Durante la reciente visita del presidente Gustavo Petro a Beijing, se han evidenciado los crecientes intereses de China en el ámbito de la defensa, específicamente en la adquisición de aviones de combate por parte de Colombia. En este contexto, la propuesta china involucra la venta de 24 unidades del Chengdu J-10CE, un caza de cuarta generación que se presenta como una opción mucho más económica en comparación con otras ofertas del mercado. Este modelo tiene un coste básico de aproximadamente $40 millones por unidad, cifra que resulta bastante atractiva si se considera que sus competidores occidentales, como el Rafale francés o el F-16 estadounidense, presentan precios significativamente más altos. Este movimiento marca una nueva etapa en la sustitución de la flota KFIR de Colombia, que se encuentra en un proceso de evaluación y eventual reemplazo.
La oferta de China no solo destaca por su valor, sino también por las condiciones de pago que se consideran flexibles y por los tiempos de entrega que son relativamente cortos, según reportes de medios especializados en defensa. Es importante resaltar que la propuesta china solo se ejecutaría si Colombia determina que las opciones presentadas son viables para reemplazar su flota de KFIR, que actualmente está en una fase crítica de salvación.
¿Qué tan capaz es el J-10CE que quiere vender China a Colombia?
El Chengdu J-10CE es un caza multipropósito monomotor que se caracteriza por su diseño de ala delta, un sistema de vuelo por cable y un radar AESA, todo ello sumado a la capacidad para llevar hasta 6 toneladas de armamento. Entre los equipos armamentistas que puede cargar se encuentran cohetes de aire de larga distancia, como los PL-12 y PL-15, así como cohetes Air Earth y bombas guiadas, lo que le confiere una significativa capacidad de ataque.
A pesar de que la tecnología del J-10CE se considera un tanto inferior a la de los cazas europeos o estadounidenses, ha demostrado su eficacia en situaciones de combate real. Recientemente, se han reportado enfrentamientos entre Pakistán e India en los que se argumenta que este caza ha derribado varios aviones Rafale, lo que a su vez ha incrementado su atractivo en el mercado de armamento internacional.
Además, Beijing ofrece la garantía de no imponer vetos en el suministro de piezas o restricciones operativas, lo que se presenta como una ventaja respecto a las condiciones históricas de otros proveedores occidentales, facilitando así el proceso de mantenimiento y operación para las fuerzas aéreas colombianas.
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¿Qué efectos geopolíticos tendría esta decisión?
La incursión de China en esta oferta militar coincide con un giro diplomático en la región. Colombia ha optado por alinearse en cierto modo con la ruta de la seda, un elaborado plan de infraestructura y comercio global auspiciado por Xi Jinping. Sin embargo, esta decisión ha tensado las relaciones con Washington, que ha expresado su oposición a la expansión de la influencia china en América Latina.
La opción del J-10CE no solo compite con la propuesta de la caza Gripen sueca, que surgió tras la firma de una carta de intención entre Saab y el gobierno colombiano, sino que también se posiciona con ventajas competitivas. Por su precio, condiciones comerciales y respaldo político, es posible que la oferta china tenga más chances de ser aceptada.
Actualmente, el Ministerio de Defensa de Colombia está a la espera de un análisis técnico exhaustivo por parte de la Fuerza Aeroespacial Colombiana (FAC) para determinar si el J-10CE es una opción viable que satisfaga las necesidades estratégicas del país en el ámbito militar.
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