En el año 2003, Colombia alcanzó la cúspide de su trayectoria en los torneos juveniles organizados por la FIFA. Con el liderazgo de Reinaldo Rueda, el equipo sub-20 de Colombia logró una hazaña histórica al posicionarse en el tercer lugar de la Copa Mundial en los Emiratos Árabes Unidos. Este logro es único, ya que, hasta el día de hoy, ningún otro conjunto juvenil ha conseguido un resultado tan destacado en dicha competencia.

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La plantilla que representó al país en ese torneo fue un verdadero equilibrio entre juventud y talento, con varios jugadores que posteriormente se consagrarían en la selección nacional de mayores. La inclusión de figuras como Abel Aguilar, Freddy Guarín, Macnelly Torres, Edixon Perea, Víctor Montaño, Erwin Carrillo y Javier Arizala fue fundamental. Todos ellos fueron protagonistas en un torneo que definió el rumbo de una generación entera.

Estos jóvenes futbolistas demostraron no solo su capacidad técnica y comprometida, sino que también supieron manejar la presión, mostrando una personalidad fuerte, un notable talento ofensivo y una disciplina táctica envidiable. Estos elementos fueron claves para que Colombia se convirtiera en una de las grandes sorpresas del campeonato internacional.

La carretera de Colombia Sub-20 2003

Durante la fase de grupos, el potencial del equipo se hizo evidente desde el primer instante. El debut se selló con un empate en blanco 0-0 contra Egipto, seguido de una victoria contundente por 4-1 sobre Japón. Para cerrar la etapa grupal, lograron otro empate, esta vez 0-0, contra Inglaterra, resultado que les permitió clasificar a la siguiente ronda de manera invicta.

En octavos de final, Colombia se midió ante Irlanda en un partido electrizante, donde se definió el encuentro con un gol de oro de Erwin Carrillo, llevándolos a una victoria por 3-2. Posteriormente, en cuartos de final, se enfrentaron a los anfitriones, Emiratos Árabes Unidos, a quienes derrotaron 1-0, gracias a un gol crucial de Víctor Montaño.

Sin embargo, la ilusión por alcanzar la final se desvaneció en las semifinales, donde se toparon con España. En este match, el único gol del encuentro fue un penalti transformado por Andrés Iniesta, que dejó a Colombia fuera de la pelea por el título.

A pesar de este duro golpe, el equipo no cedió ante la adversidad y el duelo por el tercer lugar fue un verdadero testimonio de su resiliencia. Lograron superar a Argentina con un resultado de 2-1, gracias a los goles de Edixon Perea y Carrillo, asegurando así la medalla de bronce, el mejor resultado en la historia de Colombia en esta categoría.

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Aquel torneo mundial no fue solo la obtención de una medalla, sino un símbolo de que el fútbol juvenil colombiano estaba capacitado para competir al más alto nivel. Esta campaña memorable se mantiene en la memoria colectiva como la mayor hazaña del equipo nacional de Colombia Sub-20.

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