


el presidente Vladimir Putin advirtió el miércoles que Rusia “se verá obligada a tomar medidas recíprocas” con Estados Unidos reanuda las pruebas de armas nucleares, en alusión directa a las recientes declaraciones de Donald Trump, quien ordenó al Pentágono comenzar a probar estas armas “en igualdad de condiciones con Rusia y China”.
Si se lleva a cabo lo que dijo el presidente estadounidense, se rompería más de un cuarto de siglo de moratoria internacional. Además, esta retórica actual está reviviendo los temores de que el mundo esté adquiriendo un nuevo arsenal nuclear.
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Putin aseguró que Moscú sigue respetando las disposiciones del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE), pero instruyó a sus ministerios de Defensa y de Asuntos Exteriores, a los servicios de inteligencia y a otras estructuras civiles a “presentar una propuesta de consenso sobre un posible inicio de los preparativos para los ensayos de armas nucleares”.
La orden de Trump se produjo el mismo día que Putin anunció la prueba exitosa del submarino nuclear Poseidon.
Trump ordenó que se reanudaran las pruebas nucleares. Foto:Verdad Social @realDonaldTrump
Poseidón ha sido diseñado para transportar una ojiva nuclear de hasta 100 megatones, lo que la convierte en una de las armas más poderosas jamás concebidas. Puede operar a profundidades de más de 1.000 metros y alcanzar velocidades superiores a los 100 km/h, con un alcance prácticamente ilimitado gracias a su reactor nuclear interno.
Su principal objetivo es destruir puertos, bases navales o ciudades costeras y generar tsunamis radiactivos que pueden devastar grandes superficies. A diferencia de los misiles balísticos tradicionales Poseidón viaja bajo el mar, lo que dificulta su detección y neutralización. Según el Kremlin, su desarrollo tiene como objetivo mantener la disuasión estratégica de Rusia frente a la OTAN y Estados Unidos.
Ahora que ambos líderes apelan a la lógica del unilateralismo nuclear, el equilibrio global de la disuasión está entrando en una zona peligrosa que recuerda las tensiones más crudas de la Guerra Fría.
Los riesgos de la retórica nuclear
Para el analista internacional Roberto Heimovits, La situación actual no es sólo una lucha de poder entre Rusia y Estados Unidos, sino una dinámica verbal que fácilmente puede convertirse en una espiral de amenazas reales.
“Desde el inicio de la guerra en Ucrania, Putin ha hecho repetidas referencias a las armas nucleares. Esto no es nuevo”, explica a El Comercio. “Pero lo que alienta a Putin es la falta de una política consistente de Trump hacia Rusia. A veces es su amigo, como en la cumbre de Alaska, y otras no, como cuando canceló la reunión de Budapest. Esa inconsistencia crea incertidumbre y termina dándole espacio a Moscú”.
El líder norcoreano Kim Jong-un durante un desfile militar. Foto:AFP
Según Heimovits, el intercambio de declaraciones entre ambos líderes podría conducir a un deterioro del equilibrio mundial del poder nuclear, donde el riesgo es que la simple retórica se convierta en acción.
“El problema es que las palabras pueden generar su propia dinámica, y cuando se trata de armas nucleares, eso es extremadamente peligroso. “Sólo la retórica puede allanar el camino para una nueva carrera armamentista.” advierte.
Heimovits sostiene que reanudar las pruebas de armas nucleares sería un revés histórico, con graves consecuencias ambientales y geopolíticas.
“Un riesgo evidente es el daño medioambiental, sobre todo si se incumplen los acuerdos que prohíben los ensayos atmosféricos desde 1963. Pero el otro gran peligro es el efecto de proliferación: que otros países también se sientan animados a probar armas nucleares”, señala.
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Recuerda también que Durante la Guerra Fría, hubo un consenso tácito entre Washington y Moscú: Una guerra nuclear no tendría ganadores.
“Tanto en Estados Unidos como en la Unión Soviética, se reconoció que, por pequeñas que fueran las bombas inicialmente utilizadas, una escalada podría terminar en una guerra total. Esa lógica de disuasión mantuvo el equilibrio. Hoy, ese consenso parece estar desvaneciéndose”, dice.
Cuando se le pregunta sobre los avances que podrían derivarse de una nueva ola de pruebas, Heimovits afirma que no se trata tanto de crear bombas más potentes, sino de perfeccionar sus medios de transporte, por ejemplo.
“En los años 60, los soviéticos probaron una bomba de 58 megatones, una fuerza enorme. No creo que quieran superar eso. El peligro está en la modernización de los sistemas de lanzamiento.: misiles hipersónicos, cruceros o drones submarinos como el Poseidón”, señala.
Misil intercontinental lanzado por Estados Unidos. Foto:X: @DeptofWar
Subraya que la mayoría de las pruebas se realizan actualmente mediante simulaciones por ordenador, pero advierte que la reanudación de las pruebas físicas podría abrir una nueva carrera tecnológica entre potencias nucleares, incluida China.
“China está modernizando su programa nuclear. Cuanto más se controlen los ensayos y la retórica, mejor será para todos”, subraya.
Ante este escenariola pregunta es qué margen de acción le queda a la comunidad internacional. “La Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) es un organismo respetado, pero tiene un margen de acción limitado si las dos mayores potencias nucleares no cooperan”, admite Heimovits. “El problema no es técnico, es político. A menos que Putin y Trump decidan bajar el tono, ningún organismo podrá contener la escalada”.
El analista concluye con una advertencia: “Lo más prudente sería que, más allá de las sanciones o la guerra en Ucrania, ambos líderes mantengan la cuestión nuclear fuera de sus disputas. Porque cuando se juega con fuego nuclear, las palabras pueden ser tan peligrosas como las bombas”.
Vladímir Putin Foto:Internacional
¿Cuántas pruebas nucleares se han realizado?
La antigua Unión Soviética llevó a cabo su última prueba nuclear en 1990 en el Ártico, mientras que Estados Unidos la realizó en 1992 en el estado de Nevada.
La primera prueba nuclear de la historia, conocida como Trinity, fue realizada por Estados Unidos en 1945. Ocurrió en el campo de bombardeo de Alamogordo, en el estado de Nuevo México.
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Desde entonces, se han desarrollado cientos de pruebas de este tipo. Incluso en el siglo XXI, el mundo ha sido testigo de este tipo de pruebas.
Según la ONU, desde la explosión del Trinity hasta 1996 se realizaron más de 2.000 pruebas de armas nucleares.
La misma fuente indica que durante ese período Estados Unidos fue el país que realizó más pruebas, con 1.032; seguida de la ex Unión Soviética, con 715; Francia obtuvo 210, Gran Bretaña 45, China 45 e India 1.
En 1996, la Asamblea General de la ONU aprobó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, cuyo objetivo es poner fin a este tipo de ensayos. Sin embargo, el tratado aún no ha entrado en vigor por varias razones.
Los presidentes Xi Jinping y Donald Trump. Foto:AFP
Estados Unidos lo firmó pero no lo ratificó. Mientras que Rusia en 2023 retiró su ratificación. Otras potencias nucleares como China, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte tampoco lo han ratificado.
Tras la ratificación del tratado en 1996, hasta la fecha se han realizado un total de 10 ensayos de armas nucleares: 6 por Corea del Norte, 2 por India y 2 por Pakistán.
La última prueba nuclear de Corea del Norte fue en 2017.
Los peligros de las pruebas nucleares
Lo más peligroso de un ensayo nuclear, según la experiencia recogida en los más de 2.000 realizados desde 1945, no se limita sólo a la explosión, sino a sus efectos múltiples, acumulativos y a menudo invisibles.
Cada detonación nuclear libera grandes cantidades de radiación ionizante. En los primeros segundos, la onda de calor y radiación puede vaporizarlo todo en varios kilómetros a la redonda. Pero el efecto más persistente proviene de la lluvia radioactiva, partículas contaminadas que suben a la atmósfera y regresan en forma de polvo, lluvia o nieve, propagando la contaminación durante décadas.
Pruebas en la atmósfera, como las de Nevada, Semipalatinsk (Kazajstán) o el océano Pacífico, provocaron aumentos de cáncer de tiroides, leucemia y malformaciones en poblaciones cercanas.
Hay algunas fotografías que muestran la escala de las detonaciones en Hiroshima y Nagasaki. Foto:AFP
Zonas de pruebas como Nevada, Semipalatinsk, Mururoa (Polinesia Francesa) y Lop Nur (China) todavía presentan niveles peligrosos de radiactividad. El plutonio y el cesio-137 pueden permanecer activos durante más de 24.000 años. Los ecosistemas afectados muestran mutaciones genéticas, desaparición de especies y pérdida de suelo fértil.
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También existe el riesgo de errores de prueba. En 1954, la prueba estadounidense Castle Bravo en el Océano Pacífico liberó una radiación mil veces mayor de lo esperado, afectando a miles de personas en las Islas Marshall y a la tripulación de un barco japonés.
La Unión Soviética tuvo fugas radiactivas en Semipalatinsk y Novaya Zemlya que nunca fueron registradas oficialmente.