A Gustavo Petro le quedan 362 días en la Casa de Nariño y en la recta final está acelerando sus movidas para tratar de que su proyecto político se quede cuatro años más en el poder. A diferencia de lo que pasó en los dos últimos gobiernos –el de Iván Duque y el segundo de Juan Manuel Santos–, lo que está viendo el país, dicen los analistas, es a un primer mandatario que se muestra más concentrado en las elecciones de marzo del 2026 (Congreso) y en la doble vuelta presidencial de mayo y junio que en gobernar.
Gustavo Petro, presidente de Colombia Foto:Presidencia
En discursos y en trino, Petro lo ha dicho abiertamente. Aunque desde sus cercanos siguen sonando voces que llaman a una reelección que claramente está por fuera de la Constitución, el mandatario lo descarta y dice que solo irá hasta el 7 de agosto de 2026.
Eso sí, ha dicho que espera que el país elija a uno de los suyos para sucederlo: “Estamos sacando a Herodes de Colombia (…) Madres de Colombia, padres: si regresamos al sistema de la mercancía y los mercachifles, morirán más niños en Colombia”, se le oyó decir el martes en la alocución presidencial por el 7 de agosto, defendiendo los polémicos resultados de su política en el sector de salud, uno de los más golpeados en los tres años de gobierno.
Y el viernes, en Tierralta, Córdoba, su mensaje rozó abiertamente con la participación en política que, según las normas, está prohibida para todos los funcionarios públicos: “Hay que reelegir la reforma agraria. Miren los programas de todos esos candidatos a ver quién habla de reforma agraria. La Cabal –María Fernanda Cabal– seguro que no”. Esa estrategia de enfocarse en 2026 no ha gustado en los sectores lejanos al Ejecutivo, que ven con preocupación que cada vez se preocupa menos por gobernar y solo busca prolongar su propuesta política cuatro años más.
María Fernanda Cabal, senadora del Centro Democrático. Foto:Sergio Cárdenas. EL TIEMPO
La cuestionada estrategia se ha intensificado en los últimos meses, de cara a un último año en el que la situación de orden público y la crisis fiscal y de la salud golpean fuertemente la imagen de un gobierno que llegó con la bandera del cambio, pero que sigue sin ejecutar la mayor parte de sus promesas de campaña. La presentación de cifras con resultados oficiales positivos, muchas de los cuales, como en educación y en salud, han sido cuestionados por los expertos, apunta en el mismo sentido. Precisamente, la llegada de Armando Benedetti a la jefatura de despacho en febrero de este año y posteriormente al Ministerio del Interior tiene como meta tratar de organizar a la izquierda y otras fuerzas cercanas a Petro para buscar un buen resultado en las próximas citas en las urnas y sacar los proyectos eje del gobierno.
En el presupuesto del 2026, por 556 billones de pesos y desfinanciado en más de 26 billones, y que el Gobierno pretende amarrar a una nueva reforma tributaria, hay varias alertas de cara al año electoral. Por un lado, la decisión de aumentar en un 11,1 % los gastos de funcionamiento, en contravía de lo anunciado en la presentación del ‘Marco fiscal de mediano plazo’ apenas dos meses atrás, implica un potencial aumento del gasto en burocracia en plena campaña. A eso se suma el aumento en el presupuesto para subsidios entregados por entidades como el DPS, que históricamente han estado amarrados a la política. Y en Leticia, el martes, el Presidente dijo que sin importar si el Congreso le da o no la bendición final al presupuesto, todos los soldados regulares del Ejército recibirán un salario mínimo mensual de $1,3 millones a partir del 1.º de enero.
El mandatario trasladó la sede de la conmemoración del 7 de agosto a Leticia. Foto:Presidencia
“Vamos a aumentar el presupuesto el año entrante para que tres millones de viejos ganen un bono pensional a lo largo y ancho del país y puedan comer simplemente (…). Nosotros hemos elevado el presupuesto de la Fuerza Pública porque queremos en primerísimo lugar que la gente que lo integra, hombres y mujeres jóvenes la inmensa mayoría, tengan con qué vivir y sus familias también”, dijo el Presidente.
Mientras mantiene el tono de campaña en discursos y publicaciones en redes, el Presidente se está jugando a fondo para que el petrismo purasangre se abra a políticos que, aunque cuestionados, pueden aportarle votos y maquinaria a su proyecto. Ya lo logró con Armando Benedetti, cuya llegada a Casa de Nariño provocó el cisma en el primer consejo de ministros televisado. También le abrió espacio a Daniel Quintero, el exalcalde de Medellín imputado por presuntos casos de corrupción en su mandato, en la consulta interna del Pacto que se realizará en octubre .
Armando Benedetti y Angie Rodríguez en Leticia, Amazonas. Foto:Dapre
En todo caso, el aterrizaje del polémico exalcalde no se anticipa tranquilo a pesar de su clara cercanía con Petro. Carlos Carrillo, uno de los funcionarios estrella del Gobierno, dice abiertamente que el político antioqueño debe dar explicaciones por el saqueo a la UNGRD. “Yo no quiero entrar en la discusión de Daniel Quintero, porque él es candidato y a mí no me queda bien meterme en discusiones políticas. Pero es claro que gente de Daniel Quintero estuvo aquí, así él niegue que sean sus cuotas, incluyendo el desfile todo el tiempo de Esteban Restrepo, premiado con la secretaría general de Ecopetrol (…). Imagínense ese sueldazo, va a tener con qué aportarle a la campaña de Quintero”, dijo Carrillo en una reciente entrevista con este diario.
Precisamente, este escándalo de la UNGRD marcará el año electoral. Por ejemplo, en las últimas revelaciones de la Corte Suprema de Justicia han sido salpicados varios exministros, algunos muy cercanos al primer mandatario.
Por otro lado, este año, en promedio, el Presidente ha tenido una alocución semanal en horario triple A de la televisión nacional. El refuerzo de ese uso que muchos consideran abusivo de la figura de la alocución, y que él defiende por la supuesta desinformación de los medios sobre su gestión y hasta sobre su vida personal, también marcará la tónica de los próximos 12 meses, anticipan los analistas políticos.
Otro remezón ministerial a la vista en el gobierno de Gustavo Petro
En ese contexto, el Presidente avanzó en la refacción de su gabinete, que tiene en Eduardo Montealegre (minjusticia) y el ‘pastor’ Alfredo Saade (jefe de gabinete) a dos de sus miembros más radicales. A la salida de Laura Sarabia por la crisis de los pasaportes (reencauchada ahora en la embajada en Londres) se suman ahora la de Carlos Rosero (Ministerio de Igualdad) y Lena Estrada (Ambiente), reemplazados por Juan Carlos Florián y la exministra de Minas Irene Vélez.
Alfredo Saade, Armando Benedetti, Lidio García y Angie Rodríguez Foto:Presidencia
Con 57 ministros, y contando, en sus tres años de mandato, el presidente Petro sigue cerrando su círculo más cercano con figuras que están plenamente alineadas con sus ideas y que, en casos como los de Vélez y Benedetti, han saltado de cargo en cargo desde el 2022, sin importar los resultados de su gestión o las condiciones en las que salieron de sus puestos anteriores. Expertos como Pedro Medellín advierten que de las señales hasta ahora enviadas por el jefe de Estado no se puede concluir nada concreto aún, salvo que el gabinete “sigue sin ir a ninguna parte”.
“No es claro cuál es el criterio para el cambio de gabinete. En un año que debería ser de resultados, de ejecutorias, que sirva para demostrar el cumplimiento del plan de gobierno, parece primar más un criterio político. Cerrar filas en torno al proyecto del 2026, tener menos voces disonantes y más ministros dispuestos a inmolarse por el Presidente, aun a propio riesgo”, de esta forma describió el columnista de este diario y analista Gabriel Cifuentes los últimos movimientos del Ejecutivo.
Petro pone a dos fichas que son claramente suyas –Florián, que los acompañó en la Bogotá Humana; y Vélez, hija de uno de sus mejores amigos, el ambientalista Hildebrando Vélez–, pero no sin esquirlas políticas.
Irene Vélez era cónsul de Colombia en Reino Unido. Foto:Anla
Así, aunque sigue en acercamientos con la vicepresidenta Francia Márquez después de la abierta pelea del último medio año, Petro decidió sacar a sus últimas fichas del Ministerio de la Igualdad.
En el caso de Lena Estrada, gastó buena parte del capital político que tiene con las organizaciones indígenas, que hasta último momento buscaron que el mandatario la dejara en el gabinete. A pesar de que pidieron no solo figurar como “invitados” en el Gobierno y que aseguraron que “la cartera de Ambiente manejada desde otros puntos de vista ambientales ha fracasado”, Petro dejó a los indígenas sin representación ministerial apenas cinco meses después de darles el ministerio.
Frente a estos dos movimientos, el profesor Jorge Iván Cuervo apuntó: “Están en la línea de confianza del Presidente, ya curtidos en el ‘arte de reinterpretar’ los discursos de Petro”, en referencia a los cambios de rumbo o nuevas directrices con las que el primer mandatario suele sorprender a sus altos funcionarios en medio de sus intervenciones públicas.
Se habla de una eventual salida de la ministra de Agricultura, Martha Carvajalino, quien comparte con Carlos Carrillo la militancia histórica en la izquierda y las visiones críticas de varias posiciones del Gobierno y del Presidente que consideran inconsistentes. El dirigente campesino César Pachón, jefe de la Agencia de Desarrollo Rural (ADR), sigue sonando como su eventual reemplazo.
“Buscan ministros alineados, que no hagan contrapeso al discurso del Presidente”, dice el profesor Cuervo.
“Petro dejó hace varios meses de gobernar y se dedicó al activismo político. En esa línea ha organizado un gabinete con ese mismo enfoque. Ministros que no son técnicos y que no se destacan por su trayectoria en las áreas asignadas”, declaró el senador de Cambio Radical Carlos Fernando Motoa.
En el arranque del último año, el Presidente se decidió a tratar de imponer por decreto su polémica reforma de la salud y anunció, apenas este viernes, que va a abrir una mesa de diálogo con el ‘clan del Golfo’, la banda criminal más grande del país y que ya en 2023 tuvo un polémico cese de fuego que el Gobierno tuvo que levantar ante los resultados en terreno. En ambos casos, el Ejecutivo no ha esperado a las decisiones del Congreso tanto sobre la reforma como sobre la polémica ley del ministro Eduardo Montealegre que da grandes gabelas a las cabezas de las bandas del narcotráfico.
Gustavo Petro en Leticia este 7 de agosto Foto:Presidencia
El ministro Benedetti asegura que esto no implica que el Ejecutivo pretenda desconocer al Legislativo: “La relación con el Congreso ha mejorado y las expectativas pueden crecer. Encontré un Congreso adverso al Gobierno, sin comunicaciones. Yo solo comencé a construir los canales”.
Se prevé una escalada de la polarización
Es un escenario que no ven tan claro desde el otro lado. “El Presidente cada vez más toma el camino de la polarización”, dijo la senadora Paloma Valencia, del Centro Democrático. Por su lado, la senadora Angélica Lozano, de la Alianza Verde, anticipa una nueva confrontación y sugiere que ese sería el escenario buscado por el primer mandatario. “Con la agenda legislativa busca que le nieguen los proyectos y profundizar la narrativa del ‘no me dejan’”, reseñó.
Según Lozano, la meta del Gobierno es presentar propuestas que tienen poca factibilidad de aprobarse, sobre todo en un año de campaña, históricamente difícil. En el caso de la ley de sometimiento, aseveró que hay dos puntos inconstitucionales que no tienen cabida en el Congreso y que seguramente le dirán no a dicha reforma. En ese mismo sentido apuntó que sería la estrategia con el proyecto de presupuesto que se presentó, pues no solo está de nuevo desfinanciado, sino que incumple los compromisos que adquirió al activar la cláusula de escape de la regla fiscal.
Pendientes las decisiones del Consejo de Estado y la Corte Constitucional sobre el ‘decretazo’ de la fallida consulta popular, hay expectativa por los mecanismos de presión que pretenda usar el Presidente en sus últimos 12 meses en la Casa de Nariño. El ‘decretazo’ de la salud también es una señal. Los analistas aseguran que mantener el ambiente de polarización es clave en la estrategia de Petro para mantener su favorabilidad en los niveles cercanos al 30 por ciento, que no le dan para repetir el éxito electoral del 2022, pero sí para negociar con fuerza y tratar de imponer sus propios candidatos en una eventual coalición.
Análisis del último año de Gustavo Petro en la Presidencia. Foto:
Por eso estaría toda esta estrategia de tener una agenda “imposible” e incluso en esta lógica estarían figuras como Alfredo Saade en el gabinete. No tienen un amplio capital político, pero dan un importante servicio a su jefe en cuanto a que lanzan propuestas que logran mantener la pugnacidad. En este mismo plano estaría la disputa territorial de los últimos días con Perú. Más allá de la importancia del reclamo territorial, estaría la necesidad de generar otro frente de disputa, en este caso en el ámbito internacional.
JUAN SEBASTIÁN LOMBO DELGADO
Redacción Política