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<p>Un alarmante 40 por ciento de la población mundial vive actualmente bajo regímenes dictatoriales, según el informe más reciente de The Economist, una evaluación que esta prestigiosa publicación realiza cada año. Para el año 2024, de un total de 165 países, <b>por lo menos 60 están bajo el control de regímenes autoritarios, de los cuales cuatro se encuentran en América Latina.</b></p>
<aside class="c-add c-add-300x300"/><p>Para realizar este análisis, The Economist utiliza una escala que va de 0 a 10, donde un puntaje más alto indica una democracia plenamente funcional en el país en cuestión. Los indicadores que se consideran incluyen la capacidad de los ciudadanos para elegir a sus líderes a través de elecciones libres, el respeto por las libertades civiles y las oportunidades para participar en el ámbito político, entre otros factores pertinentes.</p>
<p>En América Latina, Nicaragua (con un puntaje de 2.0), Venezuela (2.25), Cuba (2.58) y Haití (2.74) forman parte de este grupo de países que han caído en la categoría anti-democrática según el estudio. En contraste, Colombia ha visto una disminución en su puntuación, cayendo de 6.55 en 2023 a 6.35 en 2024, lo que sitúa al país en la categoría de "democracias incompletas".</p>
<p>Esto suscita preguntas críticas acerca del avance del autoritarismo en América Latina. Asimismo, un interrogante emerge: <b>¿Cómo es que los gobiernos democráticos coexisten con líderes dictatoriales en su proximidad?</b></p>
<p>Gabriel Salvia, director general del Centro de Apertura y Desarrollo de América Latina (CADAL), con sede en Argentina, ha dado su perspectiva sobre este asunto. Él sostiene que el problema radica en que "las creencias democráticas son escasas en muchos países de América Latina", y eso incluye a líderes que afirman estar comprometidos con la defensa de la libertad.</p>
<h2>¿Qué significa la democracia para el mundo?</h2>
<p>Los millones de personas que residen en estos 60 países tienen derecho a ser reconocidos bajo la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aproximadamente 3,200 millones de personas viven bajo regímenes dictatoriales donde la violación de derechos es una constante.</p>
<p>En el caso de Argentina, que sufrió una dictadura, había voces de solidaridad que condenaron esos actos, incluso a nivel internacional. Hay un sentido de obligación moral de resaltar la situación actual de aquellos que están bajo regímenes dictatoriales.</p>
<h2>¿Cómo puede la región convivir con dictaduras contemporáneas?</h2>
<p>Los países que son democráticos, que son la mayoría, deberían adoptar una postura más crítica hacia aquellos que aún no lo son. Este es un dilema bastante sencillo; en la mayoría de las naciones de América Latina, los dirigentes acceden al poder después de participar en elecciones competitivas. Esto significa que varios partidos están involucrados, pero el resultado electoral rara vez se cuestiona.</p>
<p>Por ejemplo, en Venezuela, se ha evidenciado una serie de fraudes electorales. La dictadura de Maduro ha escenificado fraudes similares a los de Lukashenko en Bielorrusia. A pesar de haber perdido las elecciones, Maduro se proclama vencedor sin mostrar las pruebas que respalden su afirmación. La pregunta que debe hacerse es: ¿cómo pueden los líderes de otras naciones como Lula y Petro convivir con tal circunstancia?</p>
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<span class="c-cuerpo__media__subtitulo c-articulo-img-descripcion">Los líderes que participan en la Cumbre de Alba 2024.</span>
<span class="c-cuerpo__media__creditos"> Foto:</span>
<span class="c-cuerpo__media__autor">Miguel Gutiérrez. Efe.</span>
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<p>Igualmente, sería apropiado preguntar a Yamandú Orsi desde Uruguay, ahora secretario de la OEA. Es evidente que pocos parecen comprender que estos países carecen de legitimidad democrática. El enfoque sobre el problema es que las bases democráticas son endebles en muchos países de América Latina.</p>
<h2>Venezuela fue un aviso...</h2>
<p>Venezuela se convirtió en un caso emblemático cuya conclusión era predecible desde el cierre de RCTV en 2007. El Chavismo, a pesar de perder plebiscitos, optó por desmantelar el proceso democrático. No se puede comprender cómo se consolidó esta dictadura sin la intervención de aliados como el PT de Brasil y el Partido de Lula.</p>
<p>Es lamentable que incluso en países como Chile, donde muchos huyeron de la dictadura venezolana, esta falta de compromiso hacia la democracia persista entre figuras que, en su momento, recibieron apoyo de aquellos que fueron perseguidos.</p>
<p>La carencia de convicciones democráticas entre líderes significativos de América Latina perpetúa esta situación, lo que es aún más preocupante.</p>
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<span class="c-cuerpo__media__subtitulo c-articulo-img-descripcion">Nicolás Maduro y Gustavo Petro.</span>
<span class="c-cuerpo__media__creditos"> Foto:</span>
<span class="c-cuerpo__media__autor">Efe / Presidencia</span>
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<h2>¿Es válido afirmar que la democracia en nuestra región es más frágil que nunca?</h2>
<p>No necesariamente diría que es débil; sería más correcto señalar que la mayoría de los países en la región son democráticos, pero la integración democrática es lo que presenta debilidades. La OEA ha dado pasos, aunque no ha sido eficiente en resolver problemas de manera preventiva. La creación de Celac surgió, y es conocido que se utilizó para institucionalizar la independencia de aquellos que no aceptan críticas a sus problemas internos.</p>
<p>Celac se ha validado al ser parte de un espacio de diálogo, pero mantiene interacciones con gobiernos que no dialogan con sus propias poblaciones, encarcelando a disidentes y llevando a cabo actos de represión.</p>
<h2>La necesidad de una integración política...</h2>
<p>La deficiencia democrática que observamos es particularmente relevante para la integración política en América Latina. Aunque la mayoría de los países en esta región son democráticos, la falta de compromiso hacia la democracia no se refleja en un nivel regional. Ejemplificando la situación, en Uruguay, sorprende que el partido gobernante en la actualidad sea una coalición de más de 20 partidos, que al mismo tiempo defiende un pacto con el régimen cubano.</p>
<h2>¿Cómo se podría, entonces, avanzar hacia una configuración democrática integrada en la región?</h2>
<p>El camino inicial debe ser un enfoque transideológico. Un caso interesante es el de Gabriel Boric en Chile, quien ha asumido posiciones atípicas en la política latinoamericana.</p>
<p>Él es el único que ha mantenido una postura coherente al condenar la falta de democracia en los países autocráticos de la región. Sin embargo, figuras como Lula y Petro no han tomado una posición clara al respecto. Es desconcertante pensar que cuestionan a su población por protestar en su país, mientras que esas mismas protestas les llevaron a asumir posiciones presidenciales, pero luego otros ciudadanos no pueden disfrutar del mismo derecho.</p>
<h2>¿Qué se requiere para avanzar?</h2>
<p>La respuesta radica en la urgencia de desarrollar un nuevo liderazgo, específicamente entre los sectores progresistas, que defienda la democracia no solo en sus respectivas naciones, sino también en otras.</p>
<h2>¿Es necesario establecer una nueva alianza con este nuevo liderazgo para transformar foros como Celac, Alba o Sao Paulo?</h2>
<p>Es fundamental que los líderes más democráticos mantengan posturas coherentes y claras. Esto se torna complicado debido a que cada uno enfrenta sus propios problemas sociales y políticos, que a menudo son priorizados sobre la situación de los demás.</p>
<p>La principal prioridad de una dictadura es suprimir las libertades y perpetuarse, mientras que una democracia debe enfocarse en satisfacer las necesidades de su población.</p>
<p>Ana María Rodríguez Brazón</p>
<p>Corresponsal</p>
<p>Caracas</p>
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