Un aspecto importante del desarrollo de la industria de la inteligencia artificial (IA), que está en pleno apogeo, es el entorno económico y financiero en el que se desarrolla.

La posibilidad de un efecto perjudicial, en forma de crisis en el mercado de valores, se discute constantemente en la prensa y entre los expertos. Revista El economista Lo expresó de esta manera: “Si el mercado de valores colapsa, será una de las implosiones financieras más predecibles de la historia”.

La cuestión se centra en la sobrevaloración de las acciones de las empresas tecnológicas en Estados Unidos. Se refiere a los patrones de alta actividad especulativa que definieron la crisis financiera de 2007-2008. El procedimiento consistía en apostar a que los precios de los títulos respaldados por hipotecas caerían y, con ello, se obtendrían importantes beneficios, tal como ocurrió. Se trata de una transacción financiera denominada “corta”, que consiste en vender valores en el mercado con la expectativa de que posteriormente serán recomprados a un precio menor; la diferencia es la ganancia.

En el amplio debate que rodea a la industria de la IA, debemos distinguir la parte tecnológica de la parte comercial. En gran medida, el canal actual se centra en los avances tecnológicos, como microcomponentes y diversos programas que se están desarrollando. Pero la parte económica es clave para mantener un fuerte flujo de inversión, basado principalmente en expectativas de ganancias que, de esta manera, sustentan el valor de las acciones de las empresas tecnológicas.

Una de las situaciones que ilustran esta dimensión es la de la demanda de electricidad. La Agencia Internacional de Energía señala que la IA necesita centros de datos, que son instalaciones que albergan servidores, sistemas de almacenamiento de datos, equipos de red y otros componentes relacionados, como sistemas de refrigeración, baterías, generadores de respaldo y otra infraestructura.

La empresa financiera Bloomberg estima que en 10 años, los centros de datos de IA representarán el 8,6 por ciento de la demanda de electricidad en Estados Unidos, más del doble del 3,5 por ciento actual. Esto se debe a la gran demanda de potencia informática de la industria. Cuatro empresas, Amazon, Google, Meta y Microsoft, controlan hoy más del 40 por ciento de la capacidad de los centros de datos en ese país.

Los modelos de IA requieren una fuerte inversión en capacidad energética. El desarrollo de la industria depende no sólo de microcomponentes y algoritmos, sino también de la electricidad. Según el analista Jeffrey Wu de MindWorks Capital, con sede en Hong Kong, el modelo seguido en Estados Unidos se centra en instalaciones intensivas en capital que requieren cantidades masivas de capacidad informática.

Es un esquema de propiedad controlado por ciertos individuos o empresas y es parte de un esquema que permite un mayor control de las condiciones del mercado, un mayor poder monopólico. Por otro lado, señala Wu, China utiliza las IA de código abierto más efectivas que tienen un impacto financiero más favorable. Una forma de ver esta cuestión es la diferencia entre tratar la tecnología de IA como un factor de propiedad de la tecnología, versus un modelo de infraestructura pública de reducción de costos del tipo que China ha empleado en su creciente desarrollo industrial. Otro analista, Tom Standage, editor de la misma revista inglesa mencionada anteriormente, señala que se están invirtiendo miles de millones de dólares en la industria para construir centros de datos que se utilizan para entrenar y operar modelos de IA. La cuestión central es cómo las empresas de tecnología y quienes invierten en ellas esperan obtener un retorno estimado de su inversión con esa estructura de costos.

Esta pregunta se relaciona con la experiencia de la burbuja de las telecomunicaciones que ocurrió en 2001. Los inversores (y especuladores) financiaron empresas que construyeron redes de fibra óptica de alta velocidad para respaldar el uso de Internet. El episodio provocó una saturación de empresas y redes, provocando la quiebra de muchas de ellas.

Una cuestión que hay que señalar en el debate sobre la economía de la IA tiene que ver con los notables excesos en la valoración de las empresas de tecnología. Hoy, la euforia se basa en la financiación a través de acciones, mientras que en la crisis de 2007-2008. se basó en una enorme expansión de la deuda en hipotecas basura. En ese caso, se trataba de la imposibilidad de pagar el préstamo y los intereses. La posible caída repentina actual de los precios de las acciones está relacionada con el estado de confianza de los inversores.

17 de noviembre de 2025

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