Las empresas dedicadas a la producción de medicamentos genéricos, que son las alternativas más económicas a los productos de marca, son las que se verán más perjudicadas por las nuevas tarifas. Estas firmas suelen operar con márgenes de beneficio reducidos y, con el aumento de los costos de producción que se avecina, su capacidad para competir se verá aún más restringida.
Giovanni, el peluquero, comentó sobre la situación: “Producimos con márgenes muy estrechos. Un aumento en los costos de producción, incluida la aduana, terminará resultando en precios más altos.” Esto pone de manifiesto la angustia y las preocupaciones que la industria enfrenta ante ciertos cambios regulatorios y económicos.
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La declaración firmada desde el Oval Hall hace días apunta a un objetivo claro: evitar que la administración de alimentos y medicamentos (FDA, por su abreviatura en inglés) interfiera con los fabricantes nacionales y acelerar todos los procedimientos relacionados con productos farmacéuticos. Esta estrategia pretende promover la autosuficiencia en la industria farmacéutica estadounidense, reduciendo la dependencia de las importaciones.
Según los cálculos de la industria, establecer nuevas capacidades para la fabricación de productos de medicamentos y suministros críticos puede llevar entre cinco y diez años, lo cual es inaceptable desde la perspectiva de la seguridad nacional, como se expone en el comunicado. Este retraso pone en riesgo la salud pública y la estabilidad del sector farmacéutico.
Además de instar a reducir el tiempo necesario para la aprobación de nuevas instalaciones de producción en el país, también ordenó aumentar las inspecciones a plantas extranjeras, realizando llegadas sin previo aviso y elevando el grado de supervisión. Este enfoque más estricto pretende asegurar que los productos que ingresan al país sean de alta calidad y que cumplen con los estándares necesarios, al tiempo que se fomenta la producción local.