Los hallazgos verdaderamente interesantes del equipo de Harvard sugieren que los alimentos que son más benéficos para el cerebro son aquellos que, a su vez, favorecen la salud del sistema cardiovascular.
Más concretamente, se destaca que los vegetales de hoja verde, el pescado graso, las bayas, el té, el café y las nueces ocupan una posición privilegiada en este listado. Todos estos alimentos están repletos de nutrientes que han demostrado ser eficaces para retrasar el deterioro cognitivo, optimizar la capacidad de concentración y mejorar el proceso de asimilación de información.
Esta baya es reconocida por sus beneficios para la salud Foto:Tejer
Dentro de los vegetales, opciones como las espinacas, el brócoli y el col rizado son especialmente abundantes en nutrientes clave como la vitamina K, luteína y folato, todos ellos compuestos directamente vinculados a una mejor conservación del funcionamiento cerebral.
De forma similar, el consumo de pescados grasos como el salmón y el bacalao aporta ácidos grasos omega-3, los cuales son fundamentales para disminuir los niveles de beta-amiloide, una proteína que se relaciona estrechamente con la aparición de la enfermedad de Alzheimer.
Los beneficios neurológicos de las frutas, bebidas y nueces
Este estudio también enfatiza los increíbles efectos de las bayas, en particular los arándanos y las fresas, que presentan flavonoides que muestran efectos positivos en la memoria humana. De hecho, las investigaciones evidencian que las mujeres que consumían por lo menos dos porciones semanales de estas frutas experimentaron una reducción notable en la velocidad de deterioro cognitivo.
En lo que respecta al té y al café, se ha vinculado la cafeína no solo a un aumento en el estado de alerta sino también a la mejora en la consolidación de nuevos recuerdos. La evidencia señala que las personas que consumen cantidades moderadas de cafeína suelen rendir mejor en pruebas mentales.
Por último, hay que considerar que las nueces, que son ricas en ácido alfa-linolénico (ALA), son efectivas para controlar la presión arterial y, como resultado, favorecen una mejor circulación, algo que resulta crucial para la salud cerebral.