La primera gira internacional de Donald Trump se ha transformado en un importante capítulo dentro del contexto de su administración, que ha estado marcada por un estilo unconventional y por romper esquemas tradicionales: Se caracteriza por un enfoque heterodoxo, un fuerte énfasis en la economía, y decisiones geoestratégicas que sorprenden incluso a sus más cercanos partidarios.
A diferencia de sus predecesores, quienes generalmente optaron por países aliados como Canadá, México o Gran Bretaña para marcar el inicio de sus giras internacionales, Trump ha fijado su mirada nuevamente en el Medio Oriente, realizando una elección parecida a la de su primer mandato, que incluyó paradas en Arabia Saudita, Catar y los Emiratos Árabes Unidos.
Previo a su viaje, la situación saltó a otro nivel con el anuncio de un nuevo acuerdo comercial con China, un documento que estará en vigor por 90 días con el objetivo de reducir los aranceles de importación al 30 por ciento, bajando desde el 145 por ciento, que se había impuesto recientemente.
El presidente Donald Trump firmó un acuerdo significativo en Arabia Saudita.
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Los mercados reaccionaron positivamente frente a este pacto, interpretado como un respiro ante las tensiones de la economía global. No obstante, también se visualizó como un paso atrás de su anteriormente proclamada política de “desacoplamiento total” respecto a su rival económico más grande, que es China, buscando así revitalizar la economía local.
La política exterior estadounidense ha permanecido estática en varios parámetros que merecen revisión.
Tal como ha señalado el periodista del Wall Street Journal: “El presidente se embarcó en una contienda con Adam Smith (un destacado economista, considerado el padre del capitalismo) y terminó perdiendo.”
Donald Trump y su papel como mediador en los conflictos regionales
En Riad, y con el océano Atlántico de por medio, Trump rompió con la tradición mediante tres anuncios que causaron conmoción mundial.
En primer lugar, se estableció un pacto con la organización terrorista Hamas, negociado a espaldas de Israel, lo que llevó a la liberación de un ciudadano norteamericano que fue víctima de un ataque letal en 2023 en el territorio hebreo.
Posteriormente, aún más sorprendentemente, se sentó a negociar con el nuevo líder interino en Siria, Ahmed al-Sharaa, quien había sido considerado terrorista por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y Estados Unidos, y anunció la decisión de excluir a Siria de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, además de levantar las sanciones económicas que han estado vigentes durante 45 años.
Por otro lado, prometió establecer relaciones diplomáticas en virtud de los acuerdos que se habían roto desde 2012, lo que podría marcar el inicio de una nueva era para ambos países.
Donald Trump (izquierda), Mohammed bin Salman y Ahmed al-Sharaa.
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Para poner estas acciones en perspectiva, es relevante mencionar a Al-Sharaa, quien asumió el liderazgo tras la caída del régimen de Bashar Al Assad en diciembre, después de más de diez años de guerra civil. Fue parte de Hay’at Tahrir al-Sham, un grupo islamista vinculado con Al-Qaeda, la organización liderada por Osama bin Laden y responsable de los ataques terroristas contra Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001.
Estos movimientos generaron tensiones con los aliados europeos de Estados Unidos, pero la motivación de Trump parece ser acondicionar el terreno para facilitar un acuerdo respecto al conflicto en Ucrania, manteniendo conversaciones paralelas con partes interesadas mientras se realizaba una reunión en Turquía, aunque sin la participación de Vladimir Putin.
De acuerdo a analistas, el enfoque hacia Siria es estratégico, impulsado por los países del Golfo que están instando a Trump a brindar apoyo al nuevo presidente, con el fin de debilitar a Irán, un rival regional que ya ha afrontado serios reveses en Yemen, Líbano y Gaza.
Sin embargo, los esfuerzos de Trump también incluyeron un consejo de paz a Irán. El jueves, en Catar, el presidente menciona la posibilidad de acercarse “quizás para negociar” respecto de su programa nuclear.
Pocas horas antes, Ali Shamjani, un asesor del líder supremo de Irán, Ayatolá Ali Jamei, indicó que estaba dispuesto a aceptar restricciones en su programa nuclear si se levantaran las sanciones estadounidenses de inmediato.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y Ahmad Al Sharaa, presidente sirio.
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A lo largo de su campaña hacia las elecciones de 2024, el presidente había expresado su deseo de poner fin a las “guerras eternas” en el Medio Oriente, incluso sugiriendo la restauración de relaciones con el régimen islámico a fin de poner un fin definitivo a un conflicto que ha perdurado por más de cuatro décadas.
“No tenemos enemigos permanentemente”, apuntó el presidente al referirse a Irán, un comentario que probablemente no complació a Tel Aviv, que ve al país como su principal amenaza. Sin embargo, según Trump, esto podría facilitar sus esfuerzos por estabilizar la región y promover resultados positivos.
Este mensaje es inusual y inesperado para un presidente que se ha caracterizado por un enfoque aislacionista, además de que se ha centrado, en las últimas semanas, en conducir una aventura militar que incluyó bombardeos contra los rebeldes hutíes en Yemen y fungir como mediador entre India y Pakistán, buscando evitar un aumento en las tensiones entre ambas potencias nucleares.
“Es paz a través de la fuerza”, declaró Pete Hegseth, secretario de Defensa, quien acompañó al presidente en esta gira.
El objetivo central de Trump Tour: firmar un acuerdo millonario
El recorrido de Trump por el Medio Oriente, por supuesto, también tuvo un fuerte componente financiero, caracterizado por el anuncio de una serie de transacciones comerciales, cuya veracidad en términos financieros a largo plazo es bastante difícil de confirmar.
Es un viaje sin precedentes. Nunca se había conseguido generar un total de $ 3.5 o $ 4 mil millones en solo cuatro o cinco días.
Arabia Saudita anunció inversiones por un total de $ 600,000 millones, y Catar se comprometió a invertir 10,000 millones de dólares en la base militar de Udaid, que es la base estadounidense más grande en la región.
Emir de Catar, Sheikh Tamim bin Hamad al-Dhani (D) y Donald Trump.
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Catar Airways anunció un pedido significativo de 160 aeronaves Boeing, valuado en $ 200,000 millones, mientras que los Emiratos Árabes Unidos revelaron una inversión de $ 1.4 mil millones dedicada a semiconductores, manufactura e inteligencia artificial, todo dentro de un periodo de diez años.
“Es un viaje histórico. Nunca se había realizado algo que generara en total entre $ 3.5 y $ 4 mil millones en solo cuatro o cinco días,” comentó Trump en referencia a estos anuncios.
Elon Musk, lujoso plan de regalo y los vínculos familiares que generan controversia
Durante la delegación estadounidense, el magnate Elon Musk estuvo presente, generando una controversia en los EE.UU. por la confluencia de intereses personales y empresariales.
De hecho, las escalas de Trump durante su viaje, desde Arabia Saudita a Catar y los Emiratos, se alinearon perfectamente con los países donde sus hijos han establecido acuerdos comerciales. A través de la Organización Trump y World Liberty Financial, una empresa de criptomonedas fundada por la familia Trump y Zach Witkoff, hijo de un emisario de Trump al Medio Oriente, se han firmado contratos importantes.
Donald Trump junto al heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman.
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En fechas recientes, la Organización Trump también se comprometió a desarrollar un campo de golf en Catar, con financiamiento saudí, lo que ha levantado dudas sobre posibles conflictos de interés y ha intensificado la controversia en torno a un “regalo” que recibió de Doha: un avión 747 valorado en más de $ 400 millones.
“Sería de muy mala fe no aceptar un regalo de tal magnitud,” afirmó el presidente, refiriéndose al avión, que serviría como un sustituto para la icónica Fuerza Aérea utilizada por los mandatarios estadounidenses.
Según Hussein Ibish, un analista del Instituto para los Países del Golfo en Washington, el Medio Oriente representaba un destino natural para Trump. “A diferencia de México, Canadá y Europa, regiones donde ha enfrentado resistencia y protestas relacionadas con sus anuncios económicos, los líderes árabes pueden hablar con el presidente en un entorno más controlado que le favorece, ya que aquí la estructura es muy patriarcal, similar a sus propias dinámicas en EE.UU.”, comentó Ibish.
Los esfuerzos buscados por Trump en su primera gira internacional no están exentos de riesgos y pueden tener serias consecuencias.
Por ejemplo, su acercamiento inicial a Rusia, que ha estado en detrimento de Europa y Ucrania, aún no ha mostrado resultados. La guerra comercial que lanzó contra China y diversas naciones a nivel global, de la que algunos elementos incluso ya han sido revertidos; también existe un conflicto con Canadá que terminó por beneficiar a los liberales en las elecciones recientes, donde la intención de Trump de regresar a los conservadores a la cima quedó truncada.
El principal asesor del presidente estadounidense Elon Musk en Arabia Saudita.
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El analista Phillip Bump del Washington Post comenta que, durante los primeros meses, Trump ha dejado claro que es “un negociador determinado con grandes ambiciones de resolver conflictos globales y mejorar la economía estadounidense. No obstante, también puede ser un destructor, como ha demostrado en muchas de sus políticas tanto internas como externas.”
Se establece que los líderes árabes comunican en un entorno más controlado que puede ser de beneficio para Trump, comparado con México, Canadá y Europa, donde han tenido conflictos.
A pesar de su naturaleza impredecible y su estilo a veces improvisado, resulta clave brindarle el beneficio de la duda, según los analistas. “No pondría en juego mi casa o la seguridad de Israel basándome en esta estrategia”, apunta Bump, resaltando la incertidumbre de realizar apuestas en torno a la política exterior de Trump.
Donald Trump compartió un momento con los líderes del Golfo durante la cumbre celebrada en Riad.
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En el último periodo de la campaña electoral, el candidato hizo mención a un concepto que provocó risas entre sus críticos.
“Soy muy famoso por hacer ‘la tela’. ¿Sabes qué significa ‘la tela’? Hablo sobre varios temas que luego se conectan de manera excepcional”, afirmó el republicano, referenciando así las contradicciones presentes en algunas de sus posturas. Una estrategia que, como se ha podido observar, se inició durante su presidencia y que pone de manifiesto un enfoque inesperado en su viaje por el Medio Oriente. Esperemos que esta ‘tela’ no se convierta en una maraña de problemas de proporciones inesperadas.
Santiago Andrés Venera Salazar – International –