Desde Pasto, Nariño, el senador Iván Cepeda oficializó la semana pasada su precandidatura para la consulta interna del Pacto Histórico rumbo a las elecciones presidenciales de 2026. En diálogo con EL TIEMPO, Cepeda afirmó que tiene todo el derecho de participar en la contienda electoral, tal como lo hizo el expresidente Álvaro Uribe tras el juicio, y aseguró que, de llegar a la presidencia, mantendrá la relación con Venezuela y seguirá la línea del actual gobierno frente a Israel.
¿Por qué toma la decisión de lanzarse en este momento?
Pues, en realidad, yo no había contemplado esta posibilidad porque me parece que asumir la Jefatura del Estado es una tarea de alta responsabilidad. Eso no quiere decir que no me sienta capaz de realizarla. Me parecía una labor que no estaba dentro de mis ambiciones políticas ni personales y, realmente, nunca lo había contemplado de manera seria. Ahora, una vez que comienzan a aparecer voces, invitaciones y llamados, he tenido que considerarla y, ya en una fase como en la que estamos, cuando organizaciones sociales muy cercanas, que yo respeto enormemente, me lo han solicitado, tomé la decisión. Lo hago como toda decisión que he tomado en la vida política: de manera consciente, con entusiasmo y determinación. Una vez producido el anuncio, debo registrar que ha suscitado entusiasmo y esperanza en muchos sectores, y, obviamente, eso me hace ver que el compromiso con la decisión sea mayor todavía.
El senador Iván Cepeda durante el lanzamiento de su campaña. Foto:Camilo A. Castillo. EL TIEMPO
Usted solía aparecer en encuestas en elecciones anteriores, ¿qué fue lo que lo llevó a considerar que ahora sí era el momento adecuado para dar el paso?
Porque no había aparecido una exigencia de esta naturaleza. Ya en este momento de mi vida política, por muchas circunstancias que tienen que ver con lo que ha acontecido, no solamente porque aquí, de seguro, se evoca el juicio, sino también por muchas otras razones, ha llegado el momento. Como en toda la vida política, hay instantes en los que aparece una de estas posibilidades o compromisos, de tal forma que se vuelven ineludibles.No es la primera vez que se discute esto. Recuerdo que en el año 2022 incluso se estuvo pidiendo y, en algunas encuestadoras, se me estaba también midiendo, pero, obviamente, era el momento de Gustavo Petro y, con toda claridad, no solamente lo dije, sino que llevé a cabo la decisión de no presentar mi nombre. En esta oportunidad tenía esa misma decisión, pero, repito, se ha producido ese llamamiento y veo que ha suscitado entusiasmo.
¿Habló con el presidente Petro antes de tomar esta decisión?
Obviamente lo consulté con él. Le pregunté y no se opuso a la decisión, lo cual, para mí, fue suficiente.
Esta aspiración está inevitablemente marcada por el juicio contra Álvaro Uribe. ¿El fallo de la justicia influyó e impulsó su decisión de lanzarse?
Yo creo que es un momento importante de mi vida personal; no es cualquier clase de enfrentamiento judicial, pero diría que no es lo determinante. Para mí juegan otros factores, entre ellos el hecho de que las organizaciones que están en la base de nuestro proyecto así lo piensen. Ese, para mí, es el elemento y el ingrediente determinante de esta decisión, no si he tenido o no éxito en tal o cual tarea. Porque para mí la política, y en eso intento ser coherente, es un servicio más que una aspiración personal, una carrera o una meta que se proponga un individuo. Yo creo en el proyecto, en lo colectivo y en las decisiones que se toman pensando siempre desde las comunidades y la gente.
¿Cree que el asunto jurídico puede generar que se deforme la campaña política?
Es posible que eso tenga alguna incidencia, pero no creo que afecte, como tal, el desarrollo de la decisión de la ciudadanía. Aquí los ciudadanos van a tomar una decisión sobre la base de ideas, propuestas y programas. Espero que ese sea el elemento central de esas decisiones. Sobre si una u otra sentencia en este proceso tendrá una influencia, es posible, pero no creo que sea el elemento determinante. Ahora, también diría lo siguiente: el expresidente Uribe está haciendo política, como lo ha hecho toda su vida, y yo hago lo propio porque somos actores políticos. Lo que no sería admisible es que a quien ha sido condenado por la justicia no se le cuestione y pueda hacer política, mientras que quien ha sido víctima de su acción, ya probada con una sentencia judicial, no pueda hacerlo.
Iván Cepeda, senador del Pacto Histórico y precandidato presidencial. Foto:Milton Díaz. EL TIEMPO
¿Dialogó con los otros precandidatos del Pacto antes de dar a conocer su precandidatura?
Sí, lo he hecho de manera permanente con todos y cada uno de ellos, en un diálogo muy respetuoso, muy constructivo y procurando que nuestro trabajo sea lo más articulado posible como precandidatos. Antes lo hacía como dirigente y senador; ahora lo hago como precandidato.
Se dice que algunos de ellos estarían dispuestos a acompañarlo y a bajarse de su aspiración. ¿Le han manifestado ese respaldo directamente?
Respaldo sí, pero no hemos hablado de renuncias o de adhesiones, y en eso quiero dejar muy claras las cosas. Soy muy respetuoso de cada una de esas aspiraciones y, desde mi perspectiva, no voy a solicitar ni he pensado en solicitar a nadie que retire su nombre de esta justa, porque creo que aquí debe ser la ciudadanía la que tome las decisiones.
En esa consulta estará Daniel Quintero, quien genera resistencia dentro del Pacto. ¿Coincide con otros aspirantes en que él debe ir a la consulta de marzo?
Creo que su nombre ya está, como se ha dicho, en la nómina de precandidatos, y será la ciudadanía la que tome la decisión, en este caso con relación al Pacto Histórico.
Daniel Quintero, exalcalde de Medellín Foto: Jaiver Nieto Álvarez. EL TIEMPO
¿Ha trazado una estrategia de cara a esa consulta y a una eventual consulta en marzo con otros sectores?
Como todas las cosas en mi vida, con mucha autenticidad. No me voy a convertir en otro, no voy a crear un personaje para esta elección. No soy amigo de la política espectáculo, ni de transmutarse para obtener un fin o provocar una especie de efecto psicológico en los votantes. Yo soy lo que soy: una persona que dice lo que piensa y hace lo que piensa. Es decir, no soy una creación de la publicidad electoral. Así que los electores y electoras tienen lo que ven, y lo que ven son mis propuestas, mi vida, mis convicciones más profundas, mi programa, que es el mismo programa del Pacto Histórico, seguramente actualizado después de un ejercicio deliberativo, poniendo algunos énfasis y haciendo tal vez algunos cambios en relación con las prioridades. Pero el programa que yo defiendo es el programa que hemos sostenido en estos años y que, seguramente, vamos a desarrollar en los próximos.
Usted habla de austeridad en campaña. ¿Es posible competir contra las maquinarias políticas con esa estrategia?
He sostenido, infructuosamente debo decirlo, durante años, la necesidad de una rebaja salarial para los congresistas, y espero que, cuando sea presidente, pueda hacer realidad esa aspiración: no solamente con relación a los salarios de los congresistas, sino también comenzando por el salario presidencial y de los ministros. Quiero examinar esa situación porque considero que la austeridad debe ser un principio de la actuación política. Cuando la política comienza a deslizarse por ese camino pantanoso y, a veces, fácil de disponer de cada vez más recursos para gastar en cosas absolutamente innecesarias, se puede llegar a la corrupción. Es decir, para mí, el derroche puede significar un camino hacia la corrupción.
En esta campaña vemos discursos bastante beligerantes desde distintos sectores. ¿Cómo hacer política en ese ambiente tan hostil y evitar caer en lo mismo?
Con respeto y con ideas, eso sí, también con firmeza. Yo por supuesto que me atengo al principio de respetar a mis compañeras y compañeros, pero también a mis adversarios. Lo he practicado durante toda mi vida política y voy a hacerlo realidad también en esta campaña, lo que no significa que no me defienda cuando me atacan. Lo haré, no atacando a las personas o respondiendo con insultos, agravios o campaña de descrédito, sino con las herramientas que da el Estado de derecho. Incluso en estos días he tenido ya que apelar a esos mecanismos y procedimientos, porque del lado del expresidente Álvaro Uribe y de sus hijos, y de el director de su partido político, se ha desatado una campaña de agravios, calumnias y amenazas que yo debo evidentemente contrarrestar con una acción en justicia.
¿Usted ve eso como una campaña orquestada para afectar su candidatura?
Pues, si el hijo del expresidente Uribe, Tomás Uribe, llama desde su cuenta de X a la ciudadanía a que entregue supuesta información que pruebe o demuestre relaciones con las Farc o con el narcotráfico, yo tengo que concluir que hay una campaña en curso, porque esa fue la misma campaña que hizo su padre. Es más, no sé hasta dónde esa es una campaña del hijo y no, nuevamente, del padre, quien lo que hizo fue llamar, a través de su cuenta de Twitter, a decenas de falsos testigos para que declararan en mi contra. El resultado de eso fue lo que terminó ocurriendo: una sucesión de sobornos y fraudes procesales que desembocó en una condena.
¿Cómo interpreta la decisión del expresidente Uribe de pedir que su juicio no prescriba?
Eso es una estratagema de carácter político y electoral, porque lo podría haber hecho en cualquier momento. Es más, podría haberlo hecho cuando se le solicitó en el juicio. Hay que recordar que la bancada de víctimas, a través de uno de sus abogados, en un momento en que existía el peligro de que efectivamente se llegara a la prescripción de la acción penal, solicitó que Uribe renunciara a la prescripción y, en ese momento, se rechazó esa posibilidad. La pregunta es: ¿por qué ahora sí? ¿Qué pasó nuevo en todo este proceso? Bueno, lo nuevo es que ya hay una condena. Lo nuevo es que ya tenemos la certeza de que habrá una decisión. Antes había una decisión prevista, antes de que se produjera el vencimiento de los términos, y entonces, ahora que ya hay esa certeza, el expresidente decide renunciar a la prescripción. Lo que está buscando, sencillamente, es seguir haciendo campaña electoral sin que medie una decisión judicial que eventualmente lo pueda privar de la libertad.
Foto de los siete de los precandidatos del Pacto Histórico para la consulta de octubre. Foto:@PactoHistórico
Petro llegó al poder en 2022 con alianzas que luego él mismo reconoció como un error. ¿Está dispuesto a hacer alianzas para llegar a la presidencia?
Estoy absolutamente empeñado en que, una vez terminemos nuestro proceso interno decisorio, construyamos un frente amplio. De hecho, en este momento ya estamos en conversaciones y discusiones con distintos sectores para ese fin, porque soy consciente de la necesidad de gobernar con una diversidad de posiciones. Que estemos, eso es muy importante, de acuerdo en un mismo programa, pero que la coalición de gobierno represente el mayor arco posible de fuerzas políticas. Y no solo eso: cuando llegue al Gobierno, buscaré lograr uno o múltiples acuerdos que impliquen al mayor espectro de fuerzas políticas, sociales y económicas del país para resolver los problemas.
Pero eso era lo que planteaba el presidente Petro al principio del Gobierno, estrategia de la que después termina arrepintiéndose. ¿Por qué insistir en esa forma?
Porque es la única que puede representar el camino para la solución de los problemas, o de algunos de los problemas más graves que tiene el país. Si no logramos, como nación, ponernos de acuerdo en un número de políticas de Estado que son fundamentales, no vamos a poder avanzar en el cambio que queremos para la sociedad colombiana. Me refiero a asuntos como la paz, el narcotráfico, el cambio climático, nuestras relaciones exteriores; es decir, aspectos que considero exceden con mucho una postura ideológica o unilateral y que requieren el concurso de todas las visiones que existen en el país.
Usted hace mucho énfasis en que seguiría el programa de gobierno del presidente Petro. ¿No cree que eso le puede jugar en contra?
Vamos a dar continuidad a los aspectos más relevantes y exitosos del Gobierno, y también a consultar a la ciudadanía sobre las críticas y los aspectos que deben ser modificados. La política de paz es una política necesaria: yo no haré un gobierno que no tenga una política de paz, eso está descartado. Mi gobierno tendrá política de paz. Ahora bien, ¿será idéntica a la que tenemos actualmente? Probablemente habrá cambios, pero esos cambios se harán una vez que consultemos a mucha gente y tengamos una visión clara de cuáles han sido los resultados favorables, cuáles no tanto y dónde están los fracasos. No comparto la idea de que haya políticas del Gobierno que hayan fracasado totalmente.
¿Con qué temas se queda?
Vamos a dar continuidad a los aspectos más relevantes y exitosos del Gobierno, y también a consultar a la ciudadanía sobre las críticas y los aspectos que deben ser modificados. La política de paz es una política necesaria: yo no haré un gobierno que no tenga una política de paz, eso está descartado. Mi gobierno tendrá política de paz. Ahora bien, ¿será idéntica a la que tenemos actualmente? Probablemente habrá cambios, pero esos cambios se harán una vez que consultemos a mucha gente y tengamos una visión clara de cuáles han sido los resultados favorables, cuáles no tanto y dónde están los fracasos. No comparto la idea de que haya políticas del Gobierno que hayan fracasado totalmente.
¿En dónde se ha fallado?
En primer lugar, la corrupción. Necesitamos desarrollar un sistema de alerta temprana y un combate contra la corrupción más eficaz, porque ha sido muy doloroso, para quienes integramos este proyecto político, tener que enfrentar escándalos como el que se presentó en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo. Eso no puede volver a ocurrir. Ahora bien, el problema es que el Estado colombiano está corroído por la corrupción; no es un problema de uno u otro gobierno. Hay que atacar la corrupción en todas sus expresiones y, sobre todo, en su raíz. Así que allí habrá una reflexión muy seria y, más que hacer anuncios en este momento, vamos a elaborar una posición que nos permita golpear con toda la eficacia y potencia posible a los corruptos.
Iván Cepeda, senador del Pacto Histórico y precandidato presidencial. Foto:Milton Díaz. EL TIEMPO
Este tema de la UNGRD seguramente será uno de los cuestionamientos que se le echen en cara en debate. ¿Cómo responderle al país frente a este caso?
Cuando hay equivocaciones, errores y problemas, no se pueden ocultar. Aquí hay que, en primer lugar, reconocer dónde han estado esas equivocaciones, y nombrar al señor Olmedo López fue una equivocación terrible que el propio presidente reconoció ante el Congreso de la República, razón por la cual pidió perdón al Congreso y al país en una de las sesiones de instalación. En segundo lugar, tenemos que examinar este asunto. Repito: aunque es un tema muy trillado, que aparece siempre en el debate público y alrededor del cual existen muchos lugares comunes, el Gobierno requiere dotarse de los instrumentos de una política que, en este caso, tiene que ser penal y criminal, para lograr combatir efectivamente la corrupción y recuperar los recursos que se están yendo por esa vía. Creo que esa puede ser una de las claves para aliviar el déficit fiscal, entre otras cosas.
¿Cuál es su propuesta para luchar contra la criminalidad?
Nosotros debemos hacer que la política de seguridad, aunque suene como un lugar común, vaya de la mano con la política de paz y reconciliación. Es necesario reforzar la presencia social del Estado en los territorios y, al mismo tiempo, promover alianzas público-privadas que permitan transformar las economías ilícitas en proyectos productivos legales y sostenibles. No se trata solo de sustituir cultivos, sino de sustituir economías enteras. En segundo lugar, hay que fortalecer sin duda a la Fuerza Pública y a la Policía en las grandes ciudades, para enfrentar con mayor eficacia la inseguridad urbana que atenta gravemente contra la vida y el patrimonio de los ciudadanos. Y, de manera paralela, debemos golpear severamente a las estructuras criminales que persiguen a líderes sociales, a los firmantes del Acuerdo de Paz, a los defensores del medioambiente y a quienes defienden los derechos humanos en los territorios.
Si llega a la presidencia, ¿mantendrá todas las siete mesas de paz?
En los casos donde haya avances verificables y perspectivas, por supuesto. Yo soy partidario del diálogo. Estuve en la mesa con el Eln durante dos años y medio, y aunque hoy el proceso de negociación está suspendido, sigo creyendo firmemente en la necesidad de avanzar en un acuerdo de paz con esa organización. Hablamos de un conflicto armado que ya completa 60 años y que solo puede resolverse mediante el diálogo. Mi expectativa es que, en lo que resta de este Gobierno, se logre avanzar en esa negociación y que haya desarrollos posteriores que permitan darle un cierre definitivo.
Delegación del Gobierno en la mesa con el Eln. Foto: Oficina del CONSEJERO Comisionado DE Paz
Pero sectores culpan a la ‘paz total’ de la situación que vive el país…
A mí me parece absurda la tesis de que la violencia y la guerra se producen porque hay política de paz. Eso no lo comparto, no me parece que sea una tesis que pueda sostenerse y que, además, es contraria. Lo voy a decir de la siguiente manera: el anterior gobierno, el gobierno del expresidente Iván Duque, no tuvo política de paz, y la realidad es que en ese gobierno no solamente crecieron, sino que se fortalecieron exponencialmente los grupos armados. Así que las razones por las que hay violencia y conflicto armado, y crece el control territorial de los grupos, están en otra parte; no porque haya política de paz, sino porque hay economías ilícitas, porque la economía del narcotráfico se ha no solo transnacionalizado, sino globalizado, no porque crezcan los cultivos, sino porque están creciendo los mercados de la droga ilegal e igualmente la minería ilegal. Entonces, es allí donde hay que poner el énfasis. El problema de la inseguridad tiene que ver, repito, en muchos lugares, especialmente en las zonas rurales, con desarrollar una transformación territorial de carácter social, con la presencia del Estado y también con las alianzas entre el Estado y la empresa privada.
¿En caso de llegar a ser presidente mantendrá la misma postura con respecto a Israel?
Sí, yo considero que no hay ningún cambio, por lo menos hasta el día de hoy, que permita que la política sea distinta. El actual gobierno de Israel ha perpetrado y sigue perpetrando un genocidio, y creo que con un gobierno que está cometiendo un crimen de esa naturaleza no puede haber relaciones normales, a no ser que se produzca un cambio significativo, y sobre esa base habrá que juzgar. Pero ya que hablamos de política exterior, yo quisiera señalar un énfasis que voy a darle a las relaciones exteriores, y es que hoy, por todas las circunstancias que hay en las relaciones internacionales y el surgimiento de un mundo multipolar, se ha acentuado el riesgo de una guerra nuclear. Eso no es hoy un simple temor o una conjetura: estamos ante la realidad de una posible utilización de armas nucleares en cualquiera de los conflictos armados internacionales. Así que mi gobierno lanzará un llamado esencial a que la paz, a que la búsqueda de la imposibilidad de que ocurra un enfrentamiento de esa naturaleza hoy, sea un asunto que se plantee internacionalmente.
¿Y Venezuela?
Las relaciones que ha tenido el actual gobierno, a mi modo de ver, han estado ubicadas en el terreno correcto. La relación Colombia-Venezuela no es cualquier tipo de relación. Tenemos una frontera en la cual hay 12 millones de personas, cinco del lado colombiano y siete del lado venezolano, en la cual hay unos intereses económicos muy importantes para el país, y es una de las fronteras estratégicas de Colombia. Así que la política que desarrollemos con relación a Venezuela tiene que combinar, al mismo tiempo, nuestra soberanía, la defensa de nuestros principios, que están en la Constitución, por supuesto, y en los tratados internacionales que hemos suscrito como Estado, pero también la seguridad, el bienestar, la convivencia y la cooperación entre ambas naciones.
El presidente Petro insiste en que la estrategia de Estados Unidos en el Caribe contra el narcotráfico es la antesala de una intervención, ¿lo ve usted igual?
Veo una presencia inusual, absolutamente desmesurada, de Estados Unidos en las fronteras entre Colombia y Venezuela, y eso seguramente es motivo de enorme preocupación, porque ya hemos escuchado a algunos funcionarios de la Casa Blanca o a congresistas formular afirmaciones que pueden ser de una peligrosidad enorme. El que se quisiera intervenir en Venezuela militarmente podría llevarnos a escenarios imprevisibles y de altísima peligrosidad.
CAMILO A. CASTILLO
Redacción Política
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