El reciente acuerdo entre Washington y Kiev, destinado a la explotación de los minerales ucranianos, pone de manifiesto la insaciable avaricia del presidente de los Estados Unidos, así como amplía la brecha con Moscú.
Fecha: 02.02.2025. En el marco de los primeros cien días de gobierno de su administración, el presidente Donald Trump firmó con Ucrania un “Acuerdo de asociación económica“, que otorga a Ahora acceso a los valiosos recursos minerales de Ucrania, especialmente aquellos relacionados con los metales raros y otros metales críticos. Este acuerdo incluye la creación de un Fondo de inversión para la reconstrucción, que pone el futuro económico de Ucrania en manos del hegemonismo económico en Washington.
El pacto, firmado en un momento crítico de la conflictividad militar entre Ucrania y Rusia, suscita numerosas interrogantes, tanto por sus condiciones como por la falta de garantías de “protección” que Ucrania había solicitado. De hecho, parece evidente que el único interés de la Casa Blanca en este momento es alcanzar beneficios económicos a cualquier precio.
Trump desea que esta “alianza económica” sea capaz de disuadir la guerra, planteando múltiples interrogantes, como si Estados Unidos incrementará su suministro militar a Ucrania para salvaguardar esta negociación y favorecer un acuerdo con Rusia en torno a la paz.
En la actualidad, el acuerdo parece garantizar que Ucrania mantenga el respaldo que le proporcionó la solicitud anterior del presidente Joe Biden. Este fue significativo, dado que, al iniciar su mandato, Trump había retirado temporalmente el apoyo militar y de inteligencia a Ucrania, lo que permitió a Rusia recuperar una porción considerable de las áreas Kursk que el ejército ucraniano había capturado en este territorio ruso.
Prioridad: minas, no recuperación del territorio
El fin del conflicto ucraniano fue una promesa formulada por Trump durante su campaña electoral en noviembre pasado, la cual reafirmó tras asumir la presidencia el 20 de enero. Sin embargo, la “Alianza Económica” recién establecida resalta que la prioridad radica en la extracción de los recursos, mientras que los servicios militares de Kiev se han visto comprometidos durante tres años restando potencial a las operaciones.
Sin embargo, existe un argumento fundamental: aproximadamente un quinto del territorio ucraniano, incluyendo áreas que Washington ha reivindicado, está actualmente bajo control ruso. Según el Kremlin, de 55 grandes depósitos estratégicos ucranianos mencionados en el acuerdo, 25 están en manos rusas.
Además, no está claro cómo se realizará la extracción y explotación de estos recursos energéticos, dado que el acuerdo entre Estados Unidos y Ucrania no parece contribuir a acelerar el proceso de paz con Rusia, lo cual podría abrir nuevos frentes de conflicto en las zonas donde se localizan estos recursos.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, considera que el pacto es una victoria, potencialmente a corto plazo, aunque estratégicamente, esto implica sacrificar la riqueza de su país por la “asociación”. Esta situación podría generar tensiones con Trump en su conflicto que tuvo lugar el 28 de enero. Durante una reunión, se planeaba la firma del acuerdo, pero Trump y su vicepresidente, JD Vance, se retiraron antes de tiempo, lo que refleja que la relación entre Washington y Kiev se encuentra en su peor punto desde el estallido de la guerra el 24 de febrero de 2022.
A pesar de esta tensión, una reunión clave entre ambos presidentes en el Vaticano, durante un funeral del Papa Francisco, marcó un momento importante. La urgencia por cerrar el acuerdo de minerales había sido evidente en la Casa Blanca durante más de tres meses, especialmente ante las dificultades enfrentadas por Trump para avanzar en las negociaciones de paz tripartitas con Rusia y Ucrania.
Contradicciones del acuerdo
El acuerdo fue rubricado por la ministra ucraniana, Yulia Svyrydenko, y el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Amash. Este último publicó en su cuenta de X (anteriormente Twitter) que el acuerdo “demuestra claramente el compromiso de la administración Trump con una Ucrania libre, soberana y próspera”.
Sin embargo, esta declaración contradice la postura que la Casa Blanca ha defendido en las últimas semanas: que la paz solo puede alcanzarse mediante un respeto pragmático hacia la realidad sobre el terreno. En otras palabras, esto implicaría reconocer la anexión por parte de Rusia de Crimea (ocurrida en 2014) y la mayoría de los territorios ocupados por el ejército ruso.
Aún no se ha aclarado cuál será la contribución de Estados Unidos a la causa ucraniana bajo este nuevo acuerdo. Svyrydenko indicó que su país recibirá nuevos sistemas antimísiles y equipamiento militar de Estados Unidos, necesarios para contrarrestar los ataques a ciudades y en el frente de batalla por parte de Rusia.
Se prevé que esta ayuda no se entregue como donación, a diferencia de los aproximadamente $ 73,000 millones en armamento entregados hasta el momento, sino que se realice a través de compras directas. En este contexto, los miles de millones de euros prometidos por Europa para continuar la entrega de armamento en Ucrania terminarán fundamentalmente en manos de empresas de defensa estadounidenses.
La Casa Blanca aún no ha confirmado la entrega de sistemas de defensa aérea a Ucrania. Lo que sí se ha enfatizado son los aspectos económicos de este acuerdo y los beneficios para las empresas estadounidenses que participarán en la extracción de minerales estratégicos cruciales para la manufactura de tecnología electrónica, transporte y sistemas de defensa militar, entre otros campos relacionados, incluidos aquellos vinculados a los “metales raros”.
Un contrato clave para nosotros … si la guerra termina
Svyrydenko subrayó que el acuerdo brinda a Ucrania la capacidad para “decidir qué y dónde debe extraerse”, además de garantizar que la riqueza mineral permanezca bajo control ucraniano. Estos son aspectos que deben abordarse con urgencia, considerando que Estados Unidos debería liderar la adquisición de estos recursos naturales, sobre todo porque China, su principal rival geoeconómico, es el mayor extractor y comercializador de “metales raros”.
El acuerdo también abarca recursos como hierro, grafito, aluminio, titanio y uranio, cuya gestión proporcionará trabajo significativo a las empresas estadounidenses involucradas, siempre que la guerra finalice en el corto plazo.
Sin embargo, existe un gran handicap en el acuerdo firmado entre Estados Unidos y Ucrania, ya que su efectividad se ve severamente afectada si el conflicto no se resuelve pronto. Este acuerdo no parece tener en cuenta el hecho de que Rusia podría estar en posición de ganar la guerra, lo que tendría implicaciones significativas en las futuras negociaciones de paz.
De hecho, ni un nuevo giro militar por parte de Washington en apoyo a Kiev cambiaría de forma significativa el panorama en el campo de batalla y, en cambio, podría motivar a Rusia a actuar con mayor celeridad, presionando aún más a Ucrania en la situación actual.
Se ha observado que el ejército ruso avanza hacia el norte, en Járkov, donde han recuperado más de 300 kilómetros cuadrados, lo cual podría facilitar una ofensiva en dicha región. Además, existe la posibilidad de que se reanuden los ataques a la ciudad de Odesa, previamente suspendidos, un punto estratégico crucial que aprovecharía la controlada de Rusia, con el objetivo de restringir el acceso de Ucrania al Mar Negro.
Hasta este viernes, el ejército ruso lanzó 150 olas de drones sobre la ciudad de Zaporiyia, capital de la región del mismo nombre, que se encuentra bajo control Moscú. Con esta agresión masiva, el Kremlin envió un mensaje claro: la guerra continúa y que cualquier acuerdo de paz entre rusos y ucranianos se firmará, no entre Washington y Kiev.
Para poder alcanzar la paz, Moscú ha establecido sus condiciones mínimas: el reconocimiento de la anexión, la renuncia de Ucrania a unirse a la OTAN y la desmilitarización de estos países, convirtiéndose en un estado neutral en la contienda entre Occidente y Rusia. No se vislumbra un cambio en la firme postura de Ucrania respecto a su integridad territorial.
Oportunidad para Moscú
Es importante destacar que un acuerdo de cooperación económica entre Estados Unidos y Ucrania no asegura la defensa de dicho país por parte de Washington, lo cual genera confusión. Teóricamente, la Casa Blanca podría mantener negociaciones con Moscú apelando al pragmatismo, lo que les obligaría a ceder y sentar en la mesa de diálogo como si nada hubiera sucedido.
Aunque la firma del acuerdo favorece a Kiev y Washington, no implica que Moscú no pueda sacarle partido. La diplomacia rusa ha interpretado las oscilaciones de Trump en el conflicto ucraniano y la guerra comercial, y el entusiasmo de la Casa Blanca por formalizar este acuerdo con Kiev podría utilizarse para acelerar la competencia a favor de Rusia.
El presidente ruso, Vladimir Putin, podría señalar a Trump que Estados Unidos ya ha obtenido ventajas durante el conflicto, ventajas que solo pueden mantenerse a través de una tregua, donde la única forma en la que Rusia aceptaría la paz sería con la aceptación de sus conquistas en Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jerson, además de la anexión de Crimea.
En última instancia, la pelota está en el tejado de Estados Unidos, mientras las negociaciones enfrentan momentos críticos. Ahora, Washington tiene la responsabilidad de impulsar conversaciones directas entre Moscú y Kiev, a pesar de las enormes dificultades. Esto implica que Vance declaró recientemente en una entrevista con Fox News que la guerra en Ucrania “no terminará pronto”.
El secretario de Estado, Marco Rubio, también reiteró que le ve a Rusia y Ucrania “cada vez más cerca, pero aún muy lejos” de alcanzar un acuerdo. Y amenazó con el retiro de Estados Unidos de las negociaciones de mediación. La advertencia de Trump es que “tendrá que decidir cuánto tiempo más dedicará” a este tema, dado que para Washington “hay problemas más críticos en el planeta”.
Esto sucede tras la firma del acuerdo entre Ucrania y Estados Unidos, y a pesar de que el conflicto en esta región clave es fundamental para la estabilidad europea, afecta también a Rusia, una potencia con intereses significativos en el área del Pacífico asiático.