Noroeste Santa Marta, La Motonave clase GO-SPAD cruzó el Mar Caribe con un cargamento que buscaba burlar el control público. Sin embargo, el radar de un avión patrullero Armada Nacional Detectó su movimiento errático.
Inmediatamente se activó una operación de interdicción, lo que dio como resultado que uno de los L’sLos mayores ataques de los últimos meses en la región.
“Fue acoso durante varias horas”, dijo el oficial. Protección costera Santa Marty, quien participó en el operativo. “Motonave intentó evitar realizar maniobras bruscas, pero la unidad de reacción rápida logró interceptarlo antes de que abandonara aguas colombianas”.
A bordo las autoridades encontraron 63 bolsas que contenían 2.397 paquetes rectangulares de marihuana con un peso total de 1.400 kilogramos. Stash, según la Marinaestaba destinado a ser vendido en Centroamérica.
Números que revelan impacto
La incautación representa un impacto económico de más de $8,4 millones para las redes criminales que operan en el Caribe colombiano. En términos de consumo, sería este. Más de 230.000 dosis de marihuana, listas para su distribución en el mercado internacional.
Tres tripulantes –Dos costarricenses y nicaragüenses– Fueron capturados en Flagrancia y entregados a las autoridades judiciales. La embarcación y la carga fueron trasladados a un puerto seguro en la costa del Magdalena.
Búsqueda por Caracostas y Marina. Foto:Archivo privado
“El Caribe colombiano se ha convertido en un punto estratégico para el narcotráfico hacia Centroamérica y Estados Unidos”, afirmó el analista de seguridad Luis Fernando Bonilla. “Cualquier ataque de este tipo es importante, pero también muestra la fortaleza logística y financiera de los grupos que controlan estas rutas”, añadió.
El poder invisible de las organizaciones armadas
Según informes de inteligencia, Magdalena y la zona costera entre Santa Marta y La Guajira Son objeto de una disputa por estructuras vinculadas a los grupos de defensa de los Clanes de la Sierra y del Golfo, así como por redes locales que operan en alianza con carteles centroamericanos. Estas organizaciones utilizan lanchas rápidas, viñedos secretos y puntos de carga en zonas de difícil acceso.
Una fuente de la policía antidrogas reveló que los grupos armados “mantienen vínculos con pescadores, transportistas y residentes de comunidades costeras”, “aprovechando la falta de oportunidades económicas y el limitado control sobre el Estado”.El tráfico de drogas sigue siendo un negocio rentable en el cinturón del país. Cada tonelada es sólo una parte del verdadero flujo que logra desaparecer, afirmó el funcionario.
La frontera marítima como escenario del crimen
En los últimos tres años, la Armada Nacional ha incautado más de 60 toneladas de drogas ilícitas en el Caribe colombiano, cifra que toma en cuenta la magnitud del problema. Santa Marta, por su ubicación estratégica y cercanía a las rutas hacia Panamá, se ha convertido en un corredor crítico.
Surgimiento de la zona turística de Santa Marta. Foto:Cortesía de Juan Vives
“Estas organizaciones no son sólo drogas de carretera”, advierte Norma Vera, defensora de los derechos y experta en derechos humanos y conflictos. “También ejercen control social, imponen normas y en algunos sectores rurales son vistos como autoridades de facto. El golpe de esta semana no sólo afecta sus finanzas sino también su imagen de impunidad”, afirmó.
Un golpe que no detiene la guerra
La incautación de esta tonelada de marihuana es un triunfo en la lucha contra el narcotráfico, pero también una señal de que la guerra sigue abierta. Cada embarcación capturada revela el poder económico, la red internacional y la adaptabilidad de los grupos que operan en el Caribe.
“Mientras haya demanda en el exterior seguirán buscando rutas”, concluyó el analista Bonilla. “Lo importante es que el Estado no le dé al mar ni un solo centímetro. Porque allí, en estas aguas, se recrea el futuro de nuestra soberanía”.
Roger Urieles, durante Santa Marta. W x @rogeruv