Esa piel, incluso si a la vista, en la que estamos en soledad
Todos, bueno, casi todos tienen su esquina en esta vida. Puede que no sea un lugar físico fijo, pero una esquina en él, aunque está en diferentes lugares, horarios o condiciones.
En ese espacio, cada persona habla sola, a veces, con un hombre (mujer) que siempre la acompaña sin esperar a que alguien hable con ella. Simplemente hablamos sin decir una palabra y sentimos que nos respondemos. Tal vez las respuestas que no pedimos o no queríamos, pero sí, después de todo, resuenan en los EE. UU. Y rechazan o confirman lo que nos estamos diciendo.
Nos preguntamos sobre la realidad del mundo que vemos y no entendemos; para el destino de la vida y la salud, el amor y la compañía; Para otras vidas que no tienen tanto y aún sobreviven; Por la ilusión de la paz, que no puede soñar porque esa misma realidad niega; Para la injusticia, él es el campamento porque el vendaje cubre los ojos de quienes lo enseñan y que ni la espada ni el equilibrio se evitan.
En nuestro septiembre, viajamos sin movernos, intentando, en nuestra caminata, cambiar algo que creemos que está mal, no amar o no dolor, sin más. Debería cambiarse tanto, mucho para vivir, tanto para matarnos, tanto para ver, tanto para cegarnos, cómo soñar.
En ese lugar, nuestra existencia es donde vemos, escuchamos y sentimos cómo realmente, sin la necesidad de aparecer o ser nada más que nosotros mismos. Estamos solos frente al mundo, lo que no nos ve; Frente a nosotros mismo o una gran mirada sin ropa que nos cambia, y frente a nuestras contradicciones que nos componen y nos enfrentan.
También podemos producir en ese lugar, excepto pensar y pensar en lo que somos, decir o hacer. Sin la necesidad de tecnologías o chats, ni IA (i) produce las sensaciones que rara vez transferiremos; Creamos textos que nadie puede leer; Los sentimientos que susurraremos; Pensamientos que no compartiremos y deseamos conocer. Pero lo hacemos, y en otro lugar estará anclado en nuestra historia.
En un escritorio con una pequeña lámpara; En la ducha, toque la puerta cerrada; en la orilla de la plaza; En la sala Semi – Ilife Biblioteca; en un trozo de arena mirando el mar; Frente a la ventana desde la cual se verá; en una calle solitaria; en la cama, al lado de un ser querido; A la sombra del viejo roble; en una cama de celda; En el asiento de transporte en cualquier lugar. Cualquiera de estos ángulos nos da la oportunidad de ser, sufrir, disfrutar o soñar.
Esos sueños que nunca, o siempre, en momentos que ni siquiera puedo venir, no puedo alcanzar. Pero con el tiempo, en lugares que no están, en la sociedad de la soledad que se encuentra con cada esquina en los que estamos, soñando o simplemente, estamos. Después de una carretera que no es de Chario, un año criminal, una cuarta parte del siglo Genocida.
Simplemente siempre o simplemente nunca. En el alma del alma o en la nube del mundo, en nuestro corazón de enamoramiento o en nuestra sensación, espero que anide en la esquina de septiembre.
Pazlestina!
Palestina libre y en paz.
15. Septiembre de 2025