Mirar con atención es una forma de habitar el mundo. Lo que vemos -y cómo lo vemos- nos define claramente. Las imágenes desplazaron lo real, se convirtieron en pura exterioridad y se volvieron pornográficas, una especie de hipervisibilidad obscena. La aceleración de “ver” en lugar de “mirar” reemplaza la experiencia profunda y deja al individuo entumecido y en un estado de absoluta indiferencia. O lo que es lo mismo: la sobreabundancia de imágenes crea una anestesia colectiva. Todavía no entendemos que “ver” no es mirar. Observar, en última instancia, es una forma de seguir, no de adormecer nuestra compasión.
Sabemos que no todas las vidas son igualmente importantes. Sólo importan las vidas que se pueden llorar. Eduardo Galeano (aquel hombre que miraba), escribió: “Bebel García se está muriendo de un tiro. Bebel es zurdo a la hora de jugar y de pensar. En el estadio viste la camiseta del Dépora. Cuando sale del estadio viste la camiseta de las Juventudes Socialistas. Once días después de que Franco llenara la camiseta”, se enfrenta al pelotón de fusilamiento: “Esperad un momento”, ordena y los soldados, gallegos como él, escuchan.
Luego Bebel se desabrocha la bragueta, lentamente, botón a botón, y de cara al grupo se mea largamente. Luego se abrocha la bragueta: “Ahora sí”. La historia es real. Está claro por qué el personaje animó de tal manera al escritor uruguayo, al punto de escribir una historia sobre un futbolista que fue incluida en “La última voluntad”.
Bebel murió en un lugar ventoso, abierto al mar, once días después del golpe de Franco. Hace un año se instaló una tumba colectiva donde yace el futbolista zurdo, por quien los entrenadores insistieron en que fuera colocado en la banda derecha. “Hierba 12a de la ampliación del 3er apartamento: descripción, ahora ubicada, del lugar de la necrópolis con vistas al océano donde se encuentra la víctima del castigo, inscrita con el número 721”. Pronto lo sacaron del pasto desnudo donde se alimentaba con sus asnos. El portero del Deportivo Rodrigo García Vizoso, hoy de 100 años, recuerda: “Tenía unas condiciones fantásticas para el fútbol, pero tenía otras cosas en la cabeza”. Cosas, como la vida, que no controlamos completamente y tenemos una pequeña cantidad de libertad en cómo las vivimos.
Somos responsables, no sólo víctimas silenciosas, de transformar nuestra relación con la mirada. Pero para que eso suceda es necesario que algunas imágenes pasen por nosotros, como pasaron por Galeano. Permítales encontrar un lugar para razonar. Aunque esa forma de mirar duele. Porque mirar es asumir la propia fragilidad ante el dolor del otro, compartir la propia vulnerabilidad, dejar que la distancia entre “otro” y “otro” se disuelva, de modo que el muro que separa lo lejano de lo cercano termine por romperse. Gracias al talento del escritor uruguayo y a esa Galicia profunda que no olvida, Bebel es recordado como un futbolista que cabreó al fascismo. Nada menos. Que lindo recordarlo.
20 de noviembre de 2025
Escrito por José Luis Lanao, periodista, exjugador de Vélez, clubes españoles y campeón del mundo 79