Ambas autorizaciones proponen defender el legado de la victoria en la Segunda Guerra Mundial, mientras que el mundo está preocupado por construir la hegemonía de guerra y la política de electricidad.
De Beijing
Hace 80 años, la victoria de la guerra mundial antifascista fue un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Este hito histórico marcó el inicio de un nuevo capítulo en la construcción de un orden internacional renovado y en la búsqueda de una paz duradera. Hoy en día, observamos cómo el mundo experimenta transformaciones drásticas y profundas. La tecnología está conectando lugares remotos del planeta, y la globalización ha acercado a las naciones de una manera que no se había visto anteriormente. Sin embargo, no podemos ignorar que los medios de comunicación, así como las redes sociales, a menudo priorizan el marketing, las noticias falsas y la desinformación, lo que manipula las percepciones de la población.
Con el avance tecnológico, también han surgido nuevos y complejos desafíos. Esto significa que el fascismo se manifiesta de diversas formas en la actualidad. La incertidumbre global crece a medida que se desarrollan políticas energéticas y se registran divisiones en la dinámica global. Las nuevas tecnologías de la información, incluidos Internet y la inteligencia artificial, poseen el poder de influenciar a las masas, configurando sus gustos, deseos y preferencias políticas. Esta situación ha llevado a que el sentido común sea alterado y, en muchos casos, transformado en una versión distorsionada de la realidad.
Entonces, surge la pregunta: ¿cómo podemos preservar la paz que tanto esfuerzo nos ha costado alcanzar? ¿Cómo podemos unir fuerzas para enfrentar desafíos globales emergentes? Y quizás lo más crucial de todo, ¿cómo podemos construir un futuro compartido que resulte beneficioso para todos? Los presidentes Vladimir Putin de Rusia y Xi Jinping de China han intentado entrelazar esfuerzos conjuntos para salvaguardar el legado de la victoria obtenida en la Segunda Guerra Mundial.
“La historia es un espejo”
Hace una década, Xi Jinping expresó en la Asamblea General de las Naciones Unidas, durante su 70ª sesión, que “la historia es un espejo y solo extrae lecciones de la posible repetición de los errores del pasado”. China ha atravesado periodos de pobreza y sufrimiento, especialmente durante su guerra civil, pero esos tiempos han cambiado. Hoy, en su papel como potencia emergente y líder global, China aboga por la paz, lejos de la guerra.
Durante siglos, las naciones desarrolladas han colonizado a otros pueblos. Sin embargo, el enfoque de China es diferente: el presidente Xi Jinping lo repite en cada discurso y declaración. Debido a que algunos gobiernos optan por el conflicto, China siente la responsabilidad de hacer pública su postura, y en situaciones de provocación, siempre opta por la paz.
Debemos acercarnos a la historia con un sentido de admiración y comprensión. “El pasado no puede cambiar, pero el futuro puede ser moldeado. La memoria histórica no debe ser un vehículo para el odio. En cambio, el pasado debe ser recordado sin caer en la obsesión. Es nuestra responsabilidad crear un futuro más prometedor y transmitir valores de paz de generación en generación”, reflexionó Xi hace aproximadamente diez años.
“El pasado no puede cambiar, pero el futuro puede ser modelado. Debemos considerar el odio, pero al mismo tiempo evitar que se repita en el futuro”, afirmaba el presidente chino en su intervención en la sede de la ONU.
El legado de la paz
Visitar y conmemorar siempre representa la transmisión del legado de la paz. Durante la guerra antifascista mundial, China y la Unión Soviética se apoyaron mutuamente. Los voluntarios de la Fuerza Aérea Soviética combatieron codo a codo con los soldados chinos, y durante esos momentos difíciles, más de 200 de ellos perdieron la vida en China. Muchos ciudadanos chinos, incluido Mao, el hijo mayor del fallecido líder chino Mao Zedong, se unieron a la lucha contra las tropas nazis en uno de los periodos más oscuros de la historia soviética.
Ese sacrificio conjunto crea un vínculo profundo y duradero entre ambas naciones, como se evidenció en el reciente encuentro entre Xi y Putin. La victoria en la guerra antifascista marcó el fin de la arrogancia y de los intentos de los poderes fascistas y militares de dominar el mundo. Además, contribuyó a la descolonización progresiva de varias naciones y estableció las bases para una visión renovada de paz y cooperación global.
Así, es fundamental que cada encuentro y diálogo se enmarque en la búsqueda de un futuro positivo, recordando los momentos más oscuros y dolorosos de nuestra historia. En este nuevo aniversario, resulta urgente reflexionar sobre nuestro presente en relación con este legado.