El 7 de diciembre de 2022, Dina Boluarte hizo su aparición en un traje amarillo, mostrando un aire decidido al jurar como la primera mujer en ocupar la presidencia en Perú. La relevancia de su asunción no solo radica en su simbolismo, sino también en el contexto tumultuoso en el que se produjo: en medio de un escándalo que desencadenó el fallido Golpe de Estado del entonces presidente Pedro Castillo, quien había sido su aliado político. En un giro dramático de eventos, en cuestión de pocas horas, Castillo fue destituido mientras Boluarte asumía el cargo entre aplausos moderados.
En su discurso inaugural en el Congreso, Boluarte fue tajante: hizo un llamado a la unidad política, a la defensa de la democracia y a enfrentar los retos crónicos de la incertidumbre y la corrupción que flagelan al país.
Dina Boluarte durante su toma de posesión el 7 de diciembre de 2022. Foto:Efusión
Hoy, casi tres años después, el ideal de Boluarte como defensora de la democracia se ha desvanecido, convirtiéndose en un mero destello en medio de la turbulencia política que ha llevado a Perú a experimentar la caída de seis presidentes en apenas siete años.
Sin embargo, a pesar de ser la mandataria que ha permanecido más tiempo desde entonces, la herencia que Boluarte deja parece ser igualmente problemática, o incluso peor, que la de sus antecesores.
El apoyo a Boluarte ha caído a niveles alarmantes
A lo largo de su mandato, Boluarte no solo ha lidiado con resultados decepcionantes en su gestión, sino que también ha enfrentado un nivel de insatisfacción que supera al de todos sus predecesores.
Para 2023, su apoyo ya se había reducido a aproximadamente un diez por ciento, pero ha ido en picada desde entonces. Según una encuesta publicada el 12 de mayo por iPsos, el apoyo hacia su presidencia ha caído a un alarmante dos por ciento, y ha llegado a ser prácticamente inexistente en el norte del país.
Pedro Castillo, el ex presidente, fue el protagonista de un autogolpe que culminó en su destitución y prisión. Foto:Efe/ Paolo Aguilar
Este dato convierte a Boluarte en la presidenta con el menor nivel de aprobación en 40 años de registros en el país, y la peor calificada en América Latina.
Su aprobación es tres veces menor que la que obtuvo Alan García en su primer semestre (1985-1990), y también inferior a la de Alberto Fujimori en su segundo período (1995-2000), que superó el 9%, así como a la de Alejandro Toledo en 2004 que alcanzó un 7%.
Mientras tanto, en el Congreso, donde ha intentado obtener el apoyo más de una docena de veces, Boluarte ha logrado mantenerse en el poder más por la ausencia de una oposición efectiva que por méritos propios, a pesar de no tener su propio partido tras su separación de Perú Libre.
La paradoja radica en que la presidenta ha encontrado apoyo en los partidos que se opusieron a ella, como la Alianza Para el Progreso (APP).
Según el analista político Jeffrey Radzinsky, “los partidos que intentaron deshacerse de ella hace dos años han sido sus aliados más firmes para mantenerse en el poder. Su administración se encuentra fuertemente sujeta al Congreso, donde todo lo que el Legislativo ha querido se le ha concedido a ella”.
Las manifestaciones en Perú resultaron en 67 muertes, la mayoría civiles. Foto:Efusión
A pesar de que Boluarte ha logrado superar los obstáculos, su control se ha visto afectado por la alta rotación en su gabinete, que se ha convertido en un verdadero carrusel. En menos de tres años, ha reorganizado a su equipo en cuatro ocasiones. La última de estas reorganizaciones tuvo lugar el 13 de mayo, con la salida del primer ministro Gustavo Adrianzén, quien había propuesto un mayor respaldo legislativo.
El Congreso prefiere mantenerla a toda costa para evitar perder el poder que ha acumulado y tener la capacidad de actuar en cualquier momento
Las razones detrás de su falta de popularidad: escándalos que empañan su administración
Desde que asumió el control del país, Boluarte ha tenido que lidiar con una serie de controversias. En su primer día como presidenta, Perú se vio inmerso en protestas masivas que duraron tres meses, durante los cuales las autoridades, según Amnistía Internacional, actuaron con violencia desproporcionada.
El defensor del pueblo documentó que esto dejó 67 muertos, más de 1,800 heridos y 600 detenidos.
De estos, la fiscalía reconoció que 75 personas fueron víctimas de uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, hechos que son de conocimiento público.
En este contexto, la unidad legal peruana ha presentado una demanda constitucional contra Boluarte, acusándola de ser responsable de graves lesiones a los manifestantes que protestaron contra su gobierno a finales de 2022 y principios de 2023.
Los manifestantes pidieron la realización de elecciones anticipadas, una propuesta que tanto Boluarte como el Congreso inicialmente apoyaron, pero que rápidamente fue abandonada, lo que generó descontento en la población.
Boluarte fue instalada en el cargo tras el despido de Pedro Castillo, quien ocupó anteriormente la vicepresidencia. Foto:Efusión
De acuerdo con Radzinsky, esto representa la incapacidad de Boluarte como presidenta, que llegó al poder bajo promesas de cambios que nunca se materializaron. “El problema no es que su mandato no termine, ya que hay marcos constitucionales que permiten su continuidad. El verdadero problema son las expectativas que su administración generó y la falta de acciones concretas para cumplirlas,” opina el experto.
Con la llegada de la campaña electoral, también surgirán mayores incentivos en el Parlamento. En otras palabras, será estratégicamente más rentable volverse crítico frente a un presidente tan desaprobado por la ciudadanía
Desde ese momento, la situación solo ha empeorado para la presidenta, quien ha enfrentado múltiples escándalos que afectaron su agenda. En marzo de 2024, se reveló que Boluarte poseía al menos 17 relojes de lujo que no había declarado en sus activos. Aunque alegó que se trataban de un “préstamo de un amigo”, la fiscalía abrió una investigación preliminar y se realizaron registros en su domicilio y oficina.
El siguiente escándalo ocurrió en mayo de ese año, cuando la fiscalía detuvo a su hermano, Nicanor Boluarte, en medio de investigaciones por posible tráfico de influencias, mientras que su abogado personal, Mateo Castañeda, fue acusado de intentar interferir en las indagaciones a cambio de beneficios.
Otro escándalo significativo fue una cirugía estética no informada que Boluarte se sometió en junio de 2023. La presidenta justificó esto como algo esencial para su salud.
El 14 de mayo, Boluarte renovó su gabinete ministerial por cuarta vez. Foto:Efusión
Por esta razón, la fiscalía también inició una investigación preliminar por presuntos delitos relacionados con la omisión de documentos y abandono de su puesto, ya que el país estuvo sin un líder durante ese periodo.
Además, se señala que, durante su recuperación, la presidenta habría firmado un decreto sin estar en condiciones de hacerlo, dado que no fue capaz de visitar la clínica, como confirma su cirujano, Mario Cabani.
“Esto plantea la interrogante de si se cometieron delitos más graves. Lo relevante no es que ella se sometiera a cirugía, sino el hecho de no haberlo anunciado adecuadamente y el gran riesgo de que las firmas hayan sido falsificadas en sesiones donde no era presidenta”, asegura el periodista César Campos.
Además, Cabani negó que las intervenciones quirúrgicas hayan sido por razones de salud. Para el analista político peruano José Carlos Requena, esto podría considerarse un “crimen de falsedad genérica”.
Los partidos que intentaron deshacerse de ella en el pasado han sido aliados vitales para su permanencia en el poder, con un gobierno que se encuentra bajo un control intensificado del Congreso.
Todos estos y otros escándalos han intensificado la desconfianza de la ciudadanía hacia su administración.
En el ámbito económico, Perú tuvo una pobreza monetaria del 31.3% el año pasado, un aumento significativo de más del 4% en comparación con 2022 (27.5%). Esto ha llevado a 1.9 millones de personas a caer en la pobreza extrema, aproximadamente 900,000 más desde que Boluarte asumió el poder, según cifras oficiales.
En cuanto a la seguridad, la situación es crítica. En 2024, Perú registró 2,011 homicidios, la cifra más alta en ocho años. Según los últimos informes, se documentaron 475 homicidios hasta el 18 de marzo, lo que correspondería a un promedio doloroso de un asesinato cada cuatro horas.
Abren investigaciones a Boluarte. Foto:
Este escenario se agrava con el asesinato de 13 mineros y un criticado aumento salarial a Boluarte, que pasaría de 16,600 soles a 35,568 soles, lo que representa un aumento de 18 millones de pesos colombianos a más de 40 millones.
Por lo tanto, analistas auguran que su mandato, que concluye el 28 de julio de 2026, podría replicar las tensiones y fracturas institucionales que han caracterizado su administración hasta la fecha, a medida que se avecina la posibilidad de un nuevo movimiento de destitución.
El gran interrogante: ¿Podrá Boluarte completar su mandato hasta 2026?
En este contexto complejo y difícil para Perú, que coloca a Boluarte en el centro de la controversia, la gran incógnita radica en si podrá concluir su mandato en 2026.
“Su administración carece de un partido oficial y tampoco tiene oposición”, indica Radzinski, recordando la extraña situación en la que los partidos que anteriormente se opusieron a Boluarte ahora le brindan un respaldo vital.
Requena añade que la continuidad de Boluarte puede explicarse por la conveniencia del Congreso, que es consciente de la debilidad de la presidenta.
Nicanor Boluarte, el hermano de Dina, fue detenido en medio de investigaciones fiscales. Foto:Efe/piscina
“El Congreso prefiere mantenerla a toda costa, ya que no quiere perder el poder que tiene y la facultad para actuar en cualquier momento”, señala.
Sin embargo, ambos analistas subrayan que un elemento clave es la proximidad de las elecciones. “Cuando inicie la campaña electoral”, dice Radzinky, también se generarán incentivos adicionales en el Parlamento. Es decir, será políticamente beneficioso oponerse cada vez más a un presidente que es tan menospreciado por la ciudadanía.
“Hoy no tiene los 87 de los 130 votos necesarios para destituirla, pero su resistencia ha aumentado en comparación con meses anteriores y creo que este número seguirá creciendo”, agrega el analista, sin arriesgarse a pronosticar si eso bastará para destituirla.
Los expertos predicen un aumento en la oposición a Boluarte. Foto:AFP
Para los analistas, lo evidente es que la falta de confianza de los ciudadanos hacia Boluarte para 2026 tendrá un impacto directo en las encuestas, lo que podría traducirse en un rechazo hacia las figuras de la política tradicional, que han contribuido a la actual inestabilidad del país.
En el caso de Boluarte, su eventual salida del poder no significará un final, sino el comienzo de un capítulo aún más incierto: el fin de su inmunidad podría dar pie a una serie de investigaciones fiscales que podrían llevarla a enfrentar un juicio. En un país donde la justicia ha demostrado no dudar en procesar a ex presidentes, los resultados de estos acontecimientos son, sin lugar a dudas, inciertos.
Santiago Andrés Venera Salazar – International – El TIempo