

Continúa el importante despliegue militar de Estados Unidos en el Mar Caribe. La flota incluye destructores, cruceros, un submarino y, sobre todo, el portaaviones de propulsión nuclear USS Gerald Ford.
Junto a ellos, un escuadrón de la Fuerza Aérea compuesto por aviones de combate F-35 y cazabombarderos F/A-18 Super Hornet que operan desde el portaaviones.
LEER TAMBIÉN
Esta movilización ha desencadenado un momento de máxima tensión entre Washington y Caracas.
El gobierno de Estados Unidos afirma que se trata de una operación antidrogas a gran escala y acusa al gobierno de Nicolás Maduro de dirigir un poderoso cartel de la droga.
Venezuela, por su parte, niega las acusaciones y condena la operación como un intento de golpe secreto.
Nicolás Maduro. Foto:Vtv
Si esta escalada desembocaría en un conflicto militar, algo que el propio Donald Trump descartó por el momento en declaraciones a la prensa, La avanzada flota aérea estadounidense se enfrentaría a uno de los sistemas de defensa aérea más capaces y modernos de toda América Latina, casi en su totalidad equipado con armas de fabricación rusa.
Sin embargo, Este poder tiene un matiz importante: sus capacidades están al menos en el papel. El estado operativo real de muchos de estos sistemas es incierto debido a los conocidos problemas de mantenimiento y logística que ha enfrentado el país durante la última década.
Nicolás Maduro y Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Foto:Montaje de AFP y redes sociales
Fuerza Aérea Venezolana, desconocido
La cara más visible de la defensa venezolana son sus cazabombarderos Sukhoi Su-30MK2. Estos aviones rusos se encuentran entre los más potentes del continente. Aunque el país compró 25, informes de la ONG Control Ciudadano indican que, entre accidentes y dificultades logísticas, no está claro cuántos siguen en funcionamiento.
LEER TAMBIÉN
Recientemente, Caracas mostró un vídeo de uno de sus Su-30 armado con un misil antibuque Kh-31, un mensaje directo a la Marina estadounidense.
Pero el verdadero núcleo de su estrategia defensiva está en tierra, en lo que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) llama la “Defensa Aérea Multicapa”. Este escudo consta de varios sistemas de misiles rusos diseñados para derribar objetivos a diferentes distancias y alturas.
La mayoría de las defensas de Venezuela son de fabricación rusa. Foto:AFP
El sistema estelar es el S-300VM, la joya de la corona. Con un alcance de 200 kilómetros y capaz de alcanzar objetivos a una altitud de 30 kilómetros, está diseñado para derribar no sólo aviones sino también misiles de crucero y misiles balísticos.
En la capa intermedia se encuentra el sistema Buk-M2E. Estos lanzadores móviles tienen un alcance de unos 40 kilómetros y una altitud de 25 kilómetros. Las últimas imágenes de satélite han localizado misiles Buk en la base aérea militar de La Carlota, en Caracas.
Tecnología rusa en Venezuela
El inventario más antiguo, pero aún funcional, consiste en el S-125 Pechora 2M, con un alcance de 25 a 35 kilómetros. A esto se suman aproximadamente 5.000 misiles portátiles Igla-S -según Maduro-, que puede ser operado por un solo soldado para derribar objetivos a baja altura.
LEER TAMBIÉN
Debido a que estos sistemas son móviles y tecnológicamente superiores a todos los demás en la región, analistas de defensa y seguridad como Andrei Serbin Pont señalan que en un escenario de conflicto “posiblemente serían los primeros objetivos en ser neutralizados”.
Vladímir Putin Foto:Internacional
Esta predicción es perfectamente consistente con la doctrina militar estadounidense. Para la Fuerza Aérea de Estados Unidos, la prioridad número uno en cualquier operación ofensiva es conseguir el “control del espacio aéreo”. Esto se consigue mediante misiones específicas conocidas con el acrónimo SEAD (Suppression of Enemy Air Defense).
El objetivo de una misión SEAD es cazar y destruir radares, bases de misiles y centros de mando antes de que puedan derribar el avión líder. Los aviones de combate F-35 y F/A-18, actualmente desplegados en la regiónSon aviones especializados en estas peligrosas misiones, que el ejército estadounidense llama “Wild Weasel” porque desarrolló estas tácticas durante la Guerra de Vietnam.