(Opinión) – El fútbol no solo se juega con los pies. A menudo, se trata de una experiencia integral que involucra la mente, el carácter y los principios éticos que deben regir el deporte. Lo que sucedió durante el empate de 1-1 entre Atlético Nacional y Boyacá Chicó en la fecha 14 de la Liga BetPlay II-2025 cuenta una historia que trasciende el simple resultado en el campo de juego.

En esa jornada, se generó una pena de discordia que sigue siendo motivo de controversia y pone en una situación comprometida al protagonista, el delantero Alfredo Morelos, reconocido como una de las figuras más destacadas del conjunto antioqueño.

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El jugador ofensivo, en lugar de servir como un referente positivo para los jóvenes talentos que observan y aprenden de él, decidió recurrir a la trampa para intentar obtener un beneficio adicional. Tras una jugada que generó dudas, el árbitro Jairo Mayorga optó por no sancionar ninguna infracción. Sin embargo, el VAR, bajo la dirección de Nicolás Gallo, intercedió y, posteriormente, el árbitro cambió su decisión inicial.

El verdadero problema no tuvo que ver con el penalti en sí, sino con la declaración que hizo el jugador después del partido: “soy muy inteligente y disparo.” Esta frase refleja una inmadurez alarmante. La acción no es solo un intento de engañar al árbitro; sugiere un ataque directo al espíritu de deportividad que debería ser el núcleo del fútbol y del deporte en general. La Comisión Arbitral no vaciló en elevar el caso al Comité Disciplinario, como estipula el artículo 64 del Código Disciplinario de la FCF.

Atlético Nacional, un club que ha sido campeón en 18 ocasiones y que actualmente lucha por una clasificación en la liga con un total de 27 puntos bajo la dirección de Diego Arias, podría enfrentar graves consecuencias debido al comportamiento indecoroso de su atacante. No hay ninguna forma de inteligencia en el engaño; lo que hay es un claro signo de falta de respeto hacia el fútbol mismo.

La pelota no solo rueda sobre el césped; también lo hace en la conciencia de aquellos que tienen la responsabilidad de patearla. La dura realidad es que el atacante se expone a una suspensión que podría llegar a ser de tres meses y a una posible multa que alcanza hasta 80 salarios mínimos legales.

En este contexto, Atlético Nacional podría perder a uno de sus pilares fundamentales para las fases decisivas tanto del campeonato de liga como de la Copa BetPlay. Esto no solo afectaría su rendimiento inmediato, sino que también pondría en riesgo su posible renovación.

eldeportivo.com.co

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