La región conocida como La Mojana, situada en el Caribe Colombiano, enfrenta actualmente una grave emergencia a causa de inundaciones. Esta crisis se ha exacerbado no sólo por las inusuales crecidas del río Cauca, sino también por un profundo sentimiento de frustración y abandono que sienten sus comunidades. La situación, que debería encuadrarse dentro de una temporada de lluvias habituales, ha tomado un giro crítico desde el inicio de esta semana, lo que ha llevado a las autoridades a evacuar a numerosas familias y a reevaluar los planes de emergencia previamente establecidos.
El primer incidente significativo se registró en Vereda La Candelaria, de la Comuna de San Pedro (Sucre), donde al menos 30 familias se vieron obligadas a evacuar debido al incremento repentino en los niveles del agua. Es preocupante observar que la alerta no se limita a áreas previamente conocidas por su vulnerabilidad, sino que también afecta zonas que habitualmente permanecían secas. Según Paula Tous, coordinadora de Gestión de Riesgos en Sucre, el comportamiento del agua ha cambiado notablemente, desafiando las previsiones que se habían considerado hasta ahora.
“Hay lugares que nunca habían sido inundados, y ahora el agua ha llegado allí, lo que incrementará el número de afectados”, comentó Tous, subrayando la gravedad de la situación.
La Mojana Foto:Gobernación
La problemática tiene causas que son, sin duda, inquietantes: la falta de un control hidráulico efectivo en el río Cauca ha resultado en la acumulación de grandes cantidades de sedimento y lodo en la región de Gap “Cartogato” en San Jacinto del Cauca (Bolívar), un área crítica que sirve como entrada para el sistema del Matcard Swamp. Estos sedimentos han disminuido drásticamente la capacidad hidráulica de las tuberías y humedales que tradicionalmente ayudan a drenar el exceso de agua, lo que ha conllevado a que ésta se desplace hacia sectores que no estaban acostumbrados a tales inundaciones.
Si el río Cauca no se cierra, continuará arrastrando sedimento y barro
Oswaldo PupoLíder campesino
Este panorama se complica aún más porque, a pesar de las advertencias y solicitudes de los campesinos y líderes sociales a lo largo de los años, las acciones correctivas del gobierno han sido insuficientes. Las obras de cierre del “cuidador”, que fueron prometidas por la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos de Desastres (UNGRD), se anunciaron como una solución definitiva para proteger a La Mojana, pero nunca se materializaron.
Uno de los más destacados líderes campesinos, Oswaldo Pupo, ha sido enfático al señalar que sin el cierre efectivo de la brecha del río Cauca, el problema de la sedimentación se intensificará, lo que desplaza el agua hacia las comunidades. “El río Cauca, si no se cierra, no tiene futuro; compromete la capacidad de nuestras tuberías y humedales. Hoy, las personas afectadas son más que en años anteriores”, declaró con preocupación.
Como resultado, más de 39,000 personas se encuentran afectadas, y más de 3,000 familias están en riesgo inmediato, enfrentándose a daños materiales, la pérdida de cultivos y una profunda sensación de desesperanza. En este contexto, las expectativas respecto a la UNGRD han caído, y la falta de acción tangible por parte de las autoridades ha generado desconfianza en las comunidades locales.
Cierre de las obras de “Caregato”, prometidas por la UNGRD y aún no realizadas. Foto:Cortesía de la UNGRD
La falta de ejecución por parte de la UNGRD no es meramente una cuestión técnica, sino una erosión de la confianza con las comunidades que han estado al borde del agua durante décadas, confiando en que las promesas del estado se traducirían en acciones concretas. Expertos en hidrología han advertido que los retrasos en el cierre del “Caregato”, una obra esencial para controlar la inundación de agua no deseada en el sistema de humedales, han multiplicado el impacto en los cultivos, incluso en escenarios moderados. En lugar de prevenir una catástrofe, la inacción ha afectado negativamente el comportamiento hidráulico de toda el área, generando consecuencias impredecibles.
Además, esta negligencia debilita el marco institucional frente a crisis futuras: ¿cómo se puede confiar en que se llevarán a cabo futuros trabajos, si el más urgente y necesario no se ha concretado en tiempo? El caso de La Mojana es emblemático: una región que enfrenta enormes desafíos estructurales en medio del cambio climático y que ha estado en espera de soluciones definitivas durante más de dos décadas. A pesar de que existen planes, estudios, mapas de riesgos y numerosas consultas, las comunidades continúan dependiendo de evacuaciones improvisadas, asistencia de emergencia y un sinfín de promesas que nunca se cumplen.
Las inundaciones mantienen a La Mojana en estado de emergencia. Foto:Archivo privado
Las reacciones a esta crisis no se hicieron esperar. Desde los gobiernos locales hasta los líderes sociales y organizaciones de derechos humanos, se ha elevado una voz de exigencia al Gobierno Nacional. La prioridad es que, más allá de la ayuda inmediata que se planea proporcionar esta semana, los proyectos estructurales prometidos sean retomados de manera prioritaria y con carácter vinculante. “Estamos ahogados en agua”, dijo un líder comunitario de SIERP. “Los mercados llegan, pero eso no soluciona que nuestros hijos no puedan ir a la escuela, que nuestras casas estén inundadas y que hayamos perdido todo lo que sembramos”.
El Congreso se ha visto involucrado, convocando un debate con representantes del Caribe para exigir al director de la UNGRD que explique por qué no se han llevado a cabo los trabajos prometidos y cómo se responderá a esta nueva crisis. En el marco del sexto comité, el senador Julio Elías Vidal, perteneciente al Partido U, manifestó su descontento con la gestión de la UNGRD, señalando que no lograron cumplir con los objetivos establecidos para atender a las comunidades afectadas.
El legislador enfatizó que durante casi medio siglo, La Mojana ha sido objeto de múltiples investigaciones técnicas, promesas gubernamentales y proyectos que jamás se llevaron a cabo, dejando a la región en un estado de abandono. Ante la crisis actual, Vidal sugirió que los 11 alcaldes de La Mojana y 4 gobernadores rindan homenaje al Dr. Carlos Carrillo, con la esperanza de que este gesto motive un cierre definitivo de la brecha.
Por su parte, la senadora Ana María Castañeda del Partido Radical también exigió una mayor intervención de la UNGRD en la región afectada, resaltando que después de casi 1300 días de sufrimiento, es imperativo que se tomen medidas concretas para cerrar definitivamente la brecha y reducir el flujo de agua no solo en el canal De La Esperanza, sino teniendo en cuenta las necesidades y la investigación de la comunidad. La senadora también criticó al director de la UNGRD, Carlos Carrillo, acusándolo de enfocar sus esfuerzos en el debate político y en la evasión en lugar de atender las cuestiones urgentes: el cierre de la brecha, materializando el plan anunciado y apoyando a una comunidad que no puede ser ignorada.
Mientras tanto, las familias en La Mojana siguen luchando contra la creciente inundación, enfrentando un escenario cargado de incertidumbre y una amarga sensación de abandono por parte del estado, que llega tarde, una vez más.
Leidys Rivero m
Subeditor caribeño
Tiempo
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