En el contexto de la agitación geopolítica de la Península de Crimea, la situación en 2014 marcó un antes y un después en las relaciones internacionales; hoy, once años después, sigue siendo un punto candente de disputa entre el entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el actual mandatario ucraniano, Volodimir Zelenski. Esta tensión ha dado lugar a un intercambio de acusaciones y reivindicaciones sobre la soberanía y el estatus de este territorio.
Donald Trump ha enfatizado que Zelenski sigue reclamando a Crimea como parte integral de Ucrania, a pesar de que han pasado once años desde la crisis. Zelenski, por su parte, ha reiterado que jamás renunciará a lo que considera su legítimo territorio, un argumento que cuenta con el respaldo de la Unión Europea y una significativa porción de la comunidad internacional, que no reconoce la anexión rusa.
El derrocamiento del presidente Yanukovich
Al día siguiente, en Sebastopol, 50,000 personas se manifestaron en rechazo a las nuevas autoridades ucranianas, en un enclave donde Rusia mantenía su litoral naval. Este acto fue una clara señal de la insatisfacción y el descontento de una parte significativa de la población de Crimea respecto a los cambios políticos que estaban produciéndose en Ucrania.
El 26 de febrero, se vivió un día caótico en Simferopol, la capital de Crimea, con enfrentamientos entre los adeptos a Rusia y los pro ucranianos que se dieron en el parlamento, en plena conversación sobre el reconocimiento de las nuevas autoridades que habían tomado el poder en Ucrania.
La tensión entre Rusia y Ucrania escaló rápidamente, especialmente después de que se proclamara la independencia de Crimea y se llevara a cabo un referéndum el 16 de marzo, en el cual el 97% de los votantes apoyaron la unión con Rusia. Sin embargo, este referéndum no fue reconocido por Ucrania, la ONU, la OTAN, la Unión Europea ni Estados Unidos, quienes lo consideraron un acto “ilegal”.
El 18 de marzo, el presidente ruso Vladimir Putin formalizó la anexión de Crimea a Rusia, un proceso que culminó con el sellado por parte de Putin de los documentos de transporte el 21 de marzo.
La influencia de paramilitares rusos en el referéndum
Una misión de derechos humanos de la ONU que se presentó en Crimea en abril publicó un informe que evidenció la presencia de paramilitares y soldados no identificados, considerados como provenientes de Rusia, quienes influyeron negativamente en el desarrollo del referéndum donde Crimea, una República Autónoma de Ucrania, buscó unirse a Rusia.
El informe señalaba que la presencia de grupos paramilitares y soldados sin insignias no propició un ambiente adecuado para que el electorado pudiera expresarse de manera libre durante la votación.
Algunos ciudadanos fueron arrestados, y otros tuvieron que mostrar sus pasaportes antes de participar en el referéndum, mientras que individuos no identificados realizaban controles de identidad en presencia de las fuerzas policiales.
Cierre de fronteras y la nueva constitución
Tras esta situación, Ucrania tomó la decisión de cerrar sus fronteras con Crimea, así como de retirar sus tropas de la región.
El Parlamento de Crimea, que votó de manera unánime a favor de su incorporación a Rusia, posteriormente adoptó una nueva constitución que estableció el estatus de Crimea como parte de Rusia.
El 14 de septiembre de 2014, Putin obtuvo más del 70% de los votos en las elecciones a la legislatura autonómica de Crimea y del puerto de Sebastopol.
En octubre, Serguéi Axiónv fue nombrado jefe de la República de Crimea. En enero de 2017, Ucrania presentó una demanda contra Rusia en La Haya por la anexión de Crimea. No obstante, la población local ha mantenido en su mayoría una postura favorable a Rusia. En las elecciones del 18 de marzo de 2018, Putin volvió a ganar en Crimea, obteniendo más del 90% de los votos a su favor.