El 6 de noviembre de 1985 es una fecha que quedará grabada en la memoria colectiva de Colombia, no solo por ser un día en el que se desató uno de los eventos más trágicos en la historia del país, sino también por la forma en que los medios de comunicación absorbieron y manejaron la situación. Mientras la guerrilla del M-19 llevaba a cabo la toma del Palacio de Justicia en Bogotá, el Ejército colombiano hacía esfuerzos por recuperar el control de este emblemático edificio. Sorprendentemente, en medio de este caos, la televisión colombiana decidió transmitir un partido de fútbol, específicamente el encuentro entre Millonarios y Unión Magdalena.
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En medio de bombas en la toma del Palacio de Justicia, jugaron Millonarios y Unión Magdalena
Los jugadores en el Estadio El Campín vivieron una jornada que muchos catalogarían como surrealista. A pesar de estar en un evento deportivo, pudieron escuchar el sonido de las sirenas y, en la distancia, los retumbos de las explosiones del combate.
Eduardo Retat, el director técnico de Unión Magdalena, relata cómo instó a sus jugadores a estar alerta, pidiéndoles que sintonizaran la radio para comprender la magnitud de lo que realmente estaba ocurriendo en el país. La atmósfera en el estadio era tensa; la asistencia era escasa y los hinchas, visiblemente nerviosos, apenas celebraban los goles.
Los narradores del encuentro, en un intento por ofrecer una cobertura más tranquila y centrada en el partido, ignoraban el drama nacional que se desarrollaba a su alrededor, como si el fútbol pudiera servir de distracción ante la inminente tragedia. En un contexto que de hecho era relevante, el partido, al que se le asignó menos importancia, era un partido válido para el campeonato de 1986 y concluyó con un marcador de 2-0 a favor del Embajadores, frente a más de 8.000 espectadores que se encontraban en el estadio.
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Esta silenciación de la realidad, en medio de un evento que además era tan significativo para muchos, nos recuerda la complejidad de la situación en Colombia durante esos años. En definitiva, es un recordatorio de cómo el deporte y la política pueden entrelazarse de maneras inesperadas.
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