Madrid. Miércoles 19 de noviembre de 2025 Estudio publicado en PNAS muestra que el neandertal de Altamura conserva intacta la delicada estructura interna de la nariz, aclarando un debate científico de décadas sobre las adaptaciones respiratorias de la especie.

Los neandertales constituyen una de las poblaciones humanas más relevantes para comprender la evolución de nuestro linaje, especialmente por su característica morfología facial: una abertura nasal muy amplia y una cara que sobresale hacia adelante, lo que se conoce como prognatismo mediofacial. Este conjunto de rasgos, aparentemente contradictorios con las adaptaciones normales al frío, ha provocado décadas de debate.

A pesar de vivir en un clima duro durante las etapas finales del Pleistoceno europeo, su anatomía nasal externa no se ajusta al patrón típico de poblaciones adaptadas al frío, aunque sus proporciones corporales reflejan claramente esa adaptación.

Para explicar esta paradoja, algunos investigadores han propuesto la existencia de características internas exclusivas dentro de la cavidad nasal (autapomorfias) que compensarían la falta de adaptación externa. Sin embargo, la cavidad nasal interna es extremadamente frágil y rara vez se conserva en el registro fósil, lo que dificulta su estudio directo y mantiene abierto un debate largo y complejo.

Un estudio dirigido por Costantino Buzi da por fin una respuesta clara. El equipo pudo analizar, con un detalle sin precedentes, la estructura interna de la nariz de un neandertal de Altamura (sur de Italia), descubierta en 1993 y considerada uno de los esqueletos humanos más completos y mejor conservados del mundo.

Los restos fósiles se encontraban incrustados en un complejo sistema kárstico con una antigüedad de entre 130.000 y 172.000 años, lo que contribuyó a su excepcional conservación. Su estudio fue posible gracias al uso de tecnología endoscópica de alta resolución, aplicada directamente en el interior de la cueva.

La preservación excepcional de Altamura nos permitió observar por primera vez la morfología interna real de la cavidad nasal de un neandertal, y los resultados son convincentes: no se descubrieron características internas exclusivas de la especie. Las adaptaciones internas propuestas en el pasado no aparecen en este número.

El doctor Antonio Profico, de la Universidad de Pisa y coautor del estudio, recuerda que “varios autores han propuesto características diagnósticas basadas en evidencia incompleta”. Sin embargo, Altamura demuestra finalmente que estos rasgos no existen: “incluso sin estas supuestas adaptaciones, la nariz del neandertal era perfectamente eficiente para responder a las altas demandas energéticas de la especie”.

El estudio también revela que el prognatismo mediofacial característico de los neandertales probablemente no se desarrolló en respuesta directa a las necesidades respiratorias. Según los autores, este rasgo corresponde a una combinación de diferentes presiones evolutivas y limitaciones morfológicas que juntas dieron forma a un rostro diferente al nuestro, pero plenamente funcional en el ambiente frío del Pleistoceno europeo.

dr. Costantino Buzi, investigador de la Universidad de Perugia, concluye que la observación de la cavidad nasal de Altamura indica que “sólo ‘sigue’ el prognatismo mediofacial en su parte más anterior, sin cambios significativos en su área funcional”.

La investigación también pasa por generar un modelo tridimensional completo de la cavidad nasal a partir de imágenes endoscópicas, una herramienta que abre la puerta a futuros estudios sobre el rendimiento respiratorio de los neandertales y sus adaptaciones fisiológicas.

Algunos restos humanos notables

Además de su importancia científica, el caso del neandertal Altamur destaca por la espectacular historia de su descubrimiento. Sus restos están considerados unos de los más insólitos del mundo, tanto por el lugar donde fueron conservados, como por su excepcional estado de conservación.

El descubrimiento se produjo en 1993, cuando un grupo de espeleólogos exploró el sistema kárstico de Lamalunga, cerca de la localidad de Altamura, en el sur de Italia.

Tras descender más de 15 metros por un canal vertical, llegaron a una red de pasadizos cuyas paredes estaban cubiertas de huesos de animales atrapados entre estalactitas y estalagmitas.

Al final de uno de estos pasajes encontraron una pequeña habitación en la que, en medio de una gran columna de calcita cubierta de coraloides, destacaba un cráneo humano excepcionalmente bien conservado. Investigaciones posteriores confirmaron que, además del cráneo, se encontraban numerosos huesos de una misma persona, bautizada como el hombre de Altamura.

Durante décadas, la dificultad de acceso al yacimiento impidió un estudio detallado de los restos. En un principio se atribuye Homo heidelbergensisFue en 2015 cuando un equipo de la Universidad La Sapienza de Roma logró extraer una muestra del omóplato derecho mediante un brazo robótico.

Análisis publicado en Revista de evolución humana confirmó que es un individuo Homo neanderthalensis datado entre 130 y 172 mil años, uno de los neandertales más antiguos conocidos hasta la fecha.

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