Se sumó un nuevo capítulo a la historia de tensiones entre las administraciones de Gustavo Petro y Donald Trump. En esta ocasión, los nuevos roces surgieron de las sonadas declaraciones del presidente estadounidense, en las que calificó al mandatario del país como “líder del narcotráfico” y anunció que “ya no se harán” pagos y subsidios” de Estados Unidos a Colombia”.
Además de las ramificaciones políticas de describir al presidente colombiano como casi un narcotraficante, no hay mucha claridad sobre el alcance de eliminar completamente los “subsidios” a Colombia. Este aspecto aún no ha sido desarrollado por el gobierno estadounidense y el Departamento de Estado, que es la agencia llamada a definir el alcance de esta “sanción”.
Estados Unidos es el país que lidera los aportes de cooperación a Colombia. Sólo en 2024, según el último informe del Instituto Cooperativo de Colombia, este país generó 532 millones de dólares en este campo. Sin embargo, estas son cifras de la administración de Joe Biden.
La cooperación estadounidense ha ido disminuyendo desde que Donald Trump llegó al poder, especialmente a la luz de la orden presidencial de poner fin a USAID. Según el último informe, más de 358 millones de dólares en donaciones provinieron de esta organización, por lo que para el año 2025 debería haber una clara disminución en la cantidad de dinero que Estados Unidos entregó a Colombia.
Precisamente Robert Greenway, director del Centro Allison para la Seguridad Nacional, dio una indicación de cuánto ha sido la reducción de recursos en el año que Donald Trump ha ocupado la Casa Blanca. “Estados Unidos proporcionó 743,1 millones de dólares en ayuda a Colombia para el año fiscal 2023, 505,7 millones de dólares para el año fiscal 2024 y 210,1 millones de dólares para el año fiscal 2025. No más”, dijo tras los nuevos anuncios de Trump.
Según el exvicecanciller Jorge Rojas, el aporte a asuntos humanitarios y sociales quedó casi reducido a cero y lo único que disminuirá son los asuntos militares. “No está del todo claro, habla de pagos y subsidios, y no está claro a qué se refiere con concesiones arancelarias, que en su mayoría ya no están disponibles con aumentos de tarifas”, dijo la investigadora y analista internacional Sandra Borda, quien luego sugirió que probablemente se refería a la cooperación militar.
El senador republicano Lindsey Graham insinuó en un tuit la posible reactivación de sanciones económicas con aranceles, como ocurrió durante la crisis diplomática de principios de año, cuando el presidente Gustavo Petro devolvió los aviones con emigrantes.
El político estadounidense dijo: “El presidente Trump es más duro que cualquier otro presidente en nuestra historia, y me informó que va a golpear a Colombia, no sólo a los narcotraficantes, sino también donde más le duele: en su bolsillo. Anunciará aranceles importantes contra Colombia hoy o mañana”.
Respecto a posibles aranceles, una de las armas favoritas de Trump, distintos sectores se han pronunciado sobre las duras consecuencias que tendrían para la economía colombiana, donde Estados Unidos es un importante socio comercial. “El impacto del mensaje americano no se puede tomar a la ligera: su impacto puede reducirse a la economía, al empleo y a los programas sociales. Cuidar la relación bilateral es cuidar las oportunidades de millones de familias”, dijo la presidenta de la Cámara de Comercio Colombiano Americana, María Claudia Lacouture.
También está en el mapa una posible reducción de la cooperación militar, que ya se ha producido en los últimos meses, como lo demuestra la retirada de tecnología y armas estadounidenses del sistema de seguridad del presidente.
Precisamente Adam Isacson, jefe de defensa, seguridad y migración de la Oficina de Washington para América Latina (WOLA), habló sobre esta situación: “Esperen hasta que el presidente descubra que su administración ya ha recortado alrededor de tres cuartas partes de la ayuda estadounidense a Colombia (…) La mayor parte de la ayuda restante se destina al ejército y a la policía colombianos para apoyar las operaciones contra la droga”.
En ese sentido, preguntó si el efecto incluirá quitar toda cooperación militar: “Veamos qué tan real es esta amenaza. ¿Van a enviar a casa a los estudiantes colombianos, en pleno curso, de la vieja escuela norteamericana? ¿Van a retirar a los contratistas que mantienen los helicópteros utilizados por las unidades antinarcóticos de la policía colombiana?”.
Revisión de la asistencia militar
Fuentes en Washington confirmaron que la Embajada de Estados Unidos en Colombia inició una revisión interna de los programas de apoyo y cooperación que mantiene con instituciones domésticas, aunque eso fue antes del mensaje del presidente Donald Trump el domingo. Según información conocida, la evaluación incluye los resultados operativos y financieros obtenidos del año pasado y del año en curso, para determinar posibles correcciones o reducciones en la asignación de capital.
Según las fuentes, el proceso es parte de una política más amplia introducida por el gobierno de Estados Unidos, que ha impuesto recortes presupuestarios desde el inicio de la administración Trump. Estos recortes, que ya habían afectado a varios programas de ayuda internacional, ahora se extenderían a las iniciativas de seguridad que se desarrollan en territorio colombiano.
En el marco de esta revisión, la eficacia del apoyo prestado se mediría en función de los resultados obtenidos por los beneficiarios, especialmente en la lucha contra el tráfico de drogas, el blanqueo de dinero y la corrupción.
Las fuentes indicaron que la revisión responde no sólo a la decisión política sino también a la entrada en vigor del nuevo año fiscal en Estados Unidos, período que marca el inicio de un nuevo ciclo presupuestario, donde se definen prioridades de gasto y ajustes a la cooperación internacional.
Por otro lado, fuentes militares indicaron que los recortes no tendrían un impacto inmediato en las operaciones militares, dado que la mayoría de los contratos actuales se gestionan directamente con el gobierno colombiano y no dependen del efectivo. “Hay algunos apoyos que se dan directamente al gobierno y otros contratos y convenios con nosotros. Si hubiera recortes totales afectaría principalmente a la policía. Antes, con el programa Columbia, el apoyo era mayor; ahora son convenios de cooperación, no donaciones directas de dinero”, explicó un funcionario consultado.
La diferencia entre el ejército y la policía nacional radica en la estructura de la adicción a la tecnología. Según las fuentes, los militares pudieron nacionalizar su flota de aviones y equipos desde el final del Programa Colombia, mientras que la policía todavía opera con algunos aviones y plataformas mantenidos por recursos estadounidenses.
“Cuando comenzó el Plan Colombia, los militares nacionalizaron su equipo; la policía no, lo que permitió que Estados Unidos siguiera absorbiendo ese costo. En este escenario, el impacto sería significativo”, dijo otra fuente.
Sin embargo, dentro del establishment de seguridad, existen preocupaciones sobre la escala de la decisión y la posibilidad de que se interrumpan los programas de cooperación en materia de capacitación, educación y inteligencia. “Hay fuerzas que no son sólo militares, como la policía, la fiscalía o la migración de Colombia, que tienen acuerdos de entrenamiento y cooperación con Estados Unidos. Muchos de estos grupos operan sobre la base de memorandos de entendimiento firmados hace años”, explicaron funcionarios relacionados con estos acuerdos.
Los programas que podrían verse afectados incluyen las Unidades de Investigaciones Sensibles (SIU), que trabajan en conjunto con la DEA para combatir el tráfico de drogas, el lavado de dinero y el enriquecimiento ilícito. Estos grupos, integrados por agentes del CTI, fiscales y policías, reciben financiamiento directo para capacitación, gastos de viaje, equipamiento y bonificaciones. “Estados Unidos proporciona vehículos, computadoras, impresoras, drones y plataformas de análisis. Los funcionarios que integran estos grupos reciben asistencia financiera mensual como incentivo”, agregó el fiscal general.
El impacto económico de una posible suspensión de la cooperación sería de gran alcance, dado que los grupos de investigación operativos mantienen una oficina de representación permanente en ciudades como Cartagena, Cúcuta, Medellín y Barranquilla. El costo de su mantenimiento es cubierto en gran medida con fondos de instituciones norteamericanas. “Para la remuneración y los viajes, el dinero lo aporta Estados Unidos. El impacto sería grande, tanto en la logística como en el intercambio de información”, dijo un funcionario asociado a uno de estos programas.
El anuncio también podría cambiar los niveles de coordinación entre las agencias de inteligencia. Algunos expertos creen que el FBI, la DEA y el Departamento de Seguridad Nacional podrían reducir sus operaciones conjuntas o cambiar los canales de intercambio de información.
“El departamento político de la embajada dejaría de dirigir la cooperación militar y de investigación, y la Ofac (la lista Clinton) podría aumentar su supervisión de las operaciones financieras. Esto afectaría a los equipos de investigación judicial que dependen de fondos adicionales y bonificaciones”, afirmó una fuente familiarizada con el asunto.
JUAN SEBASTIÁN LOMBO DELGADO Y JESÚS ANTONIO BLANQUICET
Escritura política y justicia.