El 8 de septiembre del año 2017 marcó un día inolvidable en la historia de Medellín, ya que el Papa Francisco, en el marco de su visita a Colombia, llegó a la capital de Antioquia. En su tercer día de actividad en el país sudamericano, el Santo Padre dedicó un total de ocho horas a la ciudad, donde realizó un evento de gran magnitud al ofrecer una misa masiva, además de visitar importantes lugares religiosos.

El itinerario del Papa comenzó a las 8:35 de la mañana, cuando abordó un avión que lo trasladaría desde Bogotá hasta Medellín. El vuelo fue breve, durando alrededor de 40 minutos, y culminó con un aterrizaje en el Aeropuerto Internacional José María Hija en Rionegro, logrando así conectar con sus fieles antioqueños.

Una celebración masiva y conmovedora

El primer acto significativo de su llegada se produjo a las 9:17 am, cuando el Papa Francisco salió de su avión y fue recibido por una delegación que lo esperaba con entusiasmo en el Aeropuerto de Rionegro. Desde aquí, el Santo Padre se dirigió en un vehículo hacia Olay Herrera, donde se llevaría a cabo la esperada misa campal. Durante el recorrido, que tomó poco más de 35 minutos, miles de personas se congregaron en las calles para tener un vistazo de su figura.

Al arribar a Olay Herrera, el Papa recibió algunos obsequios típicos de la región, como el poncho y el sombrero de Aguadeño, los cuales se puso encantado, dejando una huella imborrable de su visita. Según reportes oficiales, se estima que casi un millón de personas se reunieron para ser parte de esta misa, lo que sin duda evidenció la gran devoción que el Papa Francisco despierta entre sus seguidores.

Antes de iniciar la eucaristía a las 11 de la mañana, el Santo Padre agradeció a los miles de feligreses presentes por su calidez y asistencia. La homilía, que comenzó poco después, se centró en la temática de la renovación espiritual, enfatizando que tener una relación con Dios va más allá de cumplir con normas y rituales externos, sugiriendo que el verdadero cambio debe venir desde el corazón. Sus palabras resonaron profundamente entre los presentes.

Después de la eucaristía, que concluyó con un mensaje de esperanza y reflexión, el arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón, se mostró agradecido por la visita del Papa, reconociendo su papel en la renovación espiritual de la comunidad.

A las 12:09, el Santo Padre realizó una bendición final a todos aquellos que abarrotaban la terminal. Posteriormente, hizo una parada en el Seminario Universal, donde se tomó un breve descanso antes de continuar con su agenda.

El encuentro con los más necesitados

En un gesto conmovedor, a las 3 de la tarde, el Papa Francisco visitó los hogares de San José, donde fue recibido por numerosas historias de vida conmovedoras. Allí, entre risas y lágrimas, el Santo Padre escuchó testimonios de niños que han enfrentado adversidades extremas. Un momento destacado fue cuando Claudia Yesenia García Ramírez, una de las menores, compartió su historia de sobrevivencia y resiliencia tras perder a su familia.

El Papa, visiblemente emocionado, le transmitió su apoyo y consuelo, recordándole que Dios no abandona a aquellos que sufren, y que cada niño es un tesoro en la creación. Con sus gestos, mostró que, para él, la verdadera riqueza reside en la conexión humana y el amor que podemos ofrecer a los demás.

Más tarde, el Santo Padre se dirigió al Centro de Eventos La Macarena, donde se encontró con la comunidad religiosa de Medellín. A través de su discurso, el Papa motivó a los jóvenes a superar sus miedos y a buscar una vida llena de fe y bondad, enfatizando la importancia de la integridad y la humildad en sus vidas.

Finalmente, culminó su jornada en Medellín con una bendición colectiva. A las seis de la tarde, después de una intensa jornada en la capital antioqueña, el Papa Francisco partió de regreso a Bogotá, dejando en el corazón de los medellinenses un mensaje de esperanza y renovación.

Nicolás Tamayo Escalante

Periodista nacional, en Medellín.

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