

Los populistas tienen una aversión notable hacia la burocracia. Alice Weidel, quien lidera el partido alternativo ultra -law Für Deutschland, junto con otras figuras prominentes en la política europea, señala que la incompetencia de los burócratas en la Unión Europea (UE) está socavando las bases del libre mercado que tanto valoran. A su lado, Santiago Abascal, que encabeza la formación ultra española, va más allá al acusar a estos mismos burócratas de intentar “destruir la libertad”. En Italia, la retórica no es diferente, pues Giorgia Meloni, la primera ministra, critica a la UE, describiéndola como un “gigante burocrático que invade nuestras vidas”. Este rechazo a la burocracia se repite entre los populistas en diversas partes del mundo.
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Mientras esto ocurre en Europa, al otro lado del Atlántico, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, está intentando desmantelar una burocracia federal que él mismo describe como un lugar colmado de “desechos, fraude y abuso”, el cual, según él, asfixia la libertad individual. De esta manera, los populistas pintan la burocracia no solo como un enemigo, sino como un obstáculo al progreso que debe ser eliminado.
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos. Foto:X: @realDonald Trump
Sin embargo, esta perspectiva es errónea. En una reciente intervención en el Foro Económico de Delphi, subrayé que la burocracia no es una traba que sofoca la innovación y la libertad. Muy por el contrario, es una estructura que escribe leyes, emite licencias y coordina respuestas organizadas a crisis. Los burócratas llevan a cabo las tareas técnicas que permiten que una comunidad funcione eficientemente. Sin esta labor, las economías se paralizarían, el estado de derecho se desmoronaría y las visiones políticas no tendrían posibilidad de hacerse realidad.
La burocracia, en esencia, es un ejercicio de racionalidad. Tal como indicó el presidente estadounidense Woodrow Wilson, la administración requiere experiencia, que es neutral e, idealmente, no debe estar atada a la turbulenta política. Max Weber, destacado intelectual en la teoría administrativa, consideraba que la obediencia a un orden impersonal y regulado, como el que representa la burocracia, es un indicativo de madurez en una sociedad.
No obstante, esta madurez viene acompañada de paciencia, algo de lo que los populistas carecen. Por ejemplo, para que las instituciones de la UE se recuperaran y fortalecieran tras una crisis, se requerían más de 260 días. En otro caso, la propuesta de regulación sobre inteligencia artificial tomó 1,199 días para su aprobación, mientras que la regulación de los procedimientos de asilo se extendió durante casi ocho años. Aunque se pueden observar mejoras en estos plazos, es importante recordar que el diseño de políticas que equilibran los intereses de 27 países es un proceso inherentemente complicado que exige un profundo análisis.
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En realidad, los principales retrasos no son producto de la burocracia en la UE, sino de los gobiernos que componen el Consejo Europeo y los políticos que han sido elegidos para actuar en el Parlamento Europeo.
Los populistas ignoran estos hechos y retratan a la burocracia como un gigante torpe similar a aquellos que los antiguos héroes de la mitología debían derrotar. Al igual que los mitos helénicos donde eran necesarios esfuerzos sobrehumanos para derribar a los gigantes, hoy en día los “dioses” populistas deben luchar contra una burocracia que pretenden presentar como una amenaza que domina cada aspecto de la vida cotidiana.
Otoño de los Estados Unidos
Esta es la narrativa que inspira la creación del departamento de eficiencia del gobierno (Dogge), que fue ideado por Trump y que está dirigido por Elon Musk, una de las personas más ricas del mundo. Sin embargo, en lugar de aniquilar una amenaza peligrosa, Dogge está debilitando la capacidad de los Estados Unidos para enfrentar retos gigantescos que realmente los amenazan, como el cambio climático o el desorden técnico. La única forma en que se puede vencer a estos desafíos es a través de una coordinación disciplinada a largo plazo, donde la burocracia juega un papel crucial.
Dogge planea ahorrar miles de millones de dólares al gobierno. Foto:Tejer
De manera irónica, el ejemplo más contundente del valor del control experimentado de los burócratas se observa en la incapacidad del estado estadounidense, bajo la dirección de Dogge, para abordar problemas cruciales. Esto queda evidente con la desmantelación de organizaciones esenciales como la Agencia de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID), que apoyaba programas desde la investigación médica vitals hasta iniciativas para ayudar a jóvenes con discapacidades.
Vista del logotipo de la Agencia de los Estados Unidos para el desarrollo internacional (USAID). Foto:Orlando Sierra / AFP
El enfoque del Dogge, aunque parece satisfacer la sed populista por la valentía, ha llevado a decisiones apresuradas, como la paralización del despido de cientos de empleados federales esenciales que trabajan en programas estratégicos. Adicionalmente, no se puede ignorar la creciente preocupación sobre la seguridad y la integridad, ya que el personal de Dogge tiene acceso prácticamente ilimitado a bases de datos sensibles.
Elon Musk ha hecho gran parte de sus fortuna en un sector conocido por “moverse rápidamente y romper cosas”. Sin embargo, el sector público y un gobierno no pueden operar bajo las mismas circunstancias. Expertos veteranos en presupuestos, incluyendo muchos republicanos, han advertido que el enfoque ideológico de Dogge erosiona el bienestar general y pone en peligro las estructuras gubernamentales necesarias para el funcionamiento adecuado del estado.
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La misma lógica se puede aplicar a la reactivación del Plan de Orden Ejecutiva F por Trump, que facilita el despido de funcionarios públicos. Esta medida, orientada a priorizar la lealtad sobre las capacidades, corre el riesgo de politizar el sector público, debilitando su efectividad y dejándolo sin las herramientas necesarias para mantener la continuidad entre distintas administraciones.
Es innegable el atractivo de la audacia política. Cuando Trump lanza ultimátums a universidades, socios comerciales y aliados de la OTAN, se proyecta una imagen de fuerza. Giorgia Meloni, al equilibrar su postura en política exterior apoyando a Trump mientras reivindica la unidad de Occidente, también destaca por su pragmatismo. Igualmente, Marine Le Pen, con sus desafíos a las regulaciones económicas de la UE, hace eco de esta violencia retórica que resuena con sus seguidores. Todas estas acciones electrifican a sus bases y ofrecen un sentido de poder y energía, eliminando el sentimiento de impotencia que muchos sienten.
No es una cuestión de motosierras
Sin embargo, el control efectivo requiere de disciplina, no de reacciones impulsivas. Un buen ejemplo de esto lo representa la brújula competitiva de la UE, un marco estratégico diseñado para fortalecer el crecimiento y la innovación sin sacrificar los objetivos ambientales. Diseñar planes que integren diferentes intereses y objetivos complejos no puede lograrse con una motosierra, sino que requiere de experiencia burocrática.
Milei prometió que la campaña es una motosierra para el gasto público. Foto:Getty Images
Este enfoque no implica que los burócratas sean infalibles. La lentitud de la legislativa en la UE y la complejidad del sistema administrativo estadounidense necesitan una revisión crítica. Sin embargo, la solución no radica en la demolición sin un plan de reforma. La UE, por ejemplo, puede mejorar su agilidad mediante la simplificación de sus regulaciones, tal como se busca en sus paquetes omnibus, destinados a optimizar los estándares y aumentar la competitividad. Por su parte, en los Estados Unidos, establecer medidas que aseguren la contratación y protección de funcionarios públicos contra despidos políticos fortalecería la eficacia del sistema.
Defender la burocracia no significa ignorar los procedimientos administrativos obsoletos, sino reconocer el papel esencial que desempeña en el funcionamiento de la sociedad. En la batalla contra los “gigantes” contemporáneos, la burocracia se asemeja a Heracles, aquellos aliados imperfectos, pero confiables, que permiten lograr la victoria. Confundir al sirviente con el maestro arriesga poner en peligro el futuro que todos buscamos recuperar.
Ana Palacio
© Project Syndicate
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