No se trataba de un caso aislado en Nueva York, Anna Chapman, otra espía rusa, también se disfrazaba como agente de bienes raíces. Su estilo de vida era notablemente distinto; con su carácter seductor y su cabello pelirrojo, Chapman era conocida por atraer a hombres influyentes buscando información valiosa.
A pesar de las diferencias en su presentación, ambas compartían un mismo objetivo: espionaje para Rusia. En 2010, Chapman fue arrestada junto a otros nueve espías rusos en lo que se consideró una de las operaciones más significativas para desmantelar redes de espionaje desde la Guerra Fría. La operación fue un claro ejemplo del ingenio y la audacia que caracterizaban a estos agentes encubiertos.
Los casos de Foley y Chapman ilustran el alto nivel de preparación que requería este tipo de actividad. Vavilova y Bezrukov fueron reclutados mientras estudiaban en Tomsk, en Siberia. Tras varios años de adiestramiento riguroso, emigraron por separado, simulando que no se conocían y actuando como ciudadanos comunes en su nueva vida en Canadá. Posteriormente, se trasladaron a Cambridge, donde Vavilova se hizo pasar por una madre de familia mientras descifraba mensajes secretos enviados desde Moscú.
Llevar una vida doble tenía sus consecuencias personales. Sus hijos crecieron sin conocer la verdad sobre la identidad de sus padres. De hecho, su hijo Alex no llegó a creer en la verdadera historia de su familia hasta que le mostraron fotografías de sus padres vestidos con uniformes del KGB. “Finalmente se dio cuenta de que toda su educación había sido una farsa”, escribió el periodista Walker, quien señala que “No había nada comparable en la historia del espionaje”.
Elena Vavilova, conocida como Ann Foley, y Andrey Bezrukov, también conocido como Donald Heathfield Foto:www.bbc.com
El periodista Shaun Walker desvela en su libro The Illegals los detalles de este programa encubierto y sus intentos de infiltrarse en Occidente. Walker subraya que desde los primeros días de la Unión Soviética hasta la invasión de Ucrania por Putin, Rusia ha enviado espías a América y otros lugares buscando información de vital importancia mediante operaciones encubiertas.
“The Illegals”: el programa de espionaje ruso más grande en los Estados Unidos
El programa, conocido como “The Illegals”, fue una de las operaciones de espionaje más ambiciosas en la historia, según Walker. Desde los años 50, el KGB ha dedicado años a entrenar a ciudadanos soviéticos para que se conviertan en agentes creíbles en Occidente, enseñándoles el idioma, las costumbres y las formas de vida locales.
“The Illegals eran los únicos ciudadanos soviéticos capaces de moverse libremente en Occidente sin ser vigilados: alrededor de 100 personas en una población de 290 millones”, explica el autor en una conversación con The New York Post.
La conciencia pública sobre “The Illegals” comenzó a aumentar tras la captura de Ethel y Julius Rosenberg en 1953, quienes fueron ejecutados por ser acusados de transferir información secreta a la Unión Soviética.
Posteriormente, el juicio de Rudolf Abel, cuyo verdadero nombre era William Fisher en 1957, puso de relieve la magnitud del programa soviético. Descrito como “un espía magistral que logró insertarse en la vida estadounidense”, Abel fue condenado a 30 años de prisión, simbolizando la lucha permanente entre las amenazas del espionaje y la seguridad nacional.