En el epicentro del debate global, la transición ecosocial se presenta como una respuesta hegemónica e inevitable a la crisis climática.

Sin embargo, esta agenda, lejos de ser una solución universal, actúa como un sofisticado mecanismo de poder que mantiene y profundiza la dinámica neocolonial, imponiendo una nueva fase de dependencia de América Latina y el Sur Global. La tesis es clara: la narrativa ambiental promovida por las potencias occidentales es una forma de colonialismo “verde”, un proyecto de subordinación estructural disfrazado de progreso. Para deconstruir esta hegemonía es necesario examinar la lógica económica que la sustenta, sus devastadoras consecuencias geopolíticas y la urgencia de articular una alternativa soberana desde el Sur.

Comprender la geopolítica de la transición energética hegemónica requiere desentrañar su motor económico. La crisis ambiental, lejos de provocar un replanteamiento del sistema, se ha convertido en una nueva y lucrativa frontera para la acumulación de capital. La lógica dominante presenta el cuidado del planeta como una oportunidad de lucro, a través de “acuerdos verdes” que no buscan cambiar el metabolismo del monstruo, sino asegurar que “no haya fracaso posible para el capital”. Este modelo, impuesto como el más desperté de gestión de crisis, es ecológicamente insostenible. La prevista sustitución de la matriz energética por fuentes “verdes” se basa en un ciclo de vida que sigue dependiendo de los recursos fósiles y que, además, requiere la destrucción acelerada de la naturaleza para extraer los minerales necesarios para su producción. Lejos de resolver la contradicción entre acumulación infinita y un planeta finito, este paradigma perfecciona los mecanismos de apropiación y consolida una estructura global de ganadores y perdedores que profundiza las asimetrías de poder existentes.

La transición ecológica no es un proyecto técnico, sino un campo de batalla geopolítico en el que se reafirman las jerarquías globales. En este nuevo orden “verde”, América Latina y el Sur Global se posicionan como proveedores subordinados, obligados a apoyar y subsidiar la transición de los países centrales y las potencias emergentes como China. Al hacerlo, la región adopta una agenda ajena, impulsada por y para el beneficio del capitalismo del norte. Esta dependencia estructural se expresa en someterse a las regulaciones de Occidente, aceptando un marco que no surge de su realidad ni corresponde a sus intereses. Las consecuencias de esta subordinación van más allá de lo económico: al asumir una agenda impuesta, los Estados del Sur renuncian a su heterogeneidad social y cultural, descuidando los conocimientos comunitarios y los recursos locales que encarnan otras formas posibles de habitar el mundo. Se impone así un modelo homogéneo y esencialmente imperialista, porque subordina el Sur a los parámetros ambientales de quienes más contaminan y a modos de vida ajenos e inalcanzables.

Lo anterior no representa un rechazo a la transformación ecológica, sino un llamado a la acción estratégica. Reconocer el carácter imperialista y colonial de la transición verde hegemónica es un requisito previo necesario para que los pueblos del Sur Global labran su propio camino soberano. La narrativa impuesta funciona como un nuevo ancla que profundiza la subordinación, respaldada por un capitalismo “verde” incapaz de alterar las estructuras de dominación y las jerarquías que lo sostienen. No ofrece alternativas reales, sino más bien la perpetuación del papel asignado al Sur como proveedor de materias primas para un desarrollo que le es ajeno.

Frente a esto, la alternativa debe surgir de la multitud de metabolismos y formas de vida que se resisten a la homogeneización. Allí, los pueblos del Sur deben encontrar las claves para construir su propia hoja de ruta: un plan definido por sus necesidades, su tiempo y sus intereses. La verdadera transición no consistirá en la adopción de tecnologías extranjeras, sino en la lucha por una autonomía real que nos permita construir un futuro justo y sostenible frente a nuevas y sofisticadas formas de colonialismo.

16.10.2025

Héctor López Terán. Economista, candidata a doctorado en estudios latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)

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