Cuando vi a Coco por primera vez, pensé en poner controles parentales sobre lo que mi hijo Fidel podía ver. Entré con una idea preconcebida a revisar la historia de Coco y al entrar en la aventura de la película pude empezar a dimensionar la historia que contaba la historia sobre la importancia de la memoria y luego se volvió más compleja cuando me alertó sobre la importancia. nombre, como forma de sustentar la vida.
En una de las escenas donde explican las consecuencias de no ser recordado en el mundo de los vivos, Héctor es un personaje que lleva años sin nombre, encarnando al personaje que nos explica que morir no es lo mismo que desaparecer. La película narra que cuando uno de los muertos ya no tiene nombre, desaparece y ese es el único momento en que deja de existir.
En el caso de Héctor, Coco va a visitarlo y es testigo del momento en el que ese olvido borra su existencia, hecho que se enmarca en colores oscuros y deja al espectador con una sensación de tristeza y vacío.
Lo que pasa con Héctor primero me hizo preguntarme, por un lado, cómo se lo explicaré a Fidel, ya que fue más complicado de lo que esperaba, y por otro lado, me hizo pensar en el papel que juega la memoria histórica en la perpetuación de las historias de las víctimas del conflicto armado en Colombia.
En este sentido, es posible decir que la memoria histórica en Colombia nos ha permitido abrir espacios donde lo sucedido en el conflicto ingresa al discurso cotidiano y nos permite mostrar el escenario de la disputa para contar lo sucedido en el país, permitiéndonos mantener la imagen de los seres queridos y asegurando que ninguna víctima desaparezca por el silencio. Por lo tanto, la memoria histórica en Colombia le ha permitido a su sociedad tener un relato sobre sí misma y enfrentar su pasado como una forma de resistencia al olvido, que es la muerte real.
En este sentido, cuando vi la película Coco, pude ver la importancia de volver a contar lo sucedido, de desafiar la memoria, de tender un puente de quienes recuerdan la muerte para comprenderla, de honrar a quienes ya no están y de reconstruir su existencia recordándolos.
Finalmente, al ejercer el control parental sobre el contenido de una película infantil, encontré un archivo para compartir con Fidel la belleza de mantener abiertos los recuerdos para que haya un discurso vivo, tan vivo como la imagen de una persona que vive en nuestros corazones.
Porque el derecho a recordar debe incluir también el derecho a recordar.
* Profesor universitario