La figura de Francesca Albanese está en el punto de mira del Gobierno de Donald Trump. Sus informes sobre los crímenes israelíes contra Palestina molestan en Tel Aviv y en la Casa Blanca, y sus investigaciones sobre la complicidad de empresas y de Estados occidentales tampoco han sentado nada bien en muchas capitales europeas.

Washington aplica sanciones contra ella desde antes del verano, lo que le impide viajar a Estados Unidos o recibir pagos de entidades o ciudadanos estadounidenses, entre otras cosas. Es la primera relatora en la historia de Naciones Unidas que recibe este tipo de penalización, también aplicado contra la Corte Penal Internacional.

Esa animadversión contrasta con los grandes apoyos sociales que Albanese ha congregado a nivel global. Ella se limita a hacer su trabajo –investigar lo que ocurre en Palestina– y a cumplir el mandato asignado por la ONU. Habla el idioma del derecho internacional sin miedo, con un compromiso firme, y prepara ya un nuevo informe, que estará centrado en las torturas y abusos sexuales contra población palestina.

Recién regresada de Sudáfrica, nos atiende por videoconferencia desde Italia en esta entrevista, realizada para el podcast ‘Donde callan las armas’, del Centre Delàs de Estudios por la Paz, que se emite desde hoy en plataformas y en elDiario.es. En ella recuerda que, ya en enero de 2024, la Corte Internacional de Justicia advirtió del riesgo de genocidio en Gaza. Desde entonces, si no antes, los países tenían la obligación de adoptar medidas.

Su último informe, publicado recientemente, se titula ‘Genocidio en Gaza: un crimen colectivo’ y en él pide a los Estados que suspendan sus relaciones y alianzas con Israel

Así es. En él argumento que, sin el apoyo diplomático, político, militar, económico y comercial de demasiados Estados, Israel no habría podido alcanzar ese nivel de impunidad, ni habría tenido la capacidad de aumentar la violencia contra los palestinos, pasando de un apartheid colonial de asentamientos a un genocidio.

Los Estados miembros han permitido que Israel continúe construyendo colonias para desplazar por la fuerza a los palestinos de la tierra que supuestamente es para su autodeterminación, para su Estado soberano e independiente. ¿Cómo se suponía que iba a materializarse ese Estado mientras Israel continuaba construyendo colonias, desplazando por la fuerza a los palestinos durante medio siglo y arrestando a miles cada año?

Israel jamás ha rendido cuentas por nada. Incluso ahora, tras la muerte de al menos 70.000 personas, entre ellas más de 20.000 niños, los líderes israelíes siguen siendo recibidos con total impunidad. Israel continúa siendo miembro de Naciones Unidas, participa en el Mundial de Fútbol y es recibido en la Bienal de Venecia. No hay ninguna consecuencia.

Ha existido un nivel de impunidad y aquiescencia ante los crímenes de Israel que ha creado el entorno perfecto para que Israel siga cometiendo genocidio contra los palestinos, destruyéndolos como grupo.

En su informe también solicita suspender a Israel de Naciones Unidas hasta que cumpla. ¿Por qué y cómo se podría llevar a cabo esto?

Con voluntad política. Estuve recientemente en Sudáfrica y comprendí algo muy importante. Nelson Mandela decía “nuestra libertad será incompleta sin la libertad del pueblo palestino” porque Palestina fue el último experimento colonial de asentamiento europeo. Esto es lo que vinculó a Sudáfrica con el apartheid: el colonialismo occidental.

El pueblo judío, después del Holocausto, en muchos casos, no tenía adónde ir. Pero se trasladaron a Palestina no como migrantes ni como refugiados, sino como parte de un proyecto que ya había diseñado el despojo de la población nativa. Y esto ha sido sostenido por los países occidentales, principalmente por Estados Unidos, que ha usado a Israel.

Cuestiono la idea de que Israel controla a Estados Unidos. No, no, es al revés. Es Estados Unidos el que necesita a Israel.

¿En qué sentido?

Como puerta de entrada para controlar una gran región rica en recursos, donde además ya cuenta con numerosos aliados. Y donde está culminando su plan para aniquilar cualquier forma de resistencia.

El Gran Israel no es un proyecto de control territorial, sino de una dominación casi metafísica para controlar los recursos. A veces los líderes israelíes aparecen blandiendo mapas del Gran Israel que abarcan desde el Nilo hasta Irak. Oigo a la gente decir que eso nunca sucederá, que Israel jamás ocupará desde el Sinaí hasta Irak. Pero, ¿acaso no está sucediendo ya?

Porque miren cómo los supuestos adversarios de Israel han sido derrotados uno a uno. No defiendo a Sadam Hussein o a Gadafi como dictadores que, al mismo tiempo, fueron aliados ‘convenientes’ de Occidente hasta que dejaron de serlo. Irak ha caído, Libia ha caído, Siria ha caído.

Los palestinos hoy son la espina clavada no solo de Israel, sino de todo el sistema, porque son el último pueblo que resiste. Por eso entiendo que ahora más que nunca se haga hincapié en el movimiento antiapartheid, que debe tener un alcance global.

Desde este movimiento contra el apartheid, ¿Qué papel pueden y deben desempeñar sindicatos, juristas y la sociedad civil, a los que en su informe pide que actúen?

Tenemos que comprender el ‘efecto Palestina’. Palestina ha supuesto un despertar, la píldora roja en Matrix: nos ha mostrado el mundo en el que vivimos. Esto no es nuevo, porque ¿cuántas personas han muerto o han sido eliminadas? ¿Cuántas han sido borradas por el colonialismo de asentamientos?

Hoy entendemos que siguen los intereses financieros y multinacionales que controlan a la gente o sus recursos. Sus recursos y sus pueblos están en medio, son molestos, por eso es necesario matarlos [ríe con amargura], para asegurarnos de que sean pacificados, ya sea esclavizados o domados.

Hoy Palestina nos demuestra que estamos unidos en el sentido de que, si no poseemos los grandes capitales, si no controlamos los algoritmos, si no tenemos acceso al poder militar —que aún está parcialmente en manos de los Estados, pero cada vez más también en manos de mercenarios—, si no formamos parte de él, somos vulnerables. En cierto modo, somos los que queremos la paz, y creo que yo también formo parte de ello como integrante del sistema de derechos humanos.

Hay anticuerpos pacíficos que aún quieren preservar la paz y resistirse a este sistema. Es importante comprender que existe algo que opera como un apartheid global. El apartheid es un sistema de dominación impuesto por un grupo racial sobre otro u otros, e incluye la comisión de actos inhumanos. Esto es lo que vemos hoy.

Existe un apartheid global porque Israel está protegido por una comunidad global. Ante ello, hay gente que se rebela contra el sistema, hacen huelgas, protesta, muestran desacuerdo. Pero necesitamos pasar del despertar a la estrategia de resistencia. Rebelarse. ¿Es eso una llamada a la lucha armada? En absoluto. Pero la resistencia pacífica debe ser activa.

¿Cómo?

De muchas formas. Los ciudadanos deben dejar de comprar ciertos productos, sobre todo, los fabricados en Israel, pero también todos los productos relacionados con la ilegalidad de la ocupación. Es probable que las empresas que explotan y se benefician del genocidio palestino sean también las que se benefician de la crisis en Sudán y en Congo, y de la crisis de acceso a los derechos humanos en Europa.

Pensemos en Airbnb. Airbnb está transformando los centros de nuestras hermosas ciudades en dormitorios, en alojamientos tipo bed and breakfast, agravando la crisis de la vivienda, desplazando a la gente y cambiando la vida de nuestras comunidades. Ya no hay espacios culturales en los barrios. Vi esto por primera vez en Madrid, hace más de una década. Y ahora está sucediendo en Italia.

Todo se está convirtiendo en funcional para el mercado, funcional para que alguien se enriquezca cada vez más. Algunos se benefician, pero la mayoría no. La mayoría pierde. Por eso necesitamos descubrir un nuevo sentido de solidaridad.

Palestina refleja dónde estamos, quiénes somos hoy. Y todos nos encontramos automatizados, debilitados y frágiles en esta situación. Por eso creo que es importante observar y actuar, comprender cuál es nuestro papel.

Las instituciones deben, ante todo y sobre todo, romper lazos con Israel, y luego comprender qué Estados están asociados a Israel. Las empresas deben desinvertir, y los ciudadanos deben, como mínimo, dejar de comprar los productos de la ocupación ilegal.

Tras la firma del plan de Trump en Sharm el-Sheikh, algunas entidades, como la Unión Europea, Eurovisión y otras, han dejado de decir que iban a estudiar la posibilidad de suspender sus acuerdos con Israel. ¿Están ignorando la ley internacional? 

No es que estén ignorando la ley: están violando la ley. Y están mintiendo y mintiendo con este plan. El alto el fuego es una mentira. No hay alto el fuego. No hay alto el fuego porque más de 250 palestinos han muerto en Gaza [por ataques israelíes] desde el supuesto alto el fuego.

Y no hay paz porque no hay justicia. ¿Cómo puede haber paz? Solo hay un genocidio que ha dejado menos de dos millones de supervivientes en Gaza que no podrán sobrevivir, que seguirán muriendo, oprimidos, sin tener acceso a sus derechos y menos aún a la justicia.

Es tan cínico lo que hacen nuestros líderes que es inconcebible. Jamás imaginé encontrarme frente a semejante hipocresía estructural e institucionalizada. Lo llaman alto el fuego, mientras los palestinos siguen muriendo por fuego israelí. Y la atención se ha desviado. Por un lado, continuarán diciendo que ya no hay necesidad de protestar, ridiculizan y reprimen las protestas.

Las conferencias sobre Palestina no pueden celebrarse en mucho lugares, esos vetos llegan ahora con más histeria que antes. Esta semana, el Collège de France canceló la Conferencia sobre Palestina, donde yo iba a hablar con Dominique de Villepin. En Italia, otra charla de un historiador muy famoso, con 50 años de experiencia docente y decenas de libros publicados, también fue cancelada. Y en Reino Unido, Starmer recibe al [presidente e Israel], Isaac Herzog: ya saben, tienen negocios que atender.

Los que están en el poder tienen negocios que atender, así que nos dicen: “Callad, volved a vuestros asuntos, no hay necesidad de protestar”. El plan [para Gaza] presentado en Sharm El Sheikh es lo que hace más evidente esa sensación de apariencia.

Por eso en este momento solidarizarse con Palestina es más importante que nunca. No se trata solo de ellos, se trata de nosotros. Se trata de nuestra libertad, porque no es normal vivir en una Europa que traiciona los valores a los que se comprometió.

Sí, se sigue comerciando y cantando con israelíes que han podido cometer crímenes de guerra, porque cualquiera que haya pasado por el Ejército israelí en los últimos dos años es muy probable que haya cometido crímenes contra palestinos, en Gaza o incluso en Cisjordania. Con el debido respeto, deberían ser investigados antes de venir a Europa.

Y a los Estados miembros: lo siento, pero las autoridades israelíes no deberían ser recibidas con alfombra roja en ningún sitio. Dado que en este momento la mayoría de los Estados en Europa están dirigidos por líderes que son cobardes o cómplices, es necesaria una resistencia continua por parte del pueblo.

En 1974 la Sudáfrica del apartheid fue suspendida como miembro por la Asamblea General de Naciones Unidas, hasta 1994. ¿Por qué ahora, tras dos años de genocidio, Israel no ha sido suspendido?

Porque el sistema es inteligente y se protege a sí mismo. Aprendió cómo se puede tolerar la impunidad, y sabe que hoy no estamos en la fase de descolonización, sino en la posterior al 11-S. Incluso algunos Estados africanos están muy activos, salvo Sudáfrica, con sus propias contradicciones, al igual que Namibia y Argelia. Pero hay pocos Estados que han tenido el valor de dar la cara por Palestina. Luego está Malasia; Indonesia, que no está muy segura. Es duro.

Realmente debemos pedir a los gobiernos que rompan relaciones con Israel, sabiendo que no lo harán. Por eso son los estibadores de toda Europa quienes deben ir a la huelga, con el apoyo popular. Debería haber un mes de huelga. Entiendo que es difícil, para todos.

¿Acaso creéis que mañana volveremos a la normalidad después de este genocidio? El sistema está mostrando su peor cara. Y esto es solo el principio. Nos estamos abriendo a nuevas formas de control y represión.

Miren Reino Unido: allí periodistas y activistas son detenidos bajo cargos de terrorismo. Miren Alemania, donde la policía de Berlín no pierde oportunidad de usar la porra para reprimir brutalmente a los manifestantes. Miren a Francia, un país supuestamente liberal, cancelando eventos, impidiendo protestas y manifestaciones. O Italia. ¿Dónde está la libertad?

La Unión Europea es ahora mismo la explicación de quién ha ganado la Guerra Fría. ¿Quién ha ganado la Guerra Fría? Ni siquiera es la democracia, es el neoliberalismo. Porque en aras de intereses económicos y financieros, todo lo demás, incluidas nuestras libertades, se sacrifica.

Hace unas semanas vimos a Netanyahu en la Asamblea de las Naciones Unidas. Usted no pudo asistir debido a las sanciones que le impuso Estados Unidos. ¿Qué significa esto? ¿Qué mensaje ofrece?

La debilidad del sistema. Estoy consternada por cómo han reaccionado los Estados miembros ante algo tan grave. Ya debería haber una acción ante la Corte Internacional de Justicia contra Estados Unidos por la violación de la Convención sobre Privilegios e Inmunidades y la Carta de las Naciones Unidas.

No tengo por qué caerles bien, pueden estar en desacuerdo conmigo. Incluso pueden intentar destituirme de mi mandato. Pero no pueden atacarme personalmente, porque esto es un golpe al corazón mismo del sistema de confianza de Naciones Unidas.

Estoy protegida por el derecho internacional por el ejercicio de mis funciones, de mi mandato. Y lo hago gratuitamente. ¿Por qué tienen que atacarme en mi patrimonio personal, en mis finanzas? Ya he dedicado tres años de mi vida a este mandato de forma altruista.

Hay muchas mentiras sobre mí, pero no importa, porque ensuciar la reputación de la gente, difamar, aniquilar a alguien, es parte esencial de la destrucción. Pero los Estados miembros me han dejado sola, mientras permiten que Estados Unidos se comporte como un bully, como un abusador puro y duro. Es un matón. A menudo lo comparo con la mafia, porque es un uso del poder tan violento y ostentoso que cabe preguntarse: ¿dónde están los otros 191 Estados miembros de la comunidad internacional?

Por eso pienso que pueden seguir atacándome, pero solo soy una. El movimiento ha comenzado y es un proceso de toma de conciencia; cuanto más daño le hagan a gente como yo, mayor será el despertar.

En su último informe nombra a España en cuatro ocasiones, en relación a las medidas aprobadas contra el comercio de armas, sobre las exportaciones de armamento realizadas desde España en estos dos años, las maniobras militares de España con Israel en el marco de los ejercicios INIOCHOS 2025 y el papel de los trabajadores en los puertos intentando bloquear el tránsito de armamento. ¿Qué tiene que hacer España ahora?

España, por diversas razones, ha estado a la vanguardia en Europa, junto con Eslovenia, en esta resistencia. Prácticamente ha estado sola. No creo que Irlanda o Noruega se hayan acercado a lo que ha hecho España. Y no diría España como Gobierno, aunque hay figuras muy íntegras que se han pronunciado abiertamente.

Hay una combinación de elementos exitosos en España. La libertad de prensa es uno de ellos, la libertad académica, se han logrado muchos avances en las universidades, no solo gracias a los estudiantes, sino también a la academia, a los propios profesores y trabajadores. Ha sido realmente interesante.

Al mismo tiempo, incluso España no está donde debería estar, aunque ha hecho mucho más y mejor que otros países de Europa, pero tiene que romper todos los lazos con Israel. Y hay que librar una batalla por la protección del multilateralismo.

Me ha desconcertado la resistencia de España, por ejemplo, a formar parte del Grupo de La Haya como una de las fuerzas líderes. Me refiero a este grupo de Estados que ha decidido cortar lazos militares, no ofrecer puertos para el transporte de mercancías hacia Israel y no ser un reducto de impunidad, permitiendo que la justicia funcione, principalmente para aquellos que tienen órdenes de arresto. Por ejemplo, no ceder espacio aéreo a los tránsitos de Netanyahu y otros como él.

Espero que España forme parte plenamente del Grupo de La Haya, pero también que impulse a otros países europeos a hacerlo. Eslovenia ya está dentro, y podría haber otros países como Bélgica, Luxemburgo o Irlanda.

Debemos ser conscientes de que es realmente mors tua, vita mea [tu muerte, mi vida]; si es por intereses económicos que no se pueden romper los lazos con Israel, tarde o temprano se nos volverá en contra y nos estrangulará. Realmente estamos alimentando serpientes en nuestro propio pecho, como decimos en italiano.

15/11/2025

Esta entrevista forma parte del podcast Donde callan las armas’, del Centre Delàs de Estudios por la Paz, que se emite en plataformas como Ivoox y Spotify.

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