En estoUnidad de Cuidados Intensivos del Hospital Juan Domínguez Romero, de Soledad en el área metropolitana de Barranquilla, Emmanuel José Cervantes Gómez, de 18 años, aún lucha por su vida luego de haber sido golpeado y apuñalado por un grupo de pandilleros conocidos como “lanzadores de piedras”.
El ataque se produjo el martes alrededor de las 20.50 horas. en diagonal 80 durante la carrera 6E, cerca de la segunda etapa de la carrera Zona Nueva Esperanza. Según las autoridades, los agresores serían jóvenes de la etapa 1 del mismo distrito con quienes mantienen una disputa territorial que se ha vuelto rutinaria.
Testigos dicen que Emmanuel caminaba tranquilamente cuando fue interceptado y atacado sin decir una palabra. “Eran como ocho, le pegaron con todas”.: piedras, patadas, cuchillo. “Fue terrible”, dijo la vecina, que pidió que su nombre se mantuviera en reserva. Vecinos del sector auxiliaron al joven y lo trasladaron en motocicleta al hospital, donde los médicos calificaron su estado como crítico.
Barranquilla y Soledad: el mismo fenómeno
La pelea entre los “tiradores de piedras” de Nueva Esperanza no es un hecho aislado. Esto refleja un fenómeno que está afectando tanto a Soledad como a varios barrios del sureste y suroeste de Barranquilla. Llueva o haga sol, pandillas juveniles Salen a las calles a enfrentarse con piedras, palos, machetes y hasta armas de fuego caseras llamadas álamos o changones.
Las lluvias perturban la tranquilidad en los distritos del sur de Barranquilla. Foto:Redes sociales
En Barranquilla, las lluvias provocan desde hace años verdaderas batallas. Tan pronto como caen las primeras gotas, los vecinos corren a buscar refugio. “Aquí ya no hay que tenerle miedo a los arroyos, sino a estos niños” dice José Gregorio, quien trabajaba en una tienda del barrio Los Olivos. “Cuando se oye llover en el zinc lo primero que hace el patrón es cerrar la empresa. Al rato se oyen gritos y peñónera”.
Cada aguacero es casi una señal de guerra. Los jóvenes se reúnen en las esquinas o en los parques y, cubiertos de oscuridad y lluvia, se tiran piedras y botellas. Algunas personas graban enfrentamientos y los suben a las redes sociales para mostrar su “valía” o ganar popularidad.
“Buscan atención, hacerse notar. Para muchos, es la única manera de sentirse parte de algo”, explica la psicóloga social Sandra López, que colabora con jóvenes en riesgo en el suroeste. “El problema es que detrás de este comportamiento se esconde el abandono familiar, el desempleo, la deserción escolar y la ausencia del Estado”.
Más de 100 bandas activas
Condado de Barranquilla identificado más de 100 pandillas compuestas por aproximadamente 3.000 jóvenes, principalmente entre los 12 y 18 años. Algunos de ellos han comenzado a conectarse con el microtráfico y redes delictivas comunes, aumentando el riesgo de que estas peleas terminen en tragedia.
La última pelea, que resultó en una persona herida, tuvo lugar en el distrito de Villa Las Moras. Foto:Recuperado de redes sociales
Los propios jóvenes admiten que estas cifras son insuficientes. En distritos, por ejemplo El Bosque, La Manga, El Ferry y Lipaya, Cada día aparecen nuevos grupos con diferentes nombres, algunos formados por estudiantes que salen de la escuela y se reúnen en las esquinas sin ningún otro propósito.
“Parecen gallos de pelea, muchos de ellos no tienen piel ni nada que hacer”.. Los ves ociosos, con ganas de ver contra quién pelean”, dice Luis Ricardo Valencia, vecino de La Manga. “Ya han roto tres tejas a pedradas. Eran queridos, conocidos desde niños, y ahora hasta da miedo saludarlos.
Los enfrentamientos que antes se limitaban a días de lluvia ahora ocurren en cualquier momento. Las redes sociales actúan como lugar de encuentro: los jóvenes se reúnen, fijan hora y lugar, y luego comparten vídeos en forma de trofeos digitales.
Un problema que no se rendirá
Las autoridades de Barranquilla y Soledad admiten que controlar estos disturbios es difícil. La lluvia y la falta de acceso en algunos distritos impiden el rápido movimiento de los coches de policía. “Están aprovechando que los arroyos están bloqueando las vías para hacer de las suyas”, explicó un agente de la Policía Metropolitana.
Alcaldía de Barranquilla desarrolla programasmediación y actividades deportivas en zonas sensibles, pero los resultados aún son limitados. “El desafío no es sólo policial, sino también un problema social y educativo. Hay que ofrecer a estos jóvenes una alternativa antes de que sea demasiado tarde”, advirtió la psicóloga López.
Mientras tanto, familias enteras siguen viviendo con miedo. En Soledad, la madre de Emmanuel reza cada minuto en el hospital, esperando que su hijo sobreviva. “Mi hijo no era de los que usaban cosas así. Estaba de paso. No es justo”, dijo entre lágrimas.
Mientras tanto, vecinos de Nueva Esperanza y otros distritos del área metropolitana todavía ven llover que antes eran temidos por los arroyos, ahora también lo son por las piedras, los machetes y la violencia que trae el agua.
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