionado por el propio Trump, quien no ha tenido ningún reparo en precisar que el compromiso de solidaridad con cualquier país atacado que se expresa en él se puede prestar a distintas interpretaciones. Algo que en el futuro puede servir de pretexto para desentenderse ante conflictos que no encajen con sus propios intereses geoestratégicos en territorio europeo (en donde sigue manteniendo una presencia militar importante) o, como ya ha insinuado más de una vez, con los que puedan ser sus propias intenciones respecto a Groenlandia…

En la declaración se denuncia, como era previsible, “la amenaza a largo plazo que representa Rusia para la seguridad euroatlántica”, aunque sin mención alguna a la invasión rusa de Ucrania, si bien se reafirma su “compromiso soberano y duradero de apoyar a Ucrania”. Un relativo cambio de tono que viene a confirmar que no son la democracia y los derechos humanos los que mueven a la OTAN en esa región, sino sus intereses geoestratégicos.

En resumen, el líder del MAGA sale ganador en esta cumbre: consigue trasladar la responsabilidad de futuros conflictos en Europa a sus aliados para que EE UU pueda concentrar su atención en el Indo-Pacífico frente a China; garantiza grandes beneficios a la industria militar de su país y permite frenar la división provocada en sus filas por su implicación directa en Oriente Medio con el ataque a Irán… hasta la próxima crisis.

Con todo, que Trump haya conseguido imponer sus propósitos en esta cumbre no le asegura ningún avance significativo en su proyecto transformador del viejo orden global con el fin de frenar su declive como gran potencia hegemónica. Un declive que continúa manifestándose en diferentes frentes y que Trump pretende contrarrestar con un cortoplacismo que sigue sin dar los resultados esperados por el bloque social interclasista que le ha llevado al poder. Buena prueba de ello está en que los conflictos que decía que iba a resolver en pocas semanas, ya sea el de la invasión rusa de Ucrania o el de Israel contra el pueblo palestino y ahora contra Irán –en donde pretendía incluso un cambio de régimen–, amenazan con prolongarse.

Este salto adelante se da además en un contexto global de “desaceleración económica significativa hasta el estancamiento, junto con una inflación todavía relativamente alta; una carga de deuda paralizante para la mayoría de la población mundial que se gana la vida y una crisis climática acelerada” 6. Un conjunto de desafíos ante los cuales el militarismo por el que apuestan Trump y los principales líderes del bloque occidental sólo supone una huida hacia delante que estimulará a su vez el rearme de otras grandes y medianas potencias en sus respectivas áreas regionales, siempre con el riesgo de escalada nuclear de cualquier conflicto en el que se vea implicado alguno de los Estados que poseen esas armas de destrucción masiva. La cínica reivindicación de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki por Trump debería ser suficiente para tomarnos en serio la encrucijada histórica en la que hemos entrado.

Un militarismo que, gracias a los avances tecnológicos que representa la Inteligencia Artificial, convierte a los sistemas militar-industriales en instrumento fundamental de una nueva fase de acumulación capitalista, así como de una cultura securitaria y de vigilancia que se extiende por todo el mundo y que, como denuncia acertadamente Claude Serfati 7, puede acabar siendo tan peligrosa como las guerras para las mayorías sociales.

Así que, aun siendo conscientes de que nos encontramos en difíciles condiciones para emprender una contraofensiva desde abajo frente a este conjunto de amenazas, urge construir y extender las plataformas unitarias que se van formando para impedir este nuevo salto adelante. Se trata ahora de abordar esa tarea más allá del cortoplacismo mediante una movilización sostenida en el tiempo y a escala internacional en solidaridad con Palestina y todos los pueblos agredidos, ya sea en Ucrania, en Oriente Medio, en África o en cualquier lugar del mundo, insertándolas en un horizonte de ruptura con el militarismo y a favor de la disolución de la OTAN y la desnuclearización del planeta.

Campañas que deberían articularse con las que hay que desarrollar en todos los ámbitos en los que debemos cuestionar el marco dominante de los discursos sobre seguridad oponiéndoles un concepto multidimensional que aspire a garantizar la sostenibilidad de una vida digna en un planeta habitable 8.

Jaime Pastor es politólogo y miembro de la redacción de viento sur

A lo que añadía frases como ésta: “Vas a lograr lo que NINGÚN otro presidente estadounidense consiguió en décadas”.

Aunque en realidad sabemos que, como ha criticado el Centre Delàs, hay partidas relacionadas con esos gastos que no se suelen incluir en ese apartado.

Sobre esto me remito al artículo de Mario Espinosa en viento sur, 25/06/2025

Por otra parte, no hay ninguna garantía de que esa flexibilidad vaya a ser respetada en los próximos años, teniendo en cuenta la precariedad en que se encuentra Sánchez en la Moncloa desde el estallido del escándalo de corrupción del llamado caso Santos Cerdán y cuyo alcance está todavía por ver en función de lo que cuenten los nuevos capítulos que pueden ir saliendo en las próximas semanas.

Es cierto que Pedro Sánchez ha exigido en la reciente reunión de la UE la suspensión de ese acuerdo, pero esto contrasta con la continuidad del comercio de armas con Israel frente a la exigencia de “embargo integral” que le exigen más de 500 organizaciones y como ocurre ahora con un caso reciente. 

Michael Roberts, “De las Montañas rocosas a Estocolmo: el G-7 ignora la crisis global”, sinpermiso, 16/06, 2025

“Les systèmes militaro-industriels pourraient représenter des noyaux totalitaires de notre société”, entretien de Hélène Marra et Nicolas Menna avec Claude Serfati, Inprecor, 733, junio 2025, p. 16. También, del mismo autor, “Más destructivo y más rentable: el emplazamiento de Trump al sistema militar-industrial de EE UU”, viento sur, 27/05/25

Para ir concretando objetivos a alcanzar en esa apuesta tiene interés el artículo de Tom Kucharz “Diez alternativas a una seguridad militarizada”, El Salto, 20/06/25

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