En 1993, las Naciones Unidas (ONU) establecieron el 22 de mayo como el Día Internacional de la Biodiversidad, con el propósito de resaltar la crucial importancia de la diversidad biológica de nuestro planeta, tanto en lo que se refiere a sus especies vegetales como animales. Este día debía servir para recordar a la población mundial la necesidad urgente de proteger y fomentar la biodiversidad que nos rodea. Sin embargo, a lo largo de estos 25 años, la pérdida de flora y fauna ha continuado aumentando de manera alarmante, junto con la crisis de las especies en peligro de extinción que se intensifica día tras día.

Las actividades humanas son la fuerza motriz detrás de esta preocupante tendencia, que se ve agravada por el fenómeno del cambio climático. Así lo declaró el Secretario Ejecutivo de la Convención de la ONU para la Diversidad Biológica, Ahmed Djoghlaf, quien hizo referencia a un informe del Grupo Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC). Este informe revela que la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera no ha sido tan alta en los últimos 650,000 años. Además, Djoghlaf alertó que el mundo se enfrenta a una ola de extinción de especies sin precedentes, la mayor desde el periodo de desaparición de los dinosaurios. Las estadísticas son impactantes: cada día se extinguen aproximadamente 150 especies, y se estima que entre 18,000 y 55,000 especies desaparecen cada año. De hecho, alrededor del 25 por ciento de todas las especies estudiadas están en peligro de extinción.

Ahmed Djoghlaf destacó que el cambio climático es, sin lugar a dudas, una de las principales causas que contribuyen a la drástica pérdida de biodiversidad que experimentamos actualmente. De acuerdo con sus afirmaciones, para finales de este siglo, tanto las especies como los ecosistemas enfrentarán enormes desafíos para adaptarse a los cambios en temperatura y patrones de precipitación. Asimismo, el deshielo del Ártico plantea graves amenazas para la supervivencia de especies icónicas como el oso polar, entre otras.

Es importante señalar que las repercusiones del cambio climático son más severas en países que ya están en riesgo de extinción, como México, a pesar de no ser ellos mismos los principales contribuyentes al calentamiento global. Un caso concreto es el lago Victoria, que se ubica entre Kenia, Uganda y Tanzania en el centro de África, cuya superficie se ha reducido en un 30 por ciento en los últimos años. Se anticipa que entre el 25 y el 40 por ciento de las especies únicas de África se extinguirán en las próximas seis décadas. En México, se han registrado ecosistemas críticos como los arrecifes de manglares y corales, que son fundamentales para prevenir la erosión de las costas y para servir de refugio y alimento a una gran cantidad de especies marinas.

A lo largo del siglo XXI, han proliferado las convocatorias para que se tome en serio la protección de la biodiversidad. Durante la Cumbre de Desarrollo Sostenible en Johannesburgo, se hizo un llamado para reducir la pérdida de biodiversidad de manera significativa para el año 2010, que, curiosamente, fue proclamado como el Año Internacional de la Biodiversidad por la Asamblea General de la ONU. Sin embargo, los datos disponibles muestran que no se logró alcanzar esta meta, y, en realidad, la extinción de especies ha aumentado desde entonces.

Los científicos han subrayado que el impacto de las actividades humanas es el principal factor detrás de la extinción de especies. Se estima que hasta un millón de especies actuales podrían desaparecer debido a la explotación excesiva de recursos terrestres y marinos. Además, alrededor de una quinta parte de la superficie del planeta está sufriendo degradación significativa. Aunque más del 80 por ciento de las áreas terrestres están cubiertas por bosques, diariamente se pierden extensiones considerables debido a la tala, tanto legal como ilegal, así como a la ocurrencia de incendios. En el ámbito marino, la situación es igualmente alarmante debido a la contaminación y la proliferación de los desechos.

Aunque hay numerosos factores que se reconocen como causantes de la desaparición de especies, este siglo ha puesto de manifiesto el impacto del aumento de las temperaturas globales y el incremento del nivel del mar. Según el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF), una organización que trabaja por la preservación del medio ambiente, más de la mitad de las especies de plantas y animales en las regiones más biodiversas del planeta podrían enfrentar extinciones locales para finales de este siglo. Incluso si logramos limitar el aumento de la temperatura global a menos de dos grados Celsius, como se acuerda en el Acuerdo de París, se prevé que cerca del 25 por ciento de las especies se extingan.

Otros datos inquietantes incluyen que el mercado ilegal de especies comerciales se estima entre 8,100 y 21,000 millones de dólares anuales. Cada año se reporta la caza ilegal de más de 30,000 elefantes, 100 tigres y 1,000 rinocerontes. Esta información proviene del Informe de Crimen de Wordlife, elaborado por la oficina de la ONU contra las drogas y el crimen.

México, reconocido como uno de los países megadiversos, se encuentra lejos de poder gestionar adecuadamente esta riqueza inigualable. La situación exige acciones inmediatas y eficaces para asegurar un futuro en el cual la biodiversidad pueda prosperar y coexistir con la humanidad.

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