1. La polémica promovida por los partidos católico-franquistas españoles, el Partido Popular y Vox, de si los inmigrantes musulmanes pueden o no utilizar los espacios públicos para sus ceremonias religiosas, ha vuelto a poner a las fuerzas progresistas en el callejón sin salida del maniqueísmo simplista, colocándoles justo en frente de ellos, por una misteriosa inercia fusionada con la pereza mental para investigar y analizar, tumbando el principio tanto del “análisis independiente” como del “análisis concreto de la situación concreta”. ¡Pensar es un trabajo demasiado arduo!
El único derrotado del pulso entre los representantes de las castas de extrema derecha de dichas religiones, cuyas bases ideológicas son la economía de mercado -incluida la compraventa de personas-, el totalitarismo, el ojo por ojo, la desigualdad de las personas por la venia de Dios, la misoginia, etc., ha sido el laicismo.
La iglesia católica, mientras libra una dura batalla contra los islamistas por el monumento religioso de Córdoba en Andalucía, por ejemplo, se ha opuesto a esta decisión de sus representantes políticos respaldando a los colegas musulmanes. Pues, si bien el principal problema de los discípulos de Mahoma en el Occidente Cristiano es la iglesia cristiana, para esta es el laicismo, por lo que los hombres de la sotana negra salen a defender a sus hermanos, los otros hijos de Abraham, contra el enemigo común, dado que al menos de momento no representan una amenaza seria para sus intereses. Los obispos hicieron lo mismo con el tema del “velo en los colegios”: con el fin de mantener sus cruces en las aulas, apoyaron esta prenda, que impide que la niña de siete años nacida musulmana baile, cante, suelte una carcajada, se comunique con los compañeros varones, vaya al cine, teatro, campamentos (incluso sólo con chicas), y se convierta en parte integrante de la cantera del totalitarismo de otra religión. Tanto es así que incluso con un doctorado en nanotecnología, será considerada medio humana, o persona con discapacidad mental necesitada de un tutor varón para sobrevivir en el hostil mundo del patriarcado de estilo medieval.
Pero ni esta prueba de algodón ha conseguido trasladar a la realidad a una izquierda desnortada, que ha perdido sus principios fundacionales, que es la defensa de los oprimidos de todo el mundo y su protección de las Santas Alianzas de las fuerzas capitalistas, cualquiera que sea su disfraz y bandera.
La iniciativa del “diálogo de civilizaciones”, reunión de la burguesía religiosa (patrocinadora de empresas que generan miedo, desconfianza, y odio hacia “el otro”) en hoteles de cuatro estrellas, no es más que una alianza anti-secular, anti-progreso; la otra cara del “choque de civilizaciones” del imperialismo más bélico.
Si Vox prohíbe a los imanes llevar a sus discípulos a rezar en el estadio deportivo, ¿hay que respaldar a estos mismos señores que ni permiten a las mujeres -encerradas en el concepto reaccionario de “comunidad”-, hacer deporte en dichas instalaciones?
¿También respaldarán a los judíos cuando utilizan una plaza céntrica de la ciudad para su cruel rito en el que agitan a un desgraciado pollo aterrorizado, agarrado por sus patas, sobre la cabeza de los que están rezando?
2. La utilidad de la inmigración “musulmana”
Cada vez que el ambiente político europeo es agitado por hechos y debates religiosos en torno a la inmigración, no es solo por la colisión entre “islamofobia” y “cristianofobia”, sino que se trata de:
a) una cortina de humo para tapar los verdaderos problemas políticos y sociales de aquella sociedad.
b) un pulso entre las élitesde la religión dominante, el cristianismo celoso de compartir su feudo exclusivo con otras organizaciones (que no fieles) recién llegadas, quienes intentan hacerse un sitio, afianzarse y conseguir más adeptos. El dinero y la subvención pública que reciban en algunos países dependerá en parte del ‘notorio arraigo’, o sea, del número de sus adeptos y su visibilidad (que les da una potencial posibilidad de chantaje), que no de sus discursos y sus obras en favor de la igualdad o de la justicia social o de sus propuestas, por ejemplo para paliar el hambre dentro incluso de sus propias “comunidades”.
c) el choque entre las creencias de todas estas religiones, nacidas hace miles de años en las violentas sociedades tribales de los desiertos de Oriente Próximo (donde imperaba la ley del más fuerte) y la modernidad.
3. Los imanes, como los misioneros cristianos
El afán de los imanes, cuyos principios básicos de su ideología coinciden con los de Vox, al pertenecer a una de las religiones abrahámicas totalitarias, el exhibir sus creencias y ritos se debe a varios factores:
a) Desconocer los métodos modernos y sofisticados de conseguir más poder, de los que sí son buenos conocedores sus colegas cristianos. El hecho de que en la mayoría de los países europeos el protagonismo político-social de la iglesia cristiana se haya reducido (a la inversa de su fortuna y sus escándalos sexuales) y que sus gestores han aprendido a ser discretos y a fusionar los métodos milenarios de timar a las masas con las técnicas modernas, mientras los líderes de la principal religión emigrada, el islam, siguen utilizando las fórmulas brutas de propaganda que suelen utilizar en sus países, todas dictaduras férreas.
b) No haber estudiado previamente las sociedades en las que entran vertiendo sin filtros sus discursos carcomidos, contrapuestos a los valores modernos, -tanto socialistas como de las democracias liberales-, que servirán a las fuerzas fascistas locales como leña al fuego que ya habían encendido para desmantelar las conquistas sociales de libertad y justicia social de su propio pueblo, logradas con mucho sudor, lágrimas y sangre.
¿Sabían que el islam apareció como una reforma del judaísmo y el cristianismo, necesaria en aquellas sociedades siglos después? Sin embargo, la religión mohametana nunca se dejó reformar, por una razón principal: mientras los fundadores del judaísmo y el cristianismo permanecieron en la oposición y sus dictados se quedaron en concejos y advertencias, el profeta Mahoma, según el Islam, fundó un gobierno en la pequeña ciudad de Medina y aplicó leyes “llegadas del cielo” y por ende intocables y de obligado cumplimiento, haciendo que incluso hoy sea imposible una teología islámica de la liberación, al no existir la posibilidad real de una interpretación adaptada.
c) La creencia en que su religión, como afirma el Corán, es la última y la más completa hace que piensen que Dios está de su lado y no temen ningún desafío.
d) Ser empleados a sueldo de regímenes como los de Arabia Saudí, Qatar, Kuwait, Marruecos o Irán, que les otorga una especie de inmunidad. ¿Alguien en Europa se atreverá a cuestionar a un Imán enviado por dichos Estados?
4. De cómo “aparecieron” los musulmanes
Debe tenerse en cuenta que, a pesar de la presencia de un número considerable de “musulmanes” en Europa desde los años sesenta, tales problemas no existían: ellos en su gran mayoría eran seculares, porque lo eran sus países natales, y se les clasificaba por sus orígenes, no por sus credos. Fue gracias a la Guerra Fría y al patrocinio del islam-anticomunista por los regímenes imperialistas de Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Alemania (los integrantes del G4), que exterminaron directa o indirectamente a las fuerzas progresistas siempre laicas (en Afganistán, Irán o Irak), y una vez desmantelada la Unión Soviética, convirtieron el Yihadismo en su herramienta no solo para llegar a las regiones antes bajo influencia soviética, haciendo de bombero pirómano sino que, además, con su doctrina del “choque de civilizaciones” dieron protagonismo al islam político y a criminales terroristas como Ben Laden, agente de la CIA, que fue contratado para destruir el gobierno socialista de la República Democrática de Afganistán. Este fue el inicio del avance global del fascismo, con todos sus disfraces, asestando un duro golpe a la laicidad, el único principio que protege la libertad de conciencia de los individuos.
Fueron los gobiernos europeos los etiquetaron a las personas llegadas de los países de fe islámica, y solo a ellas, con la marca de “comunidad” religiosa: a los trabajadores marroquíes se les llama “comunidad musulmana”, mientras sus compañeros bolivianos o rumanos se han librado de este agravio; entre sus nefastas consecuencias está que a los primeros se les construyen mezquitas dirigidas por un enviado de Mohammed ben Salmán, ayatolá Jamenei o Mohammad VI –enviado que convertirán en interlocutor, llamándole “representante”, y cuya misión justamente es seguir manteniendo a raya a estas personas migradas e impedir que se contaminen de las ideas, libertades y derechos del pueblo de acogida- y a los segundos les dan la dirección de los sindicatos obreros. Al igual que los párrocos y rabinos, los dirigentes del islam son designados por sus castas de élites, no por los fieles. Ningún imán ni párroco apoyó la denuncia de varias temporeras marroquíes que denunciaron el acoso sexual en una finca fresera de Almonte, Huelva.
5. El fascismo no es islamófobo
Los gobernantes de Irán o Turquía son fascistas-islamistas (con todos y cada uno de los rasgos que la Ciencia Política define para esta corriente política). El fascismo es aporófobo: ataca a los marroquíes musulmanes que carecen de recursos para ir a otro país más lejos que España en busca de oportunidades, del mismo modo que persigue en Estados Unidos a los latinoamericanos que son cristianos, por la misma razón: les culpan de la crisis del capitalismo de sus países.
6. Se confunde la espiritualidad con la religión
La primera es un proceso interno, una relación directa del individuo con una fuerza mayor, un mentor imaginario, y un amigo invisible, que le aporta paz y liberación. La otra es un sistema fantasioso de la infancia humana, sobre la aparición del ser humano en la Tierra por un creador, mezclado con valores primitivos, tradiciones y hábitos de los grupos humanos donde nacieron, gestionado por organizaciones criminales masculinas, timadores profesionales, que intentan controlar al rebaño rebelde mediante dos elementos esenciales: el miedo y el sexo, con amenazas de castigos reales y falsas promesas de premios y “una vida feliz post mortem”.
7. ¡Apuesta por el equilibrio entre los oscurantismos medievales!
Al ver infructuosa su lucha contra el dominio de una iglesia que ha sido cómplice de los crímenes que ha sufrido, la izquierda española ha decidido apoyar al islam y sus imanes, para que fuesen un contrapeso al obispado. ¡Increíble tanta ceguera! Se les ve en los medios desgarrarse las vestiduras denunciando la islamofobia, pero no cuando los ultras de ambas religiones atacan a las propias fuerzas progresistas. Ve imposible que se prohíban las procesiones católicas con el dinero público, por lo que ha decidido que las demás 1001 religiones tengan el mismo derecho en el nombre de la justicia y la igualdad.
8. ¡La religión es una cosa, sus fieles otra!
Cuando habla del catolicismo, esta izquierda señala automáticamente la cúpula del poder de la iglesia, sin embargo, cuando habla del islam no ve el poder de su casta o doctrina, sino a los “inmigrantes ultrajados musulmanes” necesitados de solidaridad.
9. Tener dos varas para medir la libertad
Es capaz de detectar y denunciar los micromachismos, sus autores, y los mecanismos de los que dispone el milenario patriarcado para conseguir que las propias mujeres lleguen a justificar los malos tratos y discriminaciones que sufren, pero ve el velo (que no es la mantilla patriarcal) no como el símbolo visible del estatus subhumano de la mujer y la bandera del fascismo islámico que es, sino como el “derecho a la libertad de vestimenta” de sus portadoras, como si no estuvieran bajo la coacción del compasivo Dios y su fuego del infierno, de los líderes políticos o religiosos, y de los hombres de la familia, y ahora por una izquierda sin velo que desde su cómodos sofás y protegida por un montón de derechos, les acusa de “occidentalizarse y traicionar a sus raíces” si alguna joven antisistema se atreve a cuestionar sus cadenas. ¡Cuánta esquizofrenia!
Permitir que las niñas migradas “musulmanas” sean criadas en la fe, en obedecer al esposo y a Dios, en vez de potenciar sus libertades y su capacidad de razonamiento, hará que en unas décadas el feminismo europeo deba regresar a sus tareas de los años sesenta, cuando tenía que demostrar con pruebas científicas que las mujeres también tenemos alma.
10. ¿Respetar al creyente o a su credo?
Todas las personas deben ser respetadas, y ninguna doctrina debe ser inmune a la crítica, si no la filosofía y el progreso social no existirían.
11. La religión es egoísta, intolerante
El Estado del Vaticano, con un escaño en la ONU, ni siquiera plantea emitir un permiso para la construcción de una sinagoga o una mezquita en su territorio. Desde su fundación en 1978, el Estado islámico de Irán (que ha construido al menos 80.000 mezquitas, una para cada 1200 iraníes, en vez de fábricas, talleres, huertos, viviendas), hace lo mismo, además de arrestar y ejecutar a los ateos o a los que salen del islam para abrazar otros credos.
12. El problema es la crisis del capitalismo
La razón del crecimiento imparable del fascismo es la crisis de un sistema basado en el control privado sobre los principales recursos, medios de producción y los servicios, y la amplia brecha que crea entre las propias clases sociales “autóctonas”. Ponerse del lado de la cúpula de la religión “discriminada” solo aleja a las masas “nativas” de su vanguardia progresista, incapaz no solo de ofrecerle una salida a una crisis integral de la sociedad-mercado, sino de detectar las raíces del problema. Hay que unir a los trabajadores, en vez de dividirlos en “musulmanes y cristianos”.
13. El mal de las “consideraciones políticas”
Abandonar los valores fundamentales estratégicos en favor de los supuestas prioridades inmediatas parece una epidemia. Con la bandera de la “prioridad” del momento, se suelen dejar de lado, además, otros asuntos igualmente vitales.
14. El voto “religioso” es de derechas
Lo que da votos a las fuerzas fascistas es justamente no generar una mirada correcta hacia el fenómeno migratorio y la multiculturalidad: los migrantes abandonados con sus creencias no votarán al progreso, todo lo contrario. Las religiones abrahámicas (judaísmo, cristianismo, islam) son supremacistas: creen en las razas, creencias, sexos y culturas inferiores y superiores. Sus textos “sagrados” legitiman la masacre de civiles, la tortura, las ejecuciones o convertir a las mujeres “del enemigo” en esclavas sexuales. Banalizan el terror (Deuteronomio, 2 :34), haciendo que el creyente sea capaz de cometer injusticias, mutilar, violar y matar a otras personas (de minorías étnicas, sexuales, o religiosas, por infieles, apóstatas, blasfemos, paganos, ateos) sin remordimiento. Sin duda, beneficia a Vox que las fuerzas progresistas caigan en la defensa de sus “hermanos” de clase, en vez de salvar y ampliar los espacios libres de ideologías totalitarias.
Solo un Estado laico garantiza la libertad de conciencia, impidiendo que a) las masas creyentes sean manipuladas por sus élites, y b) que los dirigentes de un credo poderoso discriminen a sus rivales. La religión debe regresar a los templos y dejar de ser un actor social para resucitar la Edad Media.
Europa, que era el bastión del secularismo después de China, se convierte, y cada vez más, en otro Estados Unidos, tierra de miles de sectas religiosas que sujetan a la clase gobernante y su hegemonía mundial.
La izquierda, que ha dejado de luchar contra el capitalismo, el origen del fascismo, para volcarse contra sus excesos, como el neoliberalismo, también ha aparcado la lucha en favor de los explotados subrayando sus identidades secundarias y personales.
La religión consolida el sistema del dominio del más fuerte sobre los desheredados, y debe ser declarada como un asunto privado, personal, y salir del espacio público, como conditio sine qua non del la paz, el bienestar, la igualdad y el progreso integral de la sociedad.
22/09/2025
Por, Nazanin Armanian
Analista política y traductora persa y dari