Bajo la dirección de Donald Trump en los Estados Unidos, Occidente enfrenta el reto de recordar el mayor conflicto bélico del siglo XX, mientras se celebra el 80. Aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, y observa con preocupación el fortalecimiento de la alianza entre China y Rusia.
Este viernes, Rusia conmemora el 80. Aniversario de la Derrota del III Reich mediante una impresionante parada militar en la famosa Plaza Roja. La imagen que quedará grabada en la memoria de esta ocasión será la de los líderes rusos, Vladimir Putin, y el presidente chino, Xi Jinping, compartiendo un momento significativo marcado por una nueva alianza entre Moscú y Beijing. Este acontecimiento se produce en un contexto de un Occidente que se fragmenta en medio del caos, una situación que se ha visto agudizada por la postura del presidente estadounidense, Donald Trump, quien parece estar socavando la multilateralidad y promoviendo un aislacionismo creciente.
Ucrania, por su parte, intenta utilizar el recuerdo de la victoria sobre el nazismo para consolidar su oposición a Rusia, a quien retrata como un nuevo Reich. Sin embargo, este año su esfuerzo no ha logrado el impacto esperado, ya que la administración de Trump, que asumió el cargo el 20 de enero, modificó drásticamente la política de Estados Unidos hacia el conflicto ucraniano, dejando a Europa desnuda ante los desafíos de seguridad que enfrentaba, algo que no ocurría desde 1945.
La contribución soviética en la victoria sobre los nazis
Es crucial destacar que, en la Segunda Guerra Mundial, Ucrania no luchó como un estado o entidad militar independiente. Los ucranianos combatieron principalmente como combatientes bajo la bandera soviética o bien se unieron a formaciones de las fuerzas del invasor nazi.
La Unión Soviética, sucesora de lo que hoy es Rusia, fue el país que realizó el mayor esfuerzo para derrotar a Alemania, sin importar cuántos presidentes ucranianos, como Volodimir Zelensky, junto a algunos líderes europeos, intenten distanciarse de Moscú. La URSS sufrió un abrumador costo humano, con alrededor de 27 millones de muertes entre civiles y soldados, y fue, en efecto, la primera en entrar en Berlín y colocar la bandera roja en las ruinas del Reichstag. Sin la intervención decisiva de la URSS en la lucha de hace 80 años, es plausible pensar que Europa seguiría bajo el yugo nazi.
No obstante, la narrativa promovida por Ucrania, apoyada por Bruselas, busca reinterpretar esta realidad histórica, especialmente durante eventos como el 9 de mayo, día señalado en Rusia como el Día de la Victoria sobre el nazismo. En este contexto, una delegación de ministros extranjeros europeos se dirigirá a Lviv, en el oeste de Ucrania, como una forma de contrarrestar la ceremonia en Moscú.
Por otro lado, para Europa, el 8 de mayo se considera la fecha de celebración, en una conmemoración que en Ucrania ha pasado desapercibida y sin la gloria que merece. Al mismo tiempo, la ofensiva rusa y su intención de restablecer la hegemonía sobre territorios ocupados, donde se encuentran regiones como Lugansk, Donetsk, Zaporiyia, y Jersón, no hacen más que complicar la búsqueda de una paz duradera en la región.
Reconfiguración de las alianzas globales
La presencia de Xi Jinping en las celebraciones en Moscú subraya la importancia del fortalecimiento de las relaciones ruso-chinas, especialmente en un contexto donde la nación asiática está potencialmente tomando una postura más activa en la geopolítica global. A pesar de que se desmiente que China esté contribuyendo militarmente al esfuerzo ruso en Ucrania, su apoyo económico sigue siendo crucial, absorbiendo grandes cantidades de petróleo y gas que Rusia no puede vender en Occidente debido a las sanciones impuestas.
La visita de Xi Jinping tiene un significado especial, ya que representa un claro mensaje a Washington bajo la administración de Trump: hay un nuevo orden mundial en el que los diálogos deben reconsiderarse con Moscú y Beijing. Durante el desfile en la Plaza Roja, delegaciones de varias naciones, incluidas fuerzas chinas, estarán presentes, aunque el apoyo de estas unidades militares ha sido motivo de declaraciones contradictorias en el ámbito internacional.
En este marco de confrontación, las acciones de Rusia para generar una seamena de legitimidad histórica continúan. Esto se convierte en un terreno fértil para la propaganda que considera a la Segunda Guerra Mundial y a la alianza del nacionalismo ucraniano con los nazis como justificación para su intervención actual en Ucrania. La complejidad de la historia compartida entre Rusia y Ucrania debe ser vista con un enfoque crítico, pues, aunque hubo colaboraciones con el ejército nazi, también miles de ucranianos sirvieron en las filas del ejército soviético. Sin embargo, la narrativa rusa se centra en la idea de una “traición” ucraniana que, décadas más tarde, se convierte en un justificante para nuevas agresiones.
Por tanto, estamos ante un panorama complejo, en el que el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial se utiliza no solo para celebrar victorias pasadas, sino también para justificar acciones agresivas en el presente. Este contexto actual se muestra como un reflejo de las tensiones históricas y contemporáneas que siguen marcando la relación entre Rusia, Ucrania y el resto del mundo.
05.09.2025